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El surf divertido y sostenible

La materia prima de las tablas Flama es la madera de tipo Paulowna. / Flama

María Muñoz

De como un diseñador gráfico, amante del surf, la montaña y el medio ambiente acaba dirigiendo un refugio en el Pirineo donde aprende carpintería para terminar poco después fabricando tablas de surf de madera y ofrecer una alternativa a las sintéticas, y más contaminantes. Es la historia de Flama, una empresa de Barcelona en la que Sergi Galanó hace a mano tablas de madera a partir de una materia prima que aligera el peso y permite una rápida reforestación con una técnica que hace que sus productos sean biodegradables casi al 100%.

“Hago surf desde hace 30 años, me gusta el mar, la montaña y siempre he estado muy implicado en el cuidado del medio ambiente porque entiendo que es algo que está ahí, que forma parte de mi manera de hacer las cosas y todo debería hacerse siguiendo criterios de sostenibilidad”, explica Sergi Galanó, un diseñador gráfico, que tras 10 años en ese ámbito decidió un buen día tirarse al monte para abrir un refugio en el Pirineo. Allí aprendió el oficio de carpintero por necesidad. “Si necesitaba una cama me salía más barato hacerla y empecé con la carpintería”, cuenta.

No dejó de surfear y empezó a darle vueltas a cómo construirse sus propias tablas, aunque tenía claro que no quería hacerse una como las convencionales de fibra. “El 80% está hecho de espuma de poliuretano y luego están recubiertas de varias capas de resina de vidrio, el proceso de elaboración es altamente contaminante y luego son prácticamente imposibles de reciclar”, señala Galanó, quien subraya que si cada año se compran en Europa unas 80.000 tablas, cada una tiene una vida útil -dependiendo del uso- de entre cinco y seis años, “se están tirando anualmente un montón de tablas irrecuperables y muy contaminantes”.

Madera ligera

Hasta que un día encontró la madera Paulownia, más ligera que otros tipos y, sobre todo, con un rápido crecimiento y aportando muchos nutrientes a la tierra. “Es una madera ligera pero muy dura y resistente al agua y empecé a plantearme a hacer una tabla”, explica el diseñador. Comenzó a experimentar y a tratar de descubrir la técnica que sellara perfectamente el cajón o blank. “Mis tablas están huecas por lo que lo difícil era conseguir que el agua no entrara y no se hundieran”, continua el diseñador.

A fuerza de probar logró su tabla Flama con una técnico de sellado manual y en frío que ha ido perfeccionando con el tiempo. “Las tablas son 99% orgánicas porque la cola y el barniz son los únicos materiales sintéticos”, explica. Traspasó el refugio del Pirineo y se instaló en la localidad barcelonesa de Premiá del Mar. Tres años después ya se ha cambiado a un taller más grande y se está planteando contratar a otra persona.

Trabaja siempre bajo pedido y fabrica una tabla de principio a fin o el cajón para que luego el shaper -los artesanos especializados en dar forma a las tablas de surf- la moldee según las peticiones de cada cual. “Cada persona quiere su tabla de una manera u otra según el tipo de ola, el peso o la altura y el shaper me puede mandar el diseño, yo le fabrico el cajón y se lo envío de vuelta con las indicaciones necesarias, como por ejemplo indicar hasta dónde pulir para no perforar la madera”, explica Galanó.

Cuenta que las tablas Flama pesan un poco más que las sintéticas pero incluso los más escépticos se sorprenden al probarlas. “La diferencia está en la sensación que transmite, que es como surfear sobre mantequillasurfear”, explica. Al ser tablas de madera absorben las vibraciones y no se nota ningún “bache” como sí ocurre con las sintéticas. “Mi arma es cuando las prueban y entonces ves que todo el mundo sale del agua con una sonrisa”, afirma.

No son tablas que sirvan para la alta competición. Galanó tampoco lo pretende. “Las pequeñas no nos sirven a la mayoría de los mortales y somos más felices con tablas más grandes porque de lo que se trata es de mantenerte erguido el mayor tiempo y acabar la ola”, afirma. Y añade: “Surfear una tabla que haces con tus propias manos es mejor que pillar una buena ola”.

Con el nombre de su empresa buscaba una palabra fácil de recordar y pronunciar en varios idiomas : “flame”, en inglés, “flamme”, en alemán y francés o “fiammma”, en italiano. Con la llama cubría el fuego, que completaba al aire -que hay en el interior de la tabla- al agua y a la tierra, donde crece la madera. Al final de la vida útil de una Flama, si se tiene valor, como puntualiza su creador, se puede hacer una barbacoa en su honor y completar así el círculo de los cuatro elementos.

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