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Investidura fallida y escenarios para el análisis

Mariola Urrea Corres

La sesión de investidura de Mariano Rajoy concluirá el viernes sin éxito. Será entonces cuando nuestra democracia parlamentaria se enfrente a una situación absolutamente inédita. ¿Qué hacer entonces? A nuestro juicio cabe proponer para el análisis, al menos, cuatro escenarios posibles. No todos son igualmente probables, ni tampoco recomendables. Analicemos, brevemente, cada uno de ellos para concluir finalmente con el escenario que encontramos más aconsejable, aunque todavía no se perciba como una opción viable.

Escenario 1: Sesión de investidura fallida y convocatoria de nuevas elecciones

Escenario 1:Se trata de un escenario que rechazan mayoritariamente los ciudadanos. También se pronuncian en contra todos los líderes políticos en activo conscientes del fracaso personal que implica la celebración de las terceras elecciones. De hecho una nueva cita electoral pone de manifiesto cierta incapacidad de los representantes políticos en la exigente tarea de consensuar acuerdos y aparcar diferencias. Tampoco se pueden ignorar los cálculos que los propios partidos políticos están haciendo en torno a la incertidumbre sobre los resultados que arrojarían unas elecciones celebradas el 25 de diciembre en un ambiente de profundo hartazgo y desinterés cuando no creciente malestar. Por todo lo expuesto y por tantas otras razones vinculadas con la reputación institucional como país creemos, francamente, que se trata de un escenario que no resulta realista considerar como probable a pesar de las apariencias.

Escenario 2: Nueva sesión de investidura con el mismo candidato

Escenario 2: Tras las elecciones del 26-J, Mariano Rajoy aceptó el encargo del rey sin más convencimiento que el que aporta la necesidad de blindar su condición de candidato impidiendo así abrir el debate sobre la viabilidad de su condición de presidenciable. Aunque Rajoy ha afirmado que lo importante no es hacer un debate, sino formar un gobierno estable, la consecuencia de asumir el encargo de Felipe VI le ha obligado a afrontar, con nulo entusiasmo, una sesión de investidura sin contar con apoyos suficientes para convertirse en presidente. No se puede ignorar que Mariano Rajoy dispone hoy de 170 diputados dispuestos a votar a favor de su candidatura: 137 del Partido Popular, 32 de Ciudadanos y 1 de Coalición Canaria. Son más que los que logró en la noche del 26-J pero siguen siendo insuficientes para permitirle formar gobierno. Las preguntas que cabe formularse en el momento en que el viernes se materialice el fracaso de Rajoy parecen obvias: ¿otorgará el rey nuevamente el encargo de formar gobierno a Mariano Rajoy? ¿puede aceptar Rajoy el encargo si no amplía el acuerdo existente hasta ahora entre el PP y Ciudadanos? ¿hasta cuándo mantendrá Ciudadanos el acuerdo con el PP de Mariano Rajoy? El escenario descrito está siendo valorado como probable por el PP pero no parece que pueda dar resultados en un tiempo razonable, salvo que el PSOE modifique su actual posición.

Escenario 3: Nueva sesión de investidura con un candidato del PP que no sea Mariano Rajoy

Escenario 3:No parece probable, aunque es, a nuestro entender, el requisito imprescindible para favorecer el cambio de posiciones políticas en otros grupos parlamentarios. No ignoramos que Mariano Rajoy se resistirá y también lo hará, al menos en las próximas semanas, el PP en bloque. Sin embargo, parece claro que Mariano Rajoy es hoy el principal problema para garantizarse los acuerdos suficientes que le permitan formar gobierno. Habrá quien piense que Mariano Rajoy no es responsable de los comportamientos que se le imputan a su partido, ni de los casos de corrupción por los que algunos de los que han sido sus colaboradores, compañeros o, incluso, amigos están respondiendo ante los tribunales. Más aún, hay quien considera que los resultados electorales han blanqueado cualquier borrón que pudiera haber manchado su hoja de servicios. Nosotros no lo creemos así. Mariano Rajoy es, por la posición que asume en su partido y en el gobierno, el responsable político último de los comportamientos ilícitos o inapropiados imputables al PP, a sus ministros y colaboradores. Rajoy representa, en suma, una época política que resulta poco edificante en términos de gestión pública virtuosa. Quizás por eso Rajoy no suscita la confianza suficiente para hacer creíble las promesas de regeneracion democrática que dice asumir y, en consecuencia, no reunirá los apoyos suficientes para garantizar un gobierno del PP, estable y duradero, en los términos que el propio candidato ha reclamado durante su discurso de investidura en el Congreso. Más bien podríamos decir que el actual candidato del PP ha agotado ya todo su caudal político. Cuando ello ocurre solo resta determinar el momento en el que esta percepción se convierte en una obviedad para el sistema político, para el sistema económico, para el propio afectado y, por supuesto, para sus comilitones.

Escenario 4: Nueva sesión de investidura liderada por una candidatura de cambio y progreso

Escenario 4:Las cuentas no salen. La suma no da. Con todo, no es sólo un problema cuantitativo, también lo es de orden cualitativo. No es fácil armonizar un acuerdo en torno a formaciones políticas tan diversas como las que exigiría una propuesta de gobierno que se ha venido en llamar de cambio y progreso. No lo es por algunas incompatibilidades programáticas, pero no lo es especialmente por la desconfianza que suscitan comportamientos políticos como los que se vivieron tras las elecciones del 20-D y el rechazo a la investidura de Pedro Sánchez. Todo ello sin hacer mención a las dificultades que el propio proceso de negociación de esta opción proyectaría y las que introduciría en él algunos elementos externos como son, de una parte, las elecciones en el País Vasco y Galicia y, de otra, las tensiones orgánicas que pudieran reactivarse en el PSOE conforme la presión para facilitar la puesta en marcha de un gobierno del PP sobre la actual dirección se haga más intensa todavía si cabe.

De los cuatro escenarios descritos no creemos realista ni el que invita a la convocatoria de elecciones, ni el que imagina una candidatura de cambio y progreso, ni el que plantea una sucesión de sesiones de investiduras lideradas por un candidato amortizado como es Mariano Rajoy. Nos inclinamos más bien por considerar que el supuesto que mejor se acomoda a los resultados electorales del 26-J y a las exigencias para sumar acuerdos pasa por la renuncia de Mariano Rajoy y la búsqueda de un candidato alternativo procedente de las filas o, en su caso, del entorno del PP. Dicha candidatura debería acreditar un perfil personal y una trayectoria profesional susceptible de suscitar la confianza necesaria en el resto de grupos parlamentarios como para armar un acuerdo de investidura y, quizás, de gobernabilidad.

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