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Así se enseña a un dron a rodar escenas de James Bond mejor que los humanos

Una de las escenas de acción más complejas de la película 'Skyfall' de la saga de James Bond

Lucía Caballero

Son las nueve de la tarde y un coche circula por la calle a toda mecha mientras una multitud de personas se agolpa tras un cordón para curiosear. Mientras, desde el aire, un pequeño vehículo hace cabriolas y persigue al automóvil como si fuera un pájaro electrónico. La escena, que no es otra que la de un rodaje cinematográfico, se producía la semana pasada en la ciudad estadounidense de Edwardsville durante la grabación de algunas secuencias de la película ‘The Empty Man’. 

Podría haberse tratado de cualquier otro punto del planeta: el uso de drones para filmar imágenes desde las alturas o desde ángulos complicados y con gran rapidez se ha convertido en una práctica de lo más habitual en el séptimo arte.  ‘Jurassic World’, ‘El lobo de Wall Street’ y títulos españoles como ‘Ocho apellidos vascos’ o ‘El niño’ son solo algunos de ejemplos de películas que deben muchos de sus espectaculares planos a uno de estos cámaras voladores.

Pero más allá de persecuciones callejeras y hermosos paisajes, hay algunas escenas complejas donde estos vehículos pueden resultar muy útiles. Las secuencias de acción salen especialmente caras y dejan poco margen a la creatividad de los cineastas. Para ahorrar gastos y facilitar la grabación en estos casos, un equipo de investigadores europeos, entre los que se encuentra el español Javier Alonso-Mora, ha desarrollado un algoritmo que permite a los vehículos aéreos filmar las escenas por sí mismos siguiendo un esquema predeterminado por el director de fotografía.

Pongamos, por ejemplo, el caso de la película ‘Skyfall’, la tercera de la saga de James Bond‘Skyfall’. Concretamente, la parte en la que el agente 007 pone los pelos de punta a sus fans mientras forcejea con su adversario sobre el techo de un tren que avanza a toda velocidad. El ángulo de la cámara cambia rápidamente para crear tensión; a un primer plano de la cara de Bond le sigue uno medio de la lucha para acabar con una vista panorámica del entorno y el convoy.

Grabar esta escena de unos pocos minutos fue sumamente costoso en términos de personal, material y tecnología. Hicieron falta varios operadores de cámara apostados durante horas en diferentes localizaciones para capturar las distintas imágenes, e incluso se instaló una grúa en el techo del tren para los primeros planos.

El objetivo de la herramienta desarrollada por Tobias Nägeli, de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH), y sus colegas de la ‘spin off’ de la ETH Embotech GmbH y de la Universidad de Tecnología de Delft (donde trabaja Alonso-Mora) es conseguir que filmar este tipo de secuencias sea mucho más barato y se necesiten menos recursos.

Menos personal, menos inversión

Para grabar desde el aire cualquier tipo de escenas se requieren, generalmente, dos profesionales como mínimo: un piloto de drones experimentado y un experto que controle el ángulo de la cámara. Más allá de que la filmación exige un arduo trabajo, contratar a ambas personas se traduce en un gasto importante que los productores podrían ahorrarse si el vehículo tomara las imágenes de forma autónoma.

Si bien es cierto que ya existen drones comerciales capacitados para seguir a una persona determinada (un actor) por sí solos, emplear uno de estos aparatos supone “que el director pierde control sobre el ángulo de filmación, así como la opción de captar a varias personas a la vez en la imagen”, explica Nägeli. “Por eso hemos desarrollado un sistema de control intuitivo” que permite obtener las escenas tal y como se necesitan.

El objetivo de la herramienta no es solo que los cineastas especifiquen con exactitud desde qué punto del espacio quieren la toma, sino que las imágenes cumplan con sus expectativas. Los investigadores ponen como ejemplo el caso de las aspiradoras autónomas: nadie les indica los rincones que tienen que barrer, basta con que dejen las habitaciones limpias para los inquilinos. Cómo lo consigan es cosa suya.

El algoritmo actúa, por así decirlo, como un intermediario entre el director de fotografía y el dron equipado con la cámara. Antes del vuelo, se fijan tanto parámetros técnicos de rodaje –como el ángulo de filmación, el actor al que grabar y los planos de seguimiento– como otros para delimitar el espacio por el que puede moverse el vehículo aéreo con seguridad.

En base a estas especificaciones y los datos proporcionados por GPS, el sistema recalcula la ruta 50 veces por segundo, determina el momento exacto en que debe cambiar de dirección y estima la velocidad de todos los objetos que le rodean para predecir su posición en el futuro, esquivar obstáculos y cambiar de trayectoria.

Para las primeras pruebas, Nägeli ha utilizado un dron comercial a la venta en internet por menos de 500 dólares (unos 420 euros) y un portátil donde se ejecuta el algoritmo y que está conectado al vehículo aéreo por radio gracias a una antena. El investigador ya había demostrado a principios de año que esta técnica, que permite grabar en un radio de hasta un kilómetro y medio, es efectiva. Según reflejaba en un estudio en el que también participaban científicos del MIT, un dron puede filmar de forma autónoma secuencias predefinidas, teniendo en cuenta el área que se quiere captar, la posición y ángulo en los que debe verse el actor y esquivando posibles obstáculos.

En la etapa más reciente del proyecto, Nägeli contó con la colaboración de una directora de cine de la Universidad de Artes de Zúrich para escribir el guion de una escena que requería diferentes cámaras y raíles para tomas de seguimiento. El investigador programó las indicaciones en dos drones que se comunicaban entre ellos. En ninguna de ellas aparecían trenes ni agentes especiales, pero consiguió grabar sin problema escenas complejas, como una a través de una ventana y otra en interior con dos cámaras a la vez, y evitar que las aeronaves colisionaran.

Del cine a los eventos deportivos

Los algoritmos desarrollados por estos investigadores no solo son útiles para la industria del cine. Además de en el rodaje de películas, podrían emplearse en la grabación de eventos deportivos, como las carreras de esquí, que exigen tomas dinámicas y rápidas y donde el uso de drones pilotados puede suponer una amenaza para los atletas.

Las cámaras que se utilizan habitualmente se deslizan por un cableado, pero también entrañan riesgos para los deportistas. “Nosotros hacemos lo mismo, pero virtualmente y sin cables”, asegura Nägeli. La técnica ideada por este investigador y el resto del equipo permitiría usar vehículos aéreos con una ruta prefijada con una distancia de seguridad mínima para proteger a las personas.

Pero sus usos potenciales transcienden las pantallas. Por ejemplo, los algoritmos podrían utilizarse para inspeccionar fábricas u otros equipamientos industriales o para establecer rutas aéreas rápidas y seguras por las que transportar sangre u órganos a los hospitales en caso de emergencia.

En cuanto al séptimo arte, “no queremos reemplazar a los directores ni responsables de fotografía”, advierte Nägeli. “Nuestro sistema está pensado para ampliar el abanico de herramientas disponibles para los cineastas y permitirles grabar tomas que hasta ahora eran imposibles o extremadamente difíciles”. Ya lo han patentado, están trabajando en mejorarlo y planean fundar una empresa para ponerlo a la venta. Cuando eso suceda, grabar las peleas de Bond podría ser pan comido.

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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Greg Clarke y Jonathan Kos-Read

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