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“Respetamos el pasado del Partido Socialista, pero ya no nos condiciona”

Besteiro, durante la entrevista

David Lombao

José Ramón Gómez Besteiro (Lugo, 1967) acaba de cumplir un año como secretario general del PSdeG. Tras doce meses de convulsiones internas y externas, el también presidente de la Diputación de Lugo reitera que en su partido, a nivel federal y nacional, ya se hace “una nueva política”. De cara a las municipales del próximo año, Besteiro apela a no tener “miedo a lo que la ciudadanía pueda decidir” y recuerda, no obstante, que son las agrupaciones locales y no “la dirección política” quien elige las candidaturas. El líder socialista ve a un Feijóo cada vez más “flojo” y asegura que su formación está inmersa en la construcción de un “proyecto de país” para ser capaz de impulsar el cambio político en el 2016. En ese proceso, dice, es “lógico” que él mismo concurra a las primarias.

Acaba de cumplir un año en la secretaría general del PSdeG. ¿Qué ha cambiado y qué le queda por cambiar en el partido?

Siempre queda mucho por cambiar. ES bueno contextualizar en qué momento sucedieron las primarias, un fenómeno sin parangón que cambia la forma del partido en un momento de crisis social y económica muy fuerte. Ha sido un año conflictivo en todos los términos, en clave interna y económica tuvimos que formular un plan de estabilidad a nivel económico bajo la premisa de que si no éramos creíbles a la hora de llevar las cuentas no lo seríamos en las cuestiones de toda la sociedad. También ha sido un año marcado por el relevo a nivel federal, con la salida de Alfredo Pérez Rubalcaba y la elección de un nuevo secretario general. Todo se ha producido este año, con unas elecciones europeas que marcan un punto de inflexión político. Es un año rico en acontecimientos y creo que la situación es mejor. El Partido Socialista enfrenta el futuro superando una etapa de recesión del propio partido y replanteando las formas de hacer política. En este período de crisis ha pesado sobre el partido la corresponsabilidad, no hay que tener miedo a decirlo, con determinadas políticas. Pero ahora tenemos la idea clara de que nuestra forma de salir de la crisis es distinta de la del PP y sin ninguna conivencia con las políticas neoliberales. El tiempo ha ido poniendo las cosas en su sitio y ahora el Partido Socialista afronta el futuro en un contexto político complicado, pero no exento de ilusión y esperanza.

Resulta llamativo que se haya hablado abiertamente, incluso ante el Comité Nacional, de la situación económica del partido. No era algo habitual hablar de las cuentas internas hasta hace bien poco...

No puede ser de otro modo. Y, sin ánimo de ser presuntuoso, el PSdeG marcó la vanguardia de lo que ha hecho el partido a nivel federal. Los tiempos son distintos de los de hace veinte años: transparencia, rendición de cuentas... Son algo que tiene que hacer quien quiera hacer política hoy. Ya no basta con votar cada cuatro años. Hay que dar mucha información, hay que saber admitir el contraste de información con la ciudadanía. Y, quien no quiera hacerlo, no va a tener hueco.

Durante este tiempo lo han acusado en más de una ocasión de no tener criterio o de no decir claramente lo que piensa sobre diversas cuestiones...

Es una técnica del PP, que cree que si dicen que los problemas no existen, no existen. Y no es así. El PSdeG ha puesto criterios claros sobre la mesa desde el primer momento. Otra cosa es que el PP quisiera mirar hacia otro lado. Estas cosas se las dije al presidente de la Xunta la primera vez que nos reunimos, hace aproximadamente un año. Le propuse pactos de Estado para Galicia: la cuestión demográfica, la cuestión de la reindustrialización, la lucha contra el paro, la financiación, el sistema financiero... Y muchas más cosas que le propusimos con la premisa de que queremos un presidente fuerte fuera de Galicia para que haga valer los intereses de Galicia. Pero no sirvió de nada. Nosotros tenemos posiciones claras donde las tenemos que tener, pero el PP no es ambicioso y pretende decir que el partido mayoritario de la oposición no tiene criterio, pero no es cierto y el tiempo dará y quitará razones. El Partido Socialista ofrece acuerdos en cuestiones de país, no en cuestiones accesorias. El PP decía que todo iba a ir muy bien después de las políticas de austeridad, pero estamos peor que hace cinco años y salimos peor de la crisis que el resto del territorio español. Todo fue una ensoñación del PP y el PSdeG no va a caer en la trampa de las promesas que hacen año tras año y nunca cumplen. Nosotros seguimos en el camino de la coherencia, que es más largo, pero más seguro para recuperar la confianza de los ciudadanos.

Recuperar la confianza de la ciudadanía pasa por ser alternativa de Gobierno en un panorama muy cambiante. ¿Cómo se construye una alternativa de Gobierno en un campo de juego que no es el mismo, tampoco a nivel partidario?

Entendiendo estos cambios como normales, pero sin obsesiones. El PSdeG, desde que yo soy secretario general, no cae en la trampa de las obsesiones ni por una parte ni por la otra. Creemos que tenemos que hacer política dentro de los pilares con los que se reconoce a la socialdemocracia, tanto en Galicia como en Europa. Nos encontramos en un momento que se refleja bien en dos cuestiones: primero, en los que detectan bien los problemas de la realidad pero que introducen soluciones que no son creíbles para la ciudadanía, y en otro polo, los que hacen una descripción irreal de la sociedad. Por una parte encontramos los fenómenos más populistas, por así decirlo, y en el segundo, el PP. En este marco, el PSdeG tiene muchas cosas que ganar. No abandonamos la senda de la confianza y de la credibilidad, la coherencia es muy importante. Y en Galicia, sobre todo, hace falta hacer un proyecto de país. Yo siempre le critico al PP que, durante seis años de Gobierno, Galicia no ha ganado peso en España, parece que el presidente de la Xunta está más preocupado por hacer puntos en Madrid que por poner en valor las cuestiones que nos diferencian del resto de territorios y pensar que Galicia es una nacionalidad histórica. No somos mejores ni peores que Murcia o La Rioja, pero somos distintos. Y en estos momentos de convulsión constitucional tenemos que saber que estamos en el campo de juego de las nacionalidades históricas. Pero ese papel Núñez Feijóo lo ha abandonado.

Galicia lleva seis años sin ganar ninguna competencia, la reforma del Estatuto está aparcada... ¿Falta debate político en el país, solo se habla de gestión?

Seis años después, lo que se está viendo es que tampoco hay gestión. El gran problema que tiene Feijóo es que cada vez más ciudadanos creen que las políticas de austeridad solo han servido para destrozar los servicios públicos. El PP tiene un problema de credibilidad; las cosas no están mejor y todo el esfuerzo que se hizo con las llamadas políticas de austeridad no ha servido para nada. Durante estos seis años Feijóo se ha preocupado más por ser un alumno aventajado de una política que no sabíamos dónde iba a dar que en poner en valor las cosas que se podían solucionar en Galicia. Convergíamos mejor con Europa y con España, y ahora hechos como la caída de la producción industrial en el último trimestre revelan que vamos muy por detrás del resto de las comunidades autónomas. En la lucha contra el paro ya no es que tengamos más paro, es que tenemos muchísima menos población activa. Es un escenario en el que, contra lo que se pensaba, Núñez Feijóo ni siquiera es un buen gestor.

Estas políticas de austeridad van a ser uno de los factores que estarán sobre la mesa en el reto electoral más inmediato, el de las elecciones municipales. ¿Qué se juegan el PSdeG y su secretario general en esos comicios?

Estamos en un momento de cambio político y el proceso de selección de candidatos ya no se hace desde la dirección, son las agrupaciones las que asumen esa gran responsabilidad. Se le pueden exigir responsabilidades a una dirección política cuando es ella quien elige a los candidatos, pero cuando son otros quienes los eligen, esta cuestión no puede volverse como un búmeran contra la dirección política. La dirección política suelta lastre de sus competencias y lo recoge la militancia, que tiene que saber que su decisión la responsabiliza. No se trata de salirse fuera del marco, sino de establecer el marco real. ¿Queremos votar? Queremos responsabilizarnos. Pero es verdad que en 2015 ve a haber elecciones municipales y el gran perdedor va a ser el PP. Pongamos, por ejemplo, el escenario de las tres ciudades de la provincia de A Coruña, con tres mayorías absolutas del PP. Los ciudadanos van a ver que no han servido para que Ferrol solucionara sus problemas de trabajo y desarrollo, que en Santiago vamos por el tercer alcalde, este elegido por personas que no son electas por los vecinos y en A Coruña, la gran Coruña no ha vuelto, sino que vamos hacia atrás. ¿Qué va a pasar ahora? Que el PP va a sufrir un fuerte palo y el PSdeG tiene una oportunidad. Si comparamos los mejores momentos de las ciudades gallegas, se relacionan con políticas socialistas desde los ayuntamientos. La ciudadanía reconoce que el Partido Socialista es el más municipalista y por el que la mayoría cree que pasaría la alternativa de gobierno en las ciudades.

En las ciudades, pero también en algunas villas, cabe la posibilidad de un escenario en el que el PSdeG no solo se tendrá que relacionar, en el ámbito de la izquierda, con formaciones como el BNG, sino también con movimientos como las llamadas mareas. ¿Cómo se debe relacionar el PSdeG con ellas?

Desde la forma de aceptar que la nueva política te lleva a tener nuevos interlocutores, pero sin obsesiones. Nosotros tenemos que marcar nuestro proyecto asentándolo en nuestros grandes principios, fundamentalmente en la igualdad. Y después, siendo muy francos: ofreciendo un programa de gobierno, que los ciudadanos voten y digan qué marco quieren para los próximos cuatro años, de diálogo o de proyecto único. Ellos serán los que marquen el camino que el PSdeG debe recorrer en el futuro. Cuando me preguntan por las grandes coaliciones yo siempre digo que se hacen con los ciudadanos, que votan y dicen lo que tenemos que hacer. Ese es el escenario que el PP no quiere; se acaba de ver su juego, que se inició con la propuesta de reducción del Parlamento y que continuaba con la siguiente jugada, reducir la capacidad para elegir las alcaldías. Donde se establecía el aprobado en un 5, ahora el PP dice que está en el 3. El PP quería reducir la democracia y adaptarse a la nueva política agrrado a la poltrona. En ese nuevo escenario el Partido Socialista tiene que jugar como siempre lo ha hecho cuando ha tenido intención de ganar: siendo tolerante, respetuoso con la decisión de la ciudadanía y poniendo por delante su programa político. Esta nueva política puede provocar reacciones de miedo, que es la que está provocando en el PP, pero también de tranquilidad, respeto y tolerancia, que es como va a responder el PSdeG.

Menciona el caso de Santiago, una ciudad en la que va a estar muy presente el debate de la corrupción, igual que en otras de Galicia. ¿Cómo se puede transmitir a la ciudadanía que un cambio en las instituciones puede servir también para abrir las ventanas y desterrar prácticas que se perciben como generalizadas? Tenemos operaciones judiciales abiertas que mantienen una mancha negra sobre buena parte de la actividad política de Galicia...

Ya llevamos unos años con una situación judicial convulsa. Después del quinto o sexto año de ese tipo de operaciones, la gente sabe extraer conclusiones y separar el grano de la paja, ver dónde hay una operación claramente corrupta y dónde hay conductas reprochables que no entran en el ámbito de la corrupción. El ciudadano también está aprendiendo. ¿Cómo tiene que comportarse un partido? Con absoluta responsabilidad, dando señales inequívocas de que no está compadreando con ninguna práctica corrupta. Ofreciendo una manera de hacer política con un espíritu de transparencia y con una voluntad clara de que la ciudadanía perciba que el gestor político quiere y debe rendir cuentas. Esto no ocurría hace veinte años, pero ahora sí. El Partido Socialista va a afrontar esta nueva política con los principios renovados: transparencia, rendición de cuentas, máxima información y sin complejos. Esto es lo que marca esta tercera generación de socialistas, que no tenemos complejos. Y eso es lo peor que le puede pasar al PP. Respetamos lo que se hizo en el pasado, pero no nos condiciona para el futuro. Y en esa línea es donde el Partido Socialista puede tener mejor enlace con la ciudadanía. Asumimos nuestro pasado y no lo podemos cambiar, pero no nos condiciona el futuro. Las soluciones del pasado no tienen por qué servir para el futuro. Y esa falta de complejos tiene desnortado al PP, mientras que el ciudadano ya ve que los nuevos dirigentes no tienen nada que ver con Felipe González o Zapatero, partiendo de las cosas buenas que hicieron, pero con una nueva generación.

¿Se ha abusado de la figura de la imputación contra el rival, llegando a confundir a la ciudadanía sobre lo que implica?

Totalmente. Y yo creo que la ciudadanía lo percibe y, por eso, sabe cuándo se encuentra con un político honrado y cuándo no. Esto también ha supuesto un proceso de formación para todos: para los medios de comunicación, para los políticos y para la ciudadanía. Por eso de esto saldremos más fuertes.

En ese contexto, hace falta marcar las fronteras de cuándo se debe dimitir. ¿El Partido Socialista la mantiene en el juicio oral?

Sí, y nos costó trabajo llegar a esa posición, a mí también. Estos tiempos no permiten llegar a la última frontera de la sentencia judicial. Por eso hay que fijar un criterio, que puede no ser cien por ciento justo, pero para nosotros es lo justo entre el mantenimiento de la presunción de la inocencia y la imputación, por la cual se cometerían tremendas injusticias. El Partido Socialista es el único que tiene un criterio claro: ningún socialista se sentará en el banquillo de los acusados ostentando la condición de socialista. Otros partidos están dando imágenes dispares; en el PP va en función de cómo se levante su presidente, al que unos comportamientos le parecen inadmisibles y otros, admisibles. Otros partidos, que se han llenado la boca, se están viendo con la realidad de que lo importante es tener un criterio. Y otras formaciones políticas sin experiencia hacen un planteamiento muy demagógico, pero cada uno elige su escenario. Quien tiene un criterio claro es el Partido Socialista, que puede gustar o no, pero lo razona y lo aplica cuando lo tiene que aplicar.

“El café para todos está absolutamente agotado”

Besteiro, durante la entrevista

La cercanía de las municipales implica también la recta final de su segundo mandato en la Diputación de Lugo. Dice el PP que usted no dialoga con la oposición pero pide que ellos lo hagan en el Parlamento...

Solo quien no quiere ver la realidad no se entera de la diferencia entre la Diputación del PP y la Diputación socialista. Nosotros, en cinco días, le facilitamos a la oposición toda la documentación y puede disfrutar de instalaciones para hacer su trabajo. No me resisto a compararlo con la anterior época, cuando la Diputación de Lugo era considerada por el Defensor del Pueblo como institución hostil y entorpecedora y ahora somos la sexta más transparente de España. Nos quedan mucho por hacer, pero estamos a una distancia sideral de las prácticas que hacía el PP en la Diputación de Lugo y de las que hace actualmente en el Parlamento de Galicia, donde, si contemplamos cuántas preguntas responde el señor Núñez Feijóo, veremos que seis de cada diez no son respondidas. La gente empieza a percibir cuándo Feijóo no contesta a las preguntas, cuándo no da información y cuándo el PP persigue que el Parlamento sea una institución cerrada, donde molesta que el secretario general del PSdeG hable el día del debate sobre el estado de la autonomía.

Dice el presidente de la Xunta que el problema es que falta calidad en el Parlamento y no por parte del PP...

Al PP lo que le interesa es que haya fiesta en el Parlamento. Es verdad que el PSdeG no entra en esos juegos, porque el PP quiere devaluar el Parlamento y que la gente piense que es una institución prescindible, por eso lo quiere reducir. A partir de ahí establece un juego en el que algunos sí entran y que el PP utiliza para devaluar también cualquier tipo de alternativa de Gobierno. El PSdeG va a seguir reivindicando sus políticas, trayendo la ciudadanía al Parlamento y haciendo de él la primera institución de Galicia, que no es la Xunta. No se verá al PSdeG haciéndole el juego al PP, que es lo que quiere.

¿Salió el presidente de la Xunta airoso del reciente debate de política general?

Yo lo vi muy flojo. Ese debate lo tiene que ganar con suficiencia el Gobierno, que es quien tiene que poner sobre la mesa los retos de futuro. Ni siquiera dio cifras de macroeconomía: cómo vamos a estar de paro, de producción industrial, cómo va a ser nuestra capacidad de generar ingresos, cómo va a evolucionar la deuda pública... Tampoco nos habló de los retos de futuro y, en el año seis, como a él le gusta decir, de la era Feijóo, no tiene nada que ofrecerles a los gallegos y ya no le puede echar la culpa a nadie. Todos esos saltos de rama en rama que hacía, hacia un objetivo cada vez mayor, de todas las expectativas que fue generando, no ha cumplido ninguna. Ni la del paro, ni la reactivación económica... Y ahora, se le acaban las disculpas. Tiene un problema de credibilidad, ya no le cuela que sea el magnífico gestor que dijo ser. Y el debate fue un fiel reflejo de ello.

¿Se ve como candidato para hacerle frente en las elecciones de 2016?

Queda mucho tiempo. Para mí sería muy fácil formular un escenario en el que, una vez que salgo secretario general, convoco unas primarias a los dos meses para conseguir el nombramiento para candidato a la Presidencia de la Xunta, pero no lo quise hacer. Y me satisface que Pedro Sánchez haga lo mismo. Eso será algo que se debatirá en su momento, cuando pasen las municipales, a nivel federal y, probablemente, también en Galicia. Pero ni él ni yo estamos obsesionados con esa cuestión. Será candidato el mejor y es lógico que el secretario general compita en ese proceso de primarias. Pero lo que no debe hacer un secretario general es aprovecharse de su condición para presentarse mejor a ese proceso. Eso libera al secretario general de estar obsesionado con ese tema y puede centrarse en hacer un proyecto de país más fuerte, un partido más fuerte y saneado y un partido que sea alternativa real al PP: estaremos preparados para afrontar ese proceso en 2016 y el PP está mucho más debilitado que hace tres años. Tiene una huida de su electorado tradicional, que era absolutamente seguidor y seguidista del PP, y eso es muy grave para él.

¿Hay partido, por lo tanto, para el cambio político en Galicia?

Totalmente. Cualquiera que vea los estudios sociológicos con una lectura profunda se dará cuenta de que hay partido y de que cada vez lo va a haber más.

Se refiere a Pedro Sánchez en términos positivos. ¿Qué tal le va al PSdeG con la nueva dirección del PSOE?

Nos va bien, porque sabemos cómo formular nuestra relación. Yo quise romper con el escenario personalista que partía de que cuantas más personas hubiera en una Ejecutiva, más sintonía o más poder se tiene en ella. De nada sirve tener tres personas en una Ejecutiva si es flor de un día. Nosotros queremos que los problemas de Galicia estén presentes en la agenda federal, que nunca lo han estado: temas como la reindustrialización, la energía, la demografía, la recuperación del sector primario, el naval... Así es, y las primeras propuestas lanzadas por la Ejecutiva de Pedro Sánchez van dirigidas a la reindustrialización y el próximo escenario será un debate sobre lo relacionado con la demografía. Y, a nivel personal, no interfiere para nada con defender los intereses del PSdeG, sino todo lo contrario: como por ejemplo con la reforma constitucional, que es la única propuesta seria para resolver el llamado conflicto catalán, que no deja de ser un conflicto también de las otras nacionalidades históricas, del País Vasco y de Galicia. El camino no es saltarse la Constitución ni bloquearla. Este país no es el que era hace treinta años y no tenemos que tener miedo a abrir y adaptar la Constitución. Ya no es solo por la cuestión catalana y de las nacionalidades históricas, sino porque esta sociedad ha cambiado muchísimo.

¿Da por agotado el café para todos? ¿La igualación por arriba no da más de sí?

Claro está que está absolutamente agotado y para eso hay que hacer una reformulación de la Constitución. Ese sistema no ha servido ni para las comunidades que pensaban que con el café para todos iban a solucionar sus problemas. Tenemos la amenaza de decir qué entendemos por Estado de Bienestar y, mientras no volvamos a señalar sus marcos, estaremos permanentemente viviendo una situación de tensión económica, política y social. Ese debate es el que no quiere abrir el PP, porque la mayor parte de los ciudadanos quiere un Estado fuerte en ese sentido y el PP sabe que, si se abre ese melón, va a encontrarse con una mayoría que desea un Estado del Bienestar fuerte.

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