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El despoblamiento rural amenaza la protección del patrimonio artístico en Galicia

Monasterio de San Salvador de Cins, en Oza dos Ríos

Marcos Pérez Pena

En Galicia hay más de setecientos bienes inmuebles inscritos como Bienes de Interés Cultural, casi cuatro mil iglesias parroquiales y alrededor de diez mil cruceiros, según algunas estimaciones. Una riqueza patrimonial, de mayor o de menor valor según los casos, que en una cantidad muy importante se encuentra en las zonas rurales. La despoblación que afecta a estos lugares, con un número creciente de aldeas abandonadas (se calcula que alrededor de 1.500), es una de las principales amenazas para este patrimonio artístico. Iglesias, pazos y casas señoriales víctimas de robos o, simplemente, de la degradación provocada por el desuso.

Recientemente ha sido noticia la situación de la iglesia de Labrada, en Guitiriz, cuyos frescos del siglo XVI están amenazados por las humedades y las filtraciones de agua. Es tan solo uno de los muchos tesoros patrimoniales presentes en el rural gallego, en muchas ocasiones casi desconocidos, excluidos de los circuitos turísticos y a veces, como en este caso, necesitados de una mayor protección y de recursos para su mantenimiento. Y hay muchos más. Hace unos días la prensa se hacía eco igualmente de otra joya no muy conocida: la iglesia de Tirimol, en Lugo, con tres valiosos retablos barrocos obra de Domingo de Andrade. Y por escoger otros ejemplos, entre los muchos existentes, podemos hacer referencia a la iglesia de Ventosa, en Agolada, con una maravillosa colección de escultura medieval; o la de Santa María de Pesqueiras, en la Ribeira Sacra lucense, ambas destacadas por Manuel Gago en su blog y ambas de difícil acceso para los visitantes, a pesar de su valor.

El patrimonio gallego está regulado por la Ley 8/1995, del Patrimonio Cultural de Galicia y también por la Ley 3/1996, de Protección de los Caminos de Santiago. Esta previsto que en el presente período de sesiones del Parlamento de Galicia llegue a la cámara una nueva ley de patrimonio que, sobre todo, refundirá estas dos normas en una sola. También es preciso hacer mención al Decreto 232/2008, del Inventario General del Patrimonio Cultural de Galicia, que desarrolla la ley de 1995 y que complementa las figuras de protección de Bien de Interés Cultural (BIC) y de Bien Catalogado presentes en la norma.

No obstante, parece que el principal problema no está en la legislación, considerada suficiente por los expertos en la materia. Para Felipe Arias, “en principio la ley no es mala. Sobre el papel, la mayor parte de las leyes de patrimonio son bastante buenas, y también lo es la de Galicia. Pero en el medio rural hay muchos aspectos que acaban escapando a la ejecución de la legislación”. Destaca que “hay una cuestión de medios, porque efectivamente hacen falta medios para conservar el patrimonio, pero también es una cuestión de sensibilidad, de educación, de autoaprecio, de autoestima”. “Y después están los mecanismos de protección, que en Galicia siendo teóricamente buenos, pero son malos de poner en práctica, en buena medida por la dispersión de la población. Y en estos momentos también por la caída demográfica en el medio rural”, concluye.

“Antes también se estropeaban iglesias y otro patrimonio en la zona rural” –continúa Arias–, “pero había una población em el medio rural que protegía ese patrimonio utilizándolo, a veces mal-utilizándolo, pero otras veces utilizándolo bien e incluso enriqueciéndolo y mejorando ese patrimonio”. “Hoy en día el abandono del rural se refleja muy bien en la conservación del patrimonio. No solo en las iglesias, sino también en pazos y casas de la hidalguía rural que se han ido abandonando en los últimos 50 años y que hoy son pura ruina. Esto es muy malo de resolver simplemente con una buena legislación”, concluye.

Lo mismo opina Ramón Yzquierdo, que afirma que “no se trata de que la legislación sea buena o mala. La historia es que no se gastan recursos en una protección eficaz del patrimonio”. “Los robos en las iglesias rurales son frecuentes. Y además de los robos está toda la cuestión de abandonos de iglesias o casas grandes y la ruina que eso lleva consigo”, destaca. “La despoblación del campo es el mayor riesgo que hay para el patrimonio, porque lleva al abandono, el abandono lleva al expolio y el expolio lleva a la pérdida. Hay que concienciar a la gente de que eso hay que conservarlo, esté o no poblado, de que ese patrimonio es uno de los fundamentos de la cultura”, concluye.

Yzquierdo hace hincapié en la concienciación y en la educación, “otra de las claves es la falta de una conciencia colectiva de que esos bienes, al margen de que tengan un dueño o no, son una cuestión que nos afecta a todos. Cultura debería hacer un esfuerzo mayor”. “Si uno no valora adecuadamente lo que tiene, es difícil conservarlo. Si la gente tiene más conocimiento sobre el patrimonio, sería más fácil que se implicara más y que se conservara. Es un proyecto a largo plazo”, añade.

Los inventarios

“Tener un inventario es muy importante; difícilmente vas a proteger algo que no sabes que existe. Pero tampoco tener un inventario perfecto te garantiza que eso vaya a estar protegido”, destaca Felipe Arias, que lamenta que el alcance de varios de estos inventarios sea irregular, o que no tengan una aplicación real o una posibilidad de consulta inmediata: “deberían actualizarse continuamente y tener una aplicación mayor de la que tienen. Ya no digo que estén online, pero que cuando menos tengan una aplicación real. Hay inventarios muy buenos pero que se han quedado en instituciones y de ahí no pasan”.

Desde 2011 funciona la web Patrimonio Galego (patrimoniogalego.net), un proyecto colaborativo de identificación y catalogación de bienes cuturales, realizado de manera social y que ya ha superado los seis mil bienes inventariados, prácticamente en todos los ayuntamientos de Galicia. Sus responsables destacan que “uno de los grandes problemas para el patrimonio cultural gallego es que los ciudadanos no sabemos lo que tenemos. La Administración autonómica no hace pública en Internet la información de la que dispone sobre los Bienes Culturales”. Y eso que el artículo 22.3 de la Ley de Patrimonio señala que “el acceso al Inventario general del patrimonio cultural de Galicia será público, en la forma que reglamentariamente se establezca”.

“También carecemos de una visión clara del estado de conservación y difusión de cada uno de los bienes”, subrayan. Esa fue una de las principales razones que los llevó a poner en marcha este Catálogo Social del Patrimonio. La web, además de funcionar como un completo registro, informa de los mecanismos para denunciar una agresión al patrimonio.

El acceso público

En muchos de estos monumentos el acceso público está condicionado a los horarios de las misas o a la existencia de una persona, en el lugar o a las afueras, que posea una llave. “El abandono del rural lleva a esto. Tú antes llegabas a un núcleo rural y casi siempre podías dar con alguien que tenía la llave. Hoy a la mayor parte de los núcleos rurales adonde llegas para ver una iglesia, pues no hay nadie”, comenta Felipe Arias, que añade que “el patrimonio es de todos, el patrimonio es un bien social, un bien público. Pero hay mucho patrimonio que está en manos privadas o semi privadas, como es el caso de la Iglesia”.

Hay una exigencia, eso sí, de que a ese patrimonio cuando está declarado bien de interés cultural se garantice un mínimo acceso. Sin embargo, como el propio Arias reconoce, “es complicado por la falta de medios y por la falta de gente”. “Y también por un problema de seguridad: tú no puedes dejar las iglesias abiertas a todo el que pase, porque en dos años te quedas sin todos los bienes que hay en la iglesia. Hacen falta medios”, destaca.

Felipe Arias señala a este respecto que “en otras comunidades autónomas y en otros países se recurre al voluntariado, a asociaciones culturales que se encargan de abrir, de guiar, de enseñar”. “A lo mejor era una vía que había que explotar más, sobre todo en estos tiempos de crisis en los que el patrimonio y la cultura son los primeros en pagar. En estos casos, por supuesto, uno debe asegurarse bien de en qué manos se pone eso”, añade.

“El turismo es importante, desde luego” –concluye Arias–, “pero por autoestima tú tienes que tener tu patrimonio cuidado”. “Esto es un tema de educación, desde la etapa infantil. Siempre insisto en que se tiene que educar en la importancia del patrimonio como se educa en la protección del medio ambiente o en seguridad vial”, reitera.

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