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“El clasismo y el racismo están unidos; si yo fuese futbolista, habría entrado en en el pub”

Massamba Djitté, durante la entrevista

Praza Pública

Massamba Djitté es senegalés y lleva tres años viviendo en Galicia. Hace dos semanas, fue una de las personas que participó en el testing con el que SOS Racismo pudo comprobar -y confirmar- la discriminación racista que se da en el acceso a locales de marcha. Fue a través de un estudio llevado a cabo en A Coruña, pero también en otras cuatro ciudades del Estado. El resultado, después de todas las experiencias, fue que en el 37% de los establecimientos visitados se detectaron casos de xenofobia. Dos pubs coruñeses le negaron la entrada a este joven, y a varios más, argumentando que había “una fiesta privada” mientras permitían el acceso a varios compañeros de origen y rasgos europeos. Él, africano, y otras parejas latinas y magrebíes fueron vetadas.

“Lo peor es que cuando les pides explicaciones, con toda la educación, simplemente no te las dan e insisten en lo de la fiesta privada; cuando les dije a los porteros que eso era imposible, porque mis amigos gallegos estaban dentro y no tenían ningún convite, no supieron qué responder y dijeron que no entrábamos porque no les daba la gana o no les salía de los cojones”, explica Massamba, de 34 años, que habla gallego, español, francés e inglés y está licenciado en Turismo. Para él, en España y en Galicia “hay racismo”, aunque aclara que “para nada es algo mayoritario”.

Fue en dos locales de copas, Dux y Studio54, que además ya eran reincidentes, donde volvió a sentir una discriminación que ya había sufrido antes en esos mismos locales o en otros lugares. Y se muestra convencido de que el racismo también le impide conseguir el trabajo que lleva meses buscando. “Si hay gente que piensa que no puedo estar en un pub junto al resto de la gente, ¿no puede pensar lo mismo gente que me podría contratar?”, se pregunta un hombre que ejerce de voluntario dando clases de idiomas y entrenando a un equipo de chicos de un barrio coruñés. Tiene el título oficial de entrenador juvenil, jugó al fútbol a nivel semiprofesional en su país y espera que por fin aquí le convaliden sus estudios de Turismo.

“El racismo en estos locales nocturnos es evidente y se puede comprobar, pero el que existe en otros ámbitos es menos visible; simplemente no te contratan o no te dan la oportunidad de integrarte más en la sociedad”. Habla de integrarse más una persona que está más que integrada. Comparte piso con dos personas gallegas, tiene un amplio grupo de amigos en A Coruña y colabora con varias asociaciones como voluntario. “No tengo sueldo pero yo lo hago porque me gusta y porque con esto también ayudo a la gente de aquí”, cuenta quien insiste en que “si no fuera de Senegal, lo tendría más fácil para encontrar trabajo”.

También tiene claro Massamba que la discriminación sufrida en varios locales nocturnos no sería tal si él fuera rico o famoso. “El clasismo y el racismo no se pueden separar; si yo fuera futbolista habría entrado sin problemas en esos pubs; de hecho, si Sissoko [en referencia al jugador del Deportivo originario de Costa de Marfil] hubiera intentado entrar, estoy seguro de que él no tendría obstáculo ninguno”, explica quien advierte de que “de tener posibilidades” denunciará ante la Justicia lo ocurrido hace dos semanas en la noche coruñesa. “Es difícil intentar explicar lo que se siente si no te ocurre a ti, pero imaginen que un grupo de personas van a Madrid, intentan entrar en un bar y no les dejan porque son gallegos... Pues la sensación es esa”, añade.

“Es honor y dignidad”

Con todo, lo que más le molesta a Massamba son “las formas”. “Esa superioridad con la que te hablan, esa manera de decirte: 'aquí mando yo'”, dice quien sabe que, en la mayoría de los casos, los porteros de los locales “tan solo cumplen órdenes y cobran por hacer su trabajo”. También tiene claro que las actitudes que él y otros compañeros sufrieron deben ser denunciadas. “Lo primero que tiene que hacer la sociedad española o gallega es saberlo, saber que estas cosas pasan y luego que actúen en consecuencia; en mi caso, yo no volvería a entrar en esos locales y mis amigos de aquí ya me dijeron que no volverían a ir, pero lo importante de verdad es que se sepa”, insiste.

Massamba sabe que muchos de sus compatriotas senegaleses -hay más de 800 empadronados en A Coruña- le recomiendan que no denuncie la situación o prefieren no meterse en problemas, pero él lo tiene claro. “Lo hago por mí pero también por mi gente; es honra y dignidad porque a nadie le gusta que lo humillen. Mi primo está casado aquí con una española y tienen una hija; no quiero que esa chavala sufra en el futuro la discriminación que algunos de nosotros tenemos que sufrir”, asegura quien, a pesar de estos casos aislados, dice estar “cómodo y contento” en Galicia, aunque no descarta volver a emigrar si ello le posibilita mejorar sus condiciones de vida.

También tiene claro que el racismo es “tan solo ignorancia” y recuerda cómo fue recibido con desconfianza en alguna parroquia rural a la que fue invitado por amigos para luego convertirse en uno más de la familia. “Cuando están contigo y te conocen, se enteran de que eres uno más de ellos”. Una reflexión tan real como obvia. Massamba seguirá dando clases y entrenando a los chavales de su equipo de fútbol. Y seguirá disfrutando del Mundial animando a Costa de Marfil, su favorita en esta edición en la que no participa Senegal, mientras recuerda que en Francia “hay varios senegaleses representando al país e incluso ha habido ministros de raza negra”. “Esas cosas también ayudan a que el racismo vaya desapareciendo”, concluye.

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