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Nadie dijo que fuera a ser fácil

Javier Gallego

Nadie dijo que fuera a ser fácil acabar con el bipartidismo. Las elecciones andaluzas son una cura de humildad muy necesaria para vacunarnos del exceso de confianza y euforia que puede malograr la empresa. Qué quieren que les diga, yo no estoy ni decepcionado ni deprimido. Era lo que me esperaba y me alegro de que nos demos cuenta más pronto que tarde de lo que cuesta el cambio político. Un resultado solo un poco más favorable para Podemos o salvable para IU no habría sido ni tan instructivo ni tan revulsivo. Tampoco el lógico triunfalismo de Ciudadanos puede ocultar que están a años luz de inquietar a un PP que se muere sin morirse. No estarán tan muertos.

No estaba muerto el bipartidismo, no, no, aunque sí está muy maltrecho, por más que Andalucía oculte la debilidad del PSOE, que la tiene también en su feudo. Porque Susana Díaz ha ganado con holgura, eso es incontestable, pero ha tenido el peor resultado de su partido desde que gobierna y ha perdido otros 120.000 votos. Si no se ha dejado un escaño es porque la ley electoral le favorece. Como, además, el PP se despeña y el reparto de fuerzas le da margen, parece el recopetín, pero lo único que ha hecho es parar el desplome. Tiene su mérito después de los ERE pero ni es una recuperación ni Andalucía un reflejo del resto de España. Más bien es un espejismo.

Se felicita la habilidad de Susana Díaz al adelantar las elecciones y pillar a Podemos a media ladera, pero también deja a su partido sin una Andalucía que maquille los cardenales que le van a salir en mayo. Ha pensado en sí misma y en su liderazgo, no en el PSOE de Sánchez, al que ha dejado a los pies de los caballos, quizá con la intención de venir luego a rescatarles. Habrá que ver si puede. Hay batallas que se ganan pero hacen perder la guerra y ponen sobre aviso al enemigo. Ahora habrá votantes que se movilicen en contra del partido de los ERE al ver que está más vivo de lo que parece.

El que está muerto es Rajoy, que no fue ni a su entierro. Es de juzgado de guardia que el PP siga siendo segunda fuerza, pero ha pasado de ser el partido más votado en Andalucía a perder 17 escaños y tener el peor resultado en 25 años, en una comunidad donde Ciudadanos acaba de llegar y Podemos tiene el freno del PSOE. Si no es en las municipales y autonómicas, donde aún puede amortiguar el golpe, a las generales llega arrastrándose con Rivera pisándole los talones. En resumen, Andalucía no oculta la realidad aunque la matice: ni el PSOE está tan vivo ni el PP es invencible pero habrá que esforzarse mucho más si se le quiere ganar.

Lejos del desánimo que me rodea, lo veo como un oportuno aviso a navegantes. Los “bolivarianos” deberían recordar a Bolívar, que decía que “el arte de vencer se aprende en las derrotas”. No ha perdido, pero Podemos no ha podido tanto como esperaba. Es buen momento para hacer autocrítica sobre la gestión que han hecho de los ataques de los medios y acometer de una vez por todas su programa político. Podemos tiene que clarificar sus propuestas sin miedo a ser audaces para diferenciarse de Ciudadanos, que le quita votos jugando, como ellos, al despiste. El lugar de Albert Rivera es la centralidad; el de Pablo Iglesias, la transversalidad. Si intenta centrarse en el tablero, se descentrará.

Unos y otros tienen dos opciones. La primera, ir solos al asalto de la derecha y la izquierda y después buscar pactos. El problema es que ni IU ni UPyD por sí solos van a aguantar, así que no les servirán como apoyo. En ese caso creo que el cambio político será un proceso a largo plazo, lo que podría frustrarlo. La otra que les queda es concurrir unidos: Podemos-IU-Equo, etc. y Ciudadanos-UPyD. Muchos piensan que la suma de siglas no suma votos sino que puede restarlos. Más se pierden con el sistema electoral, como ha quedado demostrado. Se salvarían votos a los más pequeños si fueran con los dos aspirantes. Estos se aprovecharían, además, de la estructura nacional que ya tienen los otros. Habría que explicarles a los votantes reacios que es la única posibilidad real de hacerle daño al bipartidismo en un plazo tan escaso.

Estos pactos pasan por que Alberto Garzón dé un paso adelante y Rosa Díez un paso atrás y por que Podemos y Ciudadanos hagan el cálculo. Quizá haya que esperar a que se vuelvan a topar con el bipartidismo en mayo. Para matarlo, tendrán que morirse un poco. Ya lo dijo Simón Bolívar en su última proclama a los colombianos en la Quinta de San Pedro Alejandrino: “Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”. Nadie dijo que fuera a ser fácil.

Javier Gallego es director de Carne Cruda. Escucha el programa todos los martes y jueves a partir de las 12.00 en www.carnecruda.eswww.carnecruda.es

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