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“El poder político al servicio de los intereses del Sr. Méndez Pozo”

Aznar y Méndez Pozo, en una reunión con empresarios en 1987. El recorte de prensa es de 'Diario 16 de Burgos'.

Andrés Gil

  • La condena fue ratificada por el Supremo en 1994, y Méndez Pozo pasó nueve meses en la cárcel antes de serle concedido el tercer grado: la movilización en Burgos a favor de su indulto fue desoída por el Gobierno de Felipe González
  • La Audiencia de Burgos dejó sin efecto las condenas al empresario que está tras las obras de Gamonal después de la aprobación de un nuevo Código Penal en 1995

A principios de los noventa, Burgos se movilizó. No contra el modelo de desarrollo aplicado por sus políticos, sino contra la sentencia de 1992 que condenaba su alcalde, José María Peña, y mandaba a la cárcel al jefe de la ciudad, Antonio Miguel Méndez Pozo. El mismo que, dos décadas después, está detrás del bulevar en Gamonal que ha puesto al alcalde Lacalle contra las cuerdas.

El juicio fue revelador y la sentencia, contundente. Afirmaba que el alcalde Peña y su equipo mostraban “una evidente receptividad hacia sus propuestas y proyectos en materia de obras y urbanismo, que se materializaba en la puesta de su poder político al servicio de los intereses del Sr. Méndez Pozo. [...] Ante la evidencia de que los conflictivos proyectos y propuestas del Sr. Méndez Pozo siempre terminaban siendo aprobados o aceptados por la Corporación, cuando no consentidas las irregularidades que ellos ponían de relieve en sus informes, terminaron imponiéndole el apelativo de El Jefe originado también por su continua presencia en las dependencias municipales”.

La influencia de Méndez Pozo no era sólo económica, sino también política en una provincia, Burgos, en la que la derecha estaba no sólo entre las familias de Alianza Popular, sino también entre la propia AP y su aliado habitual, Solución Independiente, el partido de Peña que en algunas citas electorales actuó de marca blanca de AP con el apoyo expreso de José María Aznar, entonces presidente de la Junta de Castilla y León (1987-89) y diputado en el Congreso (1989-2004).

Según la sentencia, recogida por José María Chomón y Miguel Calvo en el libro El Jefe. El caso de la construcción de Burgos (Librería Berceo, 1994), “el Sr. Méndez Pozo, gracias a la confianza mutua entre él y Peña, llegó a adquirir incluso un gran protagonismo político, pues en el año 1987 estuvo presente y tuvo intervención activa en varios almuerzos y reuniones en las que se trataron las diferencias que en aquellas fechas enfrentaban a las distintas opciones de la derecha política burgalesa, asumiendo en ellas el papel de mediador, a pesar de que acudía a instancias del Sr. Peña, lo que no le impidió llegar a adquirir confianza con el entonces presidente de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, José María Aznar López, quien estuvo presente también en alguna de dichas reuniones, llegando a encargar al Sr. Méndez Pozo un trabajo sobre la construcción en el ámbito de la Comunidad de Castilla y León”.

Uno de los abogados de la acusación, Gonzalo Martínez Fresneda, que representaba a la Federación de Empresarios de la Construcción de Burgos, damnificada por el trato de favor dispensado a Méndez Pozo, recuerda aquellos días: “Méndez Pozo movilizó a todos sus empleados, hubo manifestaciones y firmas de apoyo. Incluso se hizo una campaña para pedir el indulto, que le fue denegado por el Gobierno después de que los informes legales fueran desfavorables. El sector de la sociedad que estaba con Méndez Pozo y Peña fue mucho más activo que el que no estaba con ellos”.

Los cuatro abogados sobre los que pesó la tarea de la acusación en el caso de la Construcción fueron Soledad Renedo Sedano, Rafael Burgos Pérez, Gonzalo Martínez Fresneda y Emilio Martínez Miguel. Los dos primeros ya han fallecido; Soledad Renedo, en un accidente de tráfico durante el proceso.

Árbitro en los conflictos de la derecha

Martínez Fresneda destaca el hecho de que Méndez Pozo fuera denunciado por sus propios colegas, los empresarios de la construcción: “Sobre todo construía él y le daban la mayoría de las licencias. AP se dividió en dos y la burguesía local denunció. Méndez Pozo, además, aparecía como el árbitro en el conflicto interno de la derecha política”.

“Cacique local” o “amo y señor de Burgos” eran términos que surgieron durante aquellos días para definir a Méndez Pozo, mientras parte de la sociedad salía a la calle para reclamar su inocencia. “Es una persona muy lista”, conviene Martínez Fresneda, “con mucha habilidad para moverse. Salió de la cárcel, tomó posesión completa del Diario de Burgos, montó Promecal y se colocó en la presidencia de la Cámara de Comercio de Burgos”.

La condena fue ratificada por el Supremo en 1994, y Méndez Pozo pasó nueve meses en la cárcel antes de recibir el tercer grado. La Audiencia de Burgos dejó sin efecto las condenas al empresario que está tras las obras de Gamonal después de la aprobación de un nuevo Código Penal en 1995.

Luis Oviedo, abogado de Burgos que siguió muy de cerca el proceso, reconoce que la defensa “no pensó que podía prosperar aquel caso. Tardaron en tomárselo en serio y eso les perjudicó. Ya había engordado todo demasiado, hasta los 12.000 folios”. Y sobre su afinada intuición, explica: “Fue el primero en ver venir la crisis del ladrillo, fue el primero en quedarse sin un trabajador directo de la construcción. Con el tiempo, no sólo montó un grupo multimedia de comunicación con medios en Castilla y León, Castilla-La Mancha y Navarra, sino que logró presidir la Fundación Silos, donde Aznar solía arrancar el curso político cada año y, más recientemente, la Fundación Atapuerca”.

Negocios con monjas

En aquellos años ochenta y noventa hacía alarde de su religiosidad: era miembro de la Cofradía de la Adoración Nocturna y se llevaba bien con las fuerzas vivas de la ciudad, curas y militares incluidos. Incluso hacía negocios con conventos de monjas, a las que les compraba huertos cuya recalificación conseguía después por un precio no siempre declarado, pues las religiosas a veces olvidaban el asiento contable.

Martínez Fresneda recuerda una anécdota que retrata esta capacidad de Méndez Pozo para saber estar en el sitio adecuado. “A finales de los ochenta o principios de los noventa fue Felipe González un fin de semana a hacer un acto político en un pueblo de Burgos. Al acabar, le preguntó al entonces dirigente del PSOE en Burgos, el expresidente del Senado Juan José Laborda: '¿Quién es ese hombre que se me pegaba en todas las fotos?'. Miraron las fotos y, efectivamente, era Méndez Pozo, que se aproximaba a sus teóricos enemigos naturales”.

Así se autodefinía el constructor en el juicio, según recoge El Jefe. El caso de la construcción de Burgos: “Yo con Burgos realmente estoy muy agradecido. Si soy alguien es por la ciudad de Burgos. Yo no construyo más que en Burgos, procuro reinvertir en Burgos. No sé si soy el señor que más solares tiene en Burgos, porque no he contado los de mis otros compañeros. Creo que es mi obligación, como empresario, lo que es la materia prima, que es el suelo, creo que debo ser lo suficientemente sensato para adquirir todo aquello que pueda de una manera lícita y honrada. Pero yo no sé si soy el que más suelo tiene, pero le voy a decir a usted una cosa de la que sí estoy seguro: usted se coge los diez empresarios de la construcción de Burgos más importantes, el único, el único que no tiene solares fuera de Burgos, ese es el señor Méndez Pozo”.

A la salida de una de las intensas sesiones del juicio, en la que Méndez Pozo acudía con planos y carpetas, el propio Martínez Fresneda dijo a los periodistas: “Si dura un poco más, acaba vendiéndonos un piso a cada uno”. De todo aquello, recuerda el abogado, “apenas informaba Diario 16. Ni siquiera TVE, que estaba en manos del PSOE, contó mucho del juicio de la construcción”.

Un regalo para Aznar

Pero Méndez Pozo no sólo se dedicaba al ladrillo. También tenía afición por el arte, como se evidenció en el juicio, y explican José María Chomón y Miguel Calvo en su libro, a raíz del interrogatorio al pintor Luis Sáez, uno de cuyos cuadros regaló Méndez Pozo a José María Aznar:

“Martínez Fresneda: Algunos cuadros de los que le compraría el señor Méndez Pozo serían para obsequio. ¿No lo sabe usted?

Luis Sáez: Eso, fíjese usted, ¿cómo voy yo a saber lo que puede hacer con un cua­dro?

MF: Lo puede usted saber porque puede haber visto un cuadro de usted colgado de las paredes de una persona que no sea el señor Méndez Pozo.

LS. Pero es un cuadro mío que no sé si esa persona que tiene el cuadro… esto… usted se refiere al cuadro que aparece en una revista.

MF: También, también me refiero. Ya que habla usted, me refiero también a la revista… ¿A qué revista se refiere usted?

LS: Lecturas.

MF: Sí. ¿Qué es lo que aparece en esa revista?

LS: Era un cuadro mío en la casa del señor Aznar.

MS: En la casa del señor Aznar. ¿Y ese cuadro se lo vendió usted al señor Aznar?

LS: No.

MF: ¿Y sabe usted quién se lo ha vendido?

LS: No lo sé.

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