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Sanfermines, una época para los 'negocios exprés'

La actividad comercial se dispara durante las fiestas. En la imagen, un anuncio en la plaza del Castillo.

Garikoitz Montañés

Un día es una bajera sin uso, al siguiente abre un local que reparte bocadillos y bebida; antes podía ser una mercería y ahora ofrece souvenirs. No es la publicitada recuperación económica; se trata de los sanfermines. Las fiestas potencian entre el 6 y el 14 de julio la oferta comercial de Pamplona (y si eso se refleja en los precios se merece un debate aparte) y, aunque los viajeros ocasionales no se den cuenta, para la ciudadanía de la capital navarra es sorprendente ver cómo hay negocios que ya se daban por perdidos que reabren, se transforman o ultiman sus obras para poder funcionar tras el Chupinazo. Algunos de ellos permanecerán, pero muchos simplemente trabajan durante nueve días. ¿Y esta maniobra cumple todos los parabienes legales? ¿Hay controles que garantizan la seguridad alimentaria de estas operaciones? Desde el Ayuntamiento de Pamplona explican en qué consisten las mal conocidas como licencias exprés, que pretenden agilizar las inauguraciones comerciales.

La Universidad Pública de Navarra (UPNA) organizó entre el 30 de junio y el pasado 2 de julio un curso de verano en el que se analizaba el derecho sanferminero, según lo explicó el director de la iniciativa, el decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UPNA, José Francisco Alenza. El objetivo era detallar todas las circunstancias de las fiestas en las que entra el juego el Derecho, desde las agresiones sexistas al encierro, de los contratos laborales por San Fermín o las adjudicaciones públicas de las actividades del programa, para así reivindicar que, durante los sanfermines, Pamplona no se convierte en la ciudad sin ley. Y uno de esos temas de análisis fue, precisamente, cómo se desarrolla el control municipal de las actividades económicas y de ocio durante las fiestas, y cómo funcionan las mencionadas licencias exprés.

En realidad, según explican fuentes del departamento municipal de Urbanismo, el nombre está mal escogido porque no se trata de licencias, aunque el sistema sí pretenda agilizar las aperturas comerciales. Para ello, y como reflejo de otras normativas europeas, se ha impulsado el uso de las declaraciones responsables, cuyo arranque no depende de la Administración sino de la persona interesada en abrir un negocio, que la presenta en este caso ante el Ayuntamiento y no tiene que esperar a que este dé un visto bueno. Este cambio, tramitado a través de una orden foral el pasado mes de febrero, pretendía simplificar la burocracia y sustituir la necesidad de una licencia de actividad clasificada y de apertura por esa declaración responsable del promotor que, después, es controlada por la Administración.

¿Eso no puede suponer, por tanto, una relajación del control de los nuevos negocios? Desde Urbanismo reconocen la preocupación de la ciudadanía al oír que se producen aperturas sin licencia, pero defienden que hay trámites que siguen necesitando la participación de técnicos y la realización de obras, y que sigue habiendo supervisiones e inspecciones. El sistema, de hecho, es el mismo que funciona durante todo el año. No hay licencias específicas para las fiestas, salvo las de actividades eventuales, que se desarrollan en punto determinados de la fiesta, como el parque de la Taconera y el Bosquecillo, donde se instalan por ejemplo puestos de artesanía (se han contabilizado 160).

Desde la Asociación de Hostelería de Navarra, por su parte, exponen abiertamente sus dudas en torno al sistema. Su secretario general, Nacho Calvo, cree que hay muchos espacios que se abren en sanfermines sin las debidas medidas sanitarias, ni de seguridad, que en muchas ocasiones venden con barras directamente en la calle y, por tanto, generan más residuos y que “no aportan nada a la ciudad”. Y, además, creen que las medidas de control se complican durante las fiestas, y más con negocios que no están asentados, que un día abren y al siguiente pueden haber cerrado.

Fuentes municipales reconocen, de hecho, que la transformación de negocios en sanfermines es habitual. Algunos de ellos tienen, por así decirlo, truco. Hay tiendas que durante el resto del año no tienen actividad pero que todavía conservan una licencia que no ha caducado, y de ahí sus aperturas en muchas ocasiones solo para las fiestas.

Los controles, sobre todo de ruido y sanitarios

En cuanto a los controles, en sanfermines se realizan por parte del área de Medio Ambiente, además de la labor de la Policía Municipal, y están especialmente vinculados a dos prioridades: el ruido y las cuestiones higiénico-alimentarias. Lo habitual es que este tipo de controles puedan conllevar habitualmente el decomiso de los productos y, en casos más “extremos”, la clausura del local. Fuentes municipales reconocen, no obstante, que no es habitual.

También es cierto que hay que marcar prioridades porque, durante las fiestas, la población y los negocios se multiplican para una Administración que dispone de los recursos habituales, algo que consideran extensible a cualquier fiesta de esta entidad. De hecho, apelan a la responsabilidad de los y las consumidores para saber dónde se dejan el dinero, algo que puede ser efectivo para los navarros, navarras y visitantes habituales, pero no tanto para quienes no conocen la ciudad.

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