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Maneras de mirar

«Goudlaken keperbinding voorzijde» de Marikevanroon20. CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons

Begoña Huertas

Hay cosas que requieren perspectiva, como alejarse para ver el dibujo completo de un gran tapiz. De cerca pueden verse las imperfecciones, los nudos, los agujeros, los costurones irregulares o las fibras deshilachadas, mientras que si uno se aleja ve el tapiz entero y todo cobra sentido. La urdimbre y la trama se entrelazan para crear algo sólido y útil.

En política se da también la circunstancia de esta doble visión. A veces hay que acercarse a los problemas, a los barrios, a la gente y sus casos individuales para constatar diferencias, matices y las distintas necesidades de cada sector. Sin embargo es esencial otras veces tomar distancia y mirar el conjunto de la sociedad. Desde esa perspectiva, entonces, no hay cabida para ciertas distinciones y los desacuerdos desaparecen a favor de un trazo global. La figura se percibe como algo homogéneo y único aunque en realidad esté compuesta por la suma de pequeños puntos. Así, podría decirse que el dibujo político propuesto por los partidos de izquierda tendría como líneas generales el cuidado de lo público, educación y sanidad, la implicación del estado en el bienestar (trabajo, casa, justicia) de todos los ciudadanos y la no sumisión de este poder político a ningún poder financiero. El criterio social de ese “tapiz” trasciende matices ideológicos. Esa es la mirada global a la que responde la propuesta de unidad popular por parte de muchísimos votantes de Izquierda Unida y de Podemos. Discutir si lo llamamos derecha/ izquierda o arriba/ abajo es discutir el grosor del hilo o la tonalidad exacta del  color. ¿Realmente importa? ¿Vamos a tejer el tapiz o no?

En referencia a la crisis griega, Paul Krugman, afirmaba esta semana que “Es fácil perderse en los detalles, pero ahora el punto clave es que los acreedores han ofrecido a Grecia un tómalo o déjalo, una oferta indistinguible de las políticas de los últimos cinco años”. A ese peligro de perderse en los detalles que menciona el premio Nobel de Economía es a lo que me refiero. Agrupar en conjuntos, ordenar en conceptos la pluralidad y diversidad del mundo es una necesidad humana. Hay que hacer abstracción de ciertas cosas para entendernos. Si decimos mesa, es la abstracción mesa la que nos interesa –y no puede ser ni baja ni alta, ni de tres ni de cuatro patas, ni importará el material o el color que tenga. Quizás el momento que vivimos requiera una abstracción similar de las líneas políticas. Para Grecia, también para España, para todos.

William Morris (1834-1896) polifacético artista y autor de la novela de ciencia ficción Noticias de ninguna parte, creó su propia empresa de tapices, Morris & C, inspirándose en la idea de una sociedad justa que respetara la naturaleza, rechazando la producción industrial y la plutocracia para defender el trabajo manual y su capacidad expresiva. El éxito de su escuela -que pretendía embellecer el objeto de uso diario e incorporar el arte a la vida- animaría a abrir escuelas similares en diferentes ciudades europeas y a la larga sería el germen de la Bauhaus. Hablando de los problemas de instrumental, en fin, de las carencias relativas al equipo concreto que sirviera como punto de partida, Williams Morris afirmaba: “Las limitaciones inherentes al material deben ser motivo de placer y no de obstáculo” (1). Estaba mirando al resultado de conjunto. 

Existe un término curioso que yo no conocía: orillo. El orillo es ese remate lateral que evita que el tejido se deshilache. Cabría decir hoy que las circunstancias sociales, los grandes problemas comunes sirven de orillo porque nos aúnan a todos: ante la presión del poder financiero la gente de Izquierda Unida o Podemos es la misma. Que a unos les vaya bien no excluye el éxito de los otros. Pueden ganar ambos. La cooperación no es competición y no debería tratarse de “tu éxito o el mío”. Debe apostarse por un éxito común, es decir, mejor. El sentido aparece cuando uno es capaz de mirar el cuadro entero. Así las cosas, podríamos sugerir a Pablo Iglesias que se apuntara este verano a un taller de tricotaje.

(1) Por cierto, la editorial Pepitas de Calabaza publicó hace un par de años el libro de Morris titulado Cómo vivimos y cómo podríamos vivir. Trabajo útil o esfuerzo inútil

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