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Esta ingeniera lleva 20 años entrenando a astronautas gracias a la realidad virtual

Evelyn Miralles, jefa del laboratorio de realidad virtual de la NASA

Ana Martínez Aguilar

En el espacio no existe el concepto de arriba y abajo y la consciencia del peso del cuerpo cambia. Controlar el movimiento y mantener el equilibrio son tareas muy difíciles, y además hay que hacer frente a los retos mentales que supone estar en una situación de estrés, aislamiento y experimentando sensaciones totalmente desconocidas. Por ello, la NASA invierte millones en entrenar a los astronautas y, durante esta larga formación previa, la realidad virtual cobra un papel protagonista.

Gracias a esta tecnología, los astronautas se preparan para el momento en que saldrán de la nave y darán su primer paseo por el espacio. Evelyn Miralles lleva más de 20 años liderando el programa de realidad virtual de la agencia espacial estadounidense. A través de un 'software' que ella misma ha escrito (llamado DOUG), reconstruye de manera extremadamente fiel una realidad que se encuentra a millones de kilómetros de la Tierra.

En el laboratorio donde trabaja, en el Centro Espacial Johnson de Houston, los futuros astronautas se pasan horas bajo los cascos de realidad virtual. El éxito de esta tecnología se explica fácilmente: es uno de los métodos más realistas a la hora de recrear el entorno galáctico desde nuestro planeta. De esta manera, los exploradores espaciales cuentan con una visión de lo que van a experimentar y sentir en una excursión muy peligrosa. “Entrenar usando la realidad virtual les da a los astronautas una sensación de serenidad, de seguridad”, explica la ingeniera a HojaDeRouter.com. “Los prepara mentalmente para realizar una actividad en un ambiente inhabitable”.

La entrada de Miralles en la historia de las misiones espaciales fue casual. Nacida en Venezuela, estudió en el país norteamericano informática y computación gráfica, los dos requisitos que buscaba la agencia cuando terminó la carrera. “Nunca me imaginé trabajar para la NASA”, recuerda. Comenzó construyendo un modelo en 3D de un posible hogar en la luna y más tarde participó en la célebre reparación del telescopio Hubbletelescopio Hubble.

Cuando el telescopio, lanzado en 1990, comenzó a enviar las primeras imágenes a nuestro planeta, las fotografías aparecían borrosas por un problema óptico. Para solucionar el error, fue necesario realizar la reparación 'in situ' y los participantes de la misión STS-6 fueron los encargados de ‘colocarle las gafas’ al Hubble, una máquina que ya había costado más de dos millones de dólares (alrededor de 1,8 millones de euros).

Ataviados con unos cascos de realidad virtual, los astronautas pudieron ensayar la operación antes de llevarla a cabo. Durante las prácticas, los ingenieros se dieron cuenta que había que reconfigurar todo el proceso debido a un error de cálculo, un fallo que habría salido muy caro en el espacio.

Lo más duro fue “preparar la configuración gráfica para entrenar a los astronautas, estar seguros de que cubríamos todos los aspectos y las dificultades de la misión”, cuenta la ingeniera. Para recrear la reparación del espejo del telescopio, fue necesario un 'software' nuevo que reprodujera con exactitud cada detalle de la tarea. Miralles es coautora del programa, Dynamic Onboard Ubiquitous Graphics (DOUG), que se utilizó para ensayar la reparación y que, desde entonces, se utiliza en todas las misiones espaciales.

Tras el éxito del Hubble, la NASA decidió aumentar su impulso del laboratorio de realidad virtual. En 1994 se incorporó el aprendizaje inmersivo de Simplified Aid for EVA Rescue (SAFER), un chaleco salvavidas para las excursiones espaciales. Aunque los astronautas tienen una mochila a modo de pequeño cohete con la que realizan los paseos cósmicos, también cuentan con un sistema de emergencia por si algo falla y tienen que flotar en el espacio sin nada que les impulse. A diferencia de otras naves, la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés), con la que Miralles trabaja, no puede maniobrar para rescatar a un miembro de la flota.

Como es natural, los aparatos que se han utilizado para sumergirse en los mundos virtuales han ido transformándose a lo largo del tiempo. Desde un Flight Helmet Virtual Research de 1991 hasta una serie de N-Vision Datavisor utilizados desde principios de los noventa hasta los inicios de 2000.

Más tolerancia

Miralles lleva 16 años siendo la única mujer del equipo. Aunque afirma que su experiencia ha sido positiva la mayor parte del tiempo, tuvo que hacer frente a la presión de ser la voz femenina del departamento. “Ser la única mujer, madre, elevaba la presión aún más”, explica refiriéndose al estrés de su trabajo.

“Me encontré en momentos donde pensé retirarme, pero no lo hice gracias a mi padre. El siempre me inculcó la constancia y la importancia de ser una mujer independiente”, recuerda. “Seguí trabajando y aprendí a manejar las situaciones que se me presentaban desde una perspectiva diferente, llegándome a ganar el respeto de todos los que trabajaban conmigo”.

Tras muchos años de trabajo, la ingeniera echa la vista atrás y ve que la mayor dificultad de su carrera ha sido equilibrar el trabajo y la vida familiar. Aunque con el paso de los años cree que la situación ha cambiado, todavía no es la apropiada. “Es importante educar, tanto hombres como a mujeres, a ser más tolerantes”, aconseja.

Al tiempo que evoluciona la tecnología, Miralles espera que lo haga también la sociedad. La realidad virtual, que comenzó como una herramienta incipiente y formativa, se ha convertido en una revolución por la que apuestan los gigantes tecnológicos. En la NASA, ya forma parte del día a día de la organización y es un elemento esencial en cada misión que incluye una caminata galáctica.

Incluso ha llegado a salir al propio espacio. El sistema de realidad virtual no solo se utiliza en el centro de entrenamiento de Houston, sino también en la Estación Espacial Internacional para que los astronautas entrenen, puesto que cada vez pasan más tiempo fuera hasta que vuelven a la Tierra. El sistema utiliza una gráfica 3D que replica cada elemento de la ISS y cambia cada vez que lo hace la nave.

Así, el trabajo de Miralles, concretamente el 'software' DOUG, se ha extendido a las misiones y naves de la agencia. Cada vez que un astronauta pasea por el espacio, seguro que agradece a la ingeniera y a su equipo el haber podido practicarlo muchas veces en el mundo virtual.

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Las imágenes que aparecen en este artículo son propiedad de la NASA (1, 3) y skeeze

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