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El Muro de Trump. Otra mentira

El muro entre México y EEUU situado en Tijuana

Andrés Holgado Maestre, sociólogo

Hablo mucho de Trump y alguien dirá que “está muy lejos de nosotros” para dedicarle tanta atención. Pero eso lo dirá quien no conozca de América más de lo que haya visto en las películas o las series. Trump está muy cerca de nosotros. Tan cerca que nos tiene invadidos y presente en todas sus estrambóticas decisiones y declaraciones. Sabe de sobra cuáles son las amenazas que se ciernen sobre su absolutamente abusivo modo de vida y cuáles son las bases de su enriquecimiento: la explotación de una gran parte de la población de Estados Unidos, privados de hecho de sus derechos, y mucho más allá, la destrucción, la guerra y la violencia que mantiene a cientos de millones de personas privadas de los mismos bienes de los países en los que viven, para mayor gloria y lucro de ciertas corporaciones.

Trump puede que esté cegado por su narcisismo y su radical insolidaridad, pero no es tonto en absoluto y sabe que esto es la verdad. Por eso tratará de mantener el estalache...

Esta introducción viene a cuento y en seguida lo explico: el Muro contra México (contra los mexicanos, contra los hispanos en general) no es un invento de Trump puesto que ya existen, desde 1994, cientos de kilómetros de muros y alambradas en Tijuana, El Paso y otras zonas de la enorme frontera. Un muro real, de la vergüenza, en el que mueren cada año más personas de las que murieron en el Muro de Berlín en los treinta años que se mantuvo, para vergüenza también de toda nuestra especie.

Simultáneamente a la construcción de esas barreras físicas para impedir el paso de “ilegales”, los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y México (luego se uniría Chile) firmaban en San Antonio el TLC-NAFTA, para posibilitar el libre tránsito de mercancías y capitales entre esos países. Esa es la contradictoria realidad.

Ese muro ya existe, pues, y lo que hace Trump es levantar y agitar el muro psicológico del rechazo y el menosprecio a México (y más allá, a lo hispano: de ahí esa estúpida decisión de algún “forofo” xenófobo del “English Only” de eliminar la web en español del sitio en la red de la Casa Blanca). Estados Unidos no tiene idioma oficial alguno y edita, por ejemplo, sus impresos para pagar la Renta en no menos de veinte idiomas. Y los hispano-hablantes son más, en Estados Unidos, que los mismos votantes que hayan tenido Trump o Hillary.

Con “el muro” se trata de humillar a los hispanos (el grueso de los hispanos en Estados Unidos es mexicano, con cubanos y portorriqueños a mucha distancia), y de esa forma asegurar que esos ciudadanos “interioricen su inferioridad” y estén dispuestos a aceptar condiciones salariales abusivas e irregulares que le permitan, a él y a sus colegas, el máximo beneficio con el mínimo de disentimiento. Viene a ser como la falaz “Guerra de las Galaxias” de Reagan que, pese a ser un delirio, provocó el pánico y en cierta medida la pérdida de la iniciativa política de Gorbachov.

Ese es “el muro de Trump”; otra trampa ideológica y sociológica muy similar a la que se mantuvo en muchas zonas de Estados Unidos con respecto a la población negra y esclava, cuando la esclavitud dejó de ser “legal” pero se erigió un muro invisible, quizá más potente y útil para los explotadores, que se llamó “segregación” y que se mantuvo cerca de un siglo desde que se declaró extinguida la esclavitud.

Esa segregación, dirán muchos y con razón, que se mantiene en muchas formas encubiertas contra la población negra (la Presidencia de Obama fue un “insulto” para ciertos grupos proclives a Trump), es la esencia real del “Muro de Trump”: la criminal mentira de pretender una “América blanca”, aunque para ello haya que pasar por encima de cualquier grupo de población que se oponga a ese concepto racista.

Decir “No” a Trump es por tanto una exigencia ética, estemos donde estemos. La libertad humana y la democracia son indivisibles y dondequiera que se las ataque, se nos está atacando a todos. Como me planteé incluso profesionalmente durante mi estancia en aquellas tierras, hay que construir puentes y no muros. De ningún tipo.

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