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Albert Rivera cierra el balance de su pacto con Mariano Rajoy con más sombras que luces

Albert Rivera saluda a Mariano Rajoy tras su investidura como presidente del Gobierno

Carmen Moraga

Albert Rivera cierra el año 2016 con un balance con más oscuros que claros en su relación con Mariano Rajoy al que hace escasamente dos meses terminó respaldando para que pudiera ser investido presidente del Gobierno. Las condiciones de ese apoyo quedaron plasmadas en un pacto con 150 medidas que, según advirtió el líder de Ciudadanos, eran “de obligado cumplimiento”.

Pese a que la sintonía entre Rajoy y Rivera siempre ha dejado bastante que desear, ese acuerdo sirvió para que ambos dirigentes vivieran durante cierto tiempo una etapa casi idílica a la espera de que pasara la tormenta entre los socialistas y éstos se avinieran a cambiar su “no es no” por la abstención. Como finalmente así fue tras lograr defenestrar a Pedro Sánchez.

Esa entrada en escena del PSOE y sus deseos de ejercer como principal partido de la oposición ante el temor de que Podemos ocupara ese espacio, sin embargo, se cobró de inmediato un daño colateral: al propio Albert Rivera. Desde entonces, el líder de Ciudadanos ha ido poco a poco constatando sus sospechas de que Rajoy “no es una persona de fiar”, una opinión que ha expresado en voz alta varias veces, entre ellas, el mismo día del debate de investidura. Los desplantes y ninguneos del presidente hacia el líder de Ciudadanos se han ido sucediendo a lo largo de las últimas semanas ante el estupor y el enfado de los dirigentes naranjas.

Las primeras alarmas saltaron cuando vieron que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, no les aseguraba el cumplimiento de uno de los asuntos sobre el que habían hecho casus belli : exigir que los defraudadores que se acogieron a la amnistía fiscal pagaran el 10% al fisco y no el 3% que abonaron finalmente. El plazo para reclamar la diferencia, según Ciudadanos, expiró el 30 de noviembre. El partido de Rivera ha tenido que conformarse con la palabra del ministro asegurándoles que desde la Agencia Tributaria se les seguiría reclamando ese pago. La cantidad a deber llegó a ser cifrada por los de Rivera nada menos que en 2.800 millones.

Poco después, tuvieron que tragarse otro sapo: el Gobierno y el PSOE cerraron sin contar con ellos el techo de gasto en vísperas de que se reuniera por primera vez el Consejo de Política Fiscal y Financiera para acordar el objetivo de déficit entre las Comunidades Autónomas.

El gesto de los socialistas llevó aparejada una recompensa para la nueva gestora: Rajoy dejó que se pusieran la medalla de haber logrado a la vez la subida del 8% del Salario Mínimo Interprofesional (SMI).  Este acuerdo solo va a suponer un aumento de 52 euros en 2017 pese a que la propuesta de Podemos, que había aprobado el Congreso apenas unos días antes con el apoyo del PSOE, era mucho ambiciosa y fijaba la subida en 800 euros para 2018 y 2019 y en 950 euros para 2020. El acuerdo, además, se cerró sin hablar con los sindicatos lo que causó un gran malestar en las principales centrales.

Quejas a Sáenz de Santamaría

Rivera esperó el momento para expresar sus protestas a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, con la que mantiene una relación mucho más fluida que con el propio Rajoy. Lo hizo el día en el que la 'número dos' del Gobierno acudía a la Comisión Constitucional del Congreso para desgranar los planes de su departamento, que ha sido reforzado con la cartera de Administración Territorial.

Pero la situación llegó a tensarse de tal manera que al final Rajoy decidió llamar a Rivera para tranquilizarle y manifestarle que no existía ninguneo hacia su partido.  La conversación tuvo lugar un domingo por la noche, víspera de la reunión que mantuvo la Ejecutiva de Ciudadanos en Madrid para estudiar el nuevo escenario. Rivera le adelantó que, pese a todo, iban a dar su apoyo al decreto sobre el techo de gasto pero que se abstendrían en la subida de impuestos al alcohol y tabaco y al gravamen a las bebidas azucaradas. Y es que, según explicaron, no les gustó nada que en este decreto el Gobierno incluyera también la reforma del Impuesto de Sociedades, con la que están de acuerdo, y que querían haber votado por separado.

Para calmar las aguas Rajoy se comprometió con Rivera a poner en marcha enseguida una serie de compromisos del pacto, como la tarifa plana para los autónomos durante un año; un complemento salarial para los jóvenes con salarios más bajos; un cheque de formación para los parados, y el aumento de las partidas de dependencia e I+D.

También le aseguró que impulsaría el plan contra la pobreza infantil, otro para luchar contra el fracaso escolar y que los presupuestos contemplarían un incremento en Justicia y más recursos para lucha contra el fraude fiscal. A ello añadió su compromiso de incrementar en dos semanas la baja de paternidad. Y aunque los 5.000 millones de inversión cifrados en el acuerdo quedaron finalmente rebajados a 3.800, estas promesas consiguieron apaciguar los ánimos de Rivera.

Nuevos desplantes

Todo parecía haber vuelto a la normalidad hasta que los titulares de los periódicos abrieron con la noticia sobre el acuerdo cerrado entre el nuevo ministro de Industria, Álvaro Nadal, y el PSOE para evitar los cortes de suministros eléctricos a personas en situación de vulnerabilidad, el llamado bono social.

Los de Rivera no disimularon nuevamente su malestar por haberles marginado de un asunto que estaban negociando ellos también y que está incluido en el pacto de investidura. El portavoz de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, reconocía que desde el Gobierno no se habían puesto en contacto con ellos. Poco después, la responsable de Energía del partido, Melisa Rodríguez, aseguraba que su partido había enviado al correo electrónico del ministro un documento con sus propuestas y le acusaba de “dar bandazos” en esta materia en función de “con quién se reúne”. Al final, Ciudadanos, aparcó las diferencias y decidió sumarse a la foto, aunque a regañadientes.

¿Por qué les marginaron?. La respuesta la dejaba caer nítidamente el martes pasado el portavoz del PP, Rafael Hernando. “Porque Ciudadanos no fue leal” y se abstuvo la víspera en una moción similar que se votó en el Congreso.

Según Hernando, el partido de Rivera les “marginó” y les dejó “solos” en aquella votación, lo que les hizo sentirse “aislados” por sus socios, al igual que les ha ocurrido en otras votaciones encaminadas a revertir algunas de sus reformas más emblemáticas. Una de ellas fue la ley Mordaza, aprobada con la abstención del partido de Rivera.

El portavoz del PP cree, por tanto, que si los dirigentes de Ciudadanos están “disgustados” por cómo marcha su relación con el Gobierno, también “esta disgustado el PP”. “El que se tiene que sentir peor soy yo, el que ve como una persona, en este caso Ciudadanos, decidió iniciar un camino que se alejaba del acuerdo alcanzado”, explicó Hernando en una entrevista con RNE.

La vicepresidenta echa otro jarro de agua fría

A todo ello se une la fría contestación que dio Soraya Sáenz de Santamaría a Rivera sobre la supresión de los aforamientos en la última sesión de control al Gobierno que se celebró en el Congreso. El líder de Ciudadanos le preguntó si la reforma exprés de la Constitución iba a abordar ese punto del acuerdo, que para ellos es fundamental. Pero la vicepresidenta, en lugar de avanzar que es un tema prioritario para el Gobierno, le dio largas y le enumeró las múltiples dificultades que entraña la medida, como cambios en diversas leyes y en los estatutos de autonomía.

Pese a todos estos desplantes y feos, la paciencia de Ciudadanos no parece agotarse y esperan recuperar el protagonismo perdido durante la negociación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). 

En la balanza de cosas positivas, los dirigentes de Ciudadanos ponen asuntos como la reforma del régimen de los autónomos a la que acaba de dar luz verde el Congreso, que va a suponer que más de tres millones de autónomos paguen menos a la Seguridad Social y tangan derecho a más prestaciones sociales. Para concretar este tema se ha aprobado abrir una subcomisión en la Cámara.

También han alcanzado un acuerdo con el PP sobre conciliación de la vida laboral y familiar, una de las medidas contenidas también en el pacto y con la que el líder de Ciudadanos ha tenido algún tropezón que otro

Ciudadanos añade a la cesta de su haber la ampliación del permiso de paternidad a dos semanas. El partido de Rivera arrancó al Gobierno el compromiso de que pondrá en marcha desde el año próximo esa ampliación, de modo que desde el 1 de enero los padres pasarán de tener de dos semanas a cuatro, que serán intransferibles.

A esto el portavoz de Economía de Ciudadanos, Toni Roldán, se apresuró a añadir que el Ejecutivo ha aceptado también un complemento salarial para menores de 30 años. 

Ciudadanos suma a estos acuerdos otro para que el cobro de las cláusulas suelo abusivas pueden agilizarse tras la sentencia dictada recientemente por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Sin embargo, el Gobierno se resiste a que ese Código de Buenas Prácticas que tenían prácticamente acordado, sea de obligado cumplimiento para los bancos como piden también los socialistas.

Con todo, una de las cosas de las que están más satisfechos los dirigentes de Ciudadanos es con las medidas anticorrupción que están forzando en el Congreso y que ha obligado al PP a votar a favor de que se abra una subcomisión en la que se  abordará la financiación de los partidos políticos, con la diana puesta en el PP, cuyos trabajos empezarán en febrero. 

Paralelamente, esperan sacar adelante sus propuestas sobre la ley integral contra la corrupción, que incluye garantizar la independencia de los organismos de regulación económica y la protección a que los denuncien casos de corrupción.

Ciudadanos ya advirtió al PP tras el fallecimiento de Rita Barberá de que si Rajoy no cumple el pacto de cesar a los cargos que sean imputados, romperían el acuerdo.

Los presupuestos, prueba de fuego

Pero la prueba de fuego para saber si las relaciones entre Rivera y Rajoy funcionan va a ser la negociacion de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), que el presidente y sus ministros han iniciado ya discretamente tanto con el PSOE como con el PNV y Ciudadanos.

Dado que los socialistas no se muestran muy proclives a ayudar al Gobierno los 32 escaños naranjas van a ser fundamentales para el jefe del Ejecutivo, si, como se espera, el PNV también entra al acuerdo.

Los votos del PP, los de la formación de Rivera, y los cinco de los nacionalistas vascos, junto a los tres de Coalición Canaria, Foro Asturias y UPN suman 175 escaños, lo que provocaría un empate de 'síes' y de 'noes' (los del resto de la Cámara) en la votación a la totalidad del proyecto. Según el reglamento, si a la tercera votación persistiera el empate, ésta se daría por ganada.

Por ello, Rajoy está manteniendo contactos al máximo nivel con los dirigentes vascos. Pero también ha vuelto a cortejar a Rivera con el que mantiene contactos telefónicos. Para regalarle los oídos, en su balance de fin de año el presidente del Gobierno ha dicho que aunque su deseo es que el PSOE continúe abierto al diálogo, “Ciudadanos sigue siendo para el Gobierno el socio preferente porque es el partido que me ha apoyado y con el que firmamos un pacto de investidura”.

Claro, que vista la experiencia, el líder de Ciudadanos esta vez hará valer el peso de sus escaños.  Su anhelo sería que los tres partidos pudieran sentarse en una mesa negociadora pero Rivera sabe que eso es imposible, tanto como un milagro de Navidad.

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