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Desmontando a Cifuentes

Ruth Toledano

No me gusta que el diario alemán 'Die Welt' se refiera a la presidenta de la Comunidad de Madrid como alguien “con tacones, tatuajes y coleta” o que señale que es rubia: puro sexismo. Estoy de acuerdo, sin embargo, con la palabra “veneno” que le aplican, entendida como sustancia dañina, que altera las funciones del sistema; que intoxica, en su caso, el cuerpo político y social. Tenemos muestras de ese veneno.

Los madrileños fuimos obligados a tomar varias dosis cuando Cristina Cifuentes era delegada del Gobierno en Madrid. En un periodo de legítima y necesaria protesta ciudadana, ella fue la responsable, sin que le temblara el pulso, de constantes abusos policiales contra manifestantes. Llovieron muchos palos que quedaron impunes. La entonces delegada llegó a imponer una sanción de 3.000 euros a los organizadores de las Marchas de la Dignidad, multitudinaria manifestación que tuvo lugar en Madrid el 22 de marzo de 2014 (22M). Ahora la Justicia anula esa multa. Cifuentes iba a por la gente de la calle, gente pacífica, y ahora la gente de la calle, gente recortada, tendrá que pagar sus calculadas manías persecutorias, pues la Delegación de Gobierno debe asumir las tasas judiciales, que ascienden a 8.000 euros.

Si, como asegura Die Welt, Cifuentes “es la persona destinada a evitar la victoria de la izquierda de Podemos”, esta sentencia judicial viene, en términos alemanes, a despeinarle la coleta. Dicen también que la presidenta “está muy lejos de cualquier escándalo de corrupción o soborno del partido”. Parece evidente que a los medios afines a Merkel les falta más información que a un comprador de Volkswagen. Por más que la presidenta haya llevado el traje al tinte para tratar de quitarle los manchurrones (palabra prima hermana de mamandurrias), es imposible desvincularla del partido que representa: un PP que chorrea de tramas delictivas.

Sin ir más lejos, mira por dónde, el portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, José Manuel López, pidió explicaciones el pasado sábado a la presidenta por los 16,5 millones de euros gastados en el Plan Prisma por la empresa pública Arpegio, supervisada por Jaime González Taboada cuando era director general de Administración Local. La empresa Arpegio está siendo investigada por la trama Púnica y Taboada, que se niega a justificar esos gastos, es ahora consejero de Medio Ambiente, Administración Local y Ordenación del Territorio. Número tres de Cifuentes.

A quienes seguimos de cerca la trayectoria de Cifuentes (entre otros motivos porque éramos los que nos llevamos palos en sus calles), no nos sorprende en absoluto. Ya en un tuit del 11 de diciembre de 2009, Cifuentes afirmaba: “Rato fue el mejor Ministro de Economía en España desde la Democracia. Y si quieres te mando los datos de su excelente gestión”. Y en otro: “Yo creo que Rato es, indiscutiblemente, el mejor candidato para presidir Cajamadrid”. Después borró esos tuits (ah, esos borrados en Twitter…) pero aún se pueden encontrar buceando las procelosas aguas de la red, y suponemos que los excelentes datos de la gestión de Rato obran en poder de Cifuentes. Al tratarse de “datos” (de primera mano, además, puesto que fue asambleísta de Caja Madrid con Blesa y Rato), entendemos que serían de enorme interés para los ciudadanos y para la justicia, y que ayudarían mucho a la defensa del “mejor Ministro de Economía de España”, por lo que instamos a la señora presidenta a que los haga públicos ahora. Quedamos a la espera.

Esta, y no otra, es Cristina Cifuentes.

La que presenta propuestas sobre transexualidad excluyendo a los colectivos activistas trans, es decir, apropiándose de una reivindicación (y tergiversándola) que su partido, el PP, y ella misma habían tumbado cuando las presentaron los socialistas.

La que pretende monopolizar la garantía de los servicios básicos a personas y familias sin recursos, propuesta que Manuela Carmena había anunciado previamente (Ahora Madrid la acusa de plagiar ideas de su programa y Cifuentes dice que “copiar no es robar”).

La que anuncia que no se privatizará la Sanidad madrileña pero no atiende la Proposición No de Ley para revertir al Servicio Madrileño de Salud la gestión privada del Hospital de Collado-Villalba.

La que vende una falsa despolitización de Telemadrid para quitarse de en medio a los sindicatos.

La que considera que una comisión de auditoría a las dos últimas legislaturas en la Asamblea de Madrid, putrefactas de corrupción, es “una causa abierta contra el PP”.

La que, cuando el Ayuntamiento suprime la subvención a la Escuela de Tauromaquia, sale al rescate de ese lugar infernal, donde enseñan violencia a los menores torturando animales.

La que califica de “demagogia tremenda” la red de ciudades-refugio impulsada por la alcaldesa Ada Colau.

En fin, una joyita, esta presidenta “top model”, como la califican, en esos términos sexistas que rechazo, los conservadores alemanes. Una joyita envenenada. Yo recurro a expresiones especistas, haciendo una excepción, para advertir de que aunque la mona se vista de seda, mona se queda, y de que Cifuentes es una loba con piel de cordero. Con todos mis respetos a las monas y a las lobas.

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