El anarquismo alemán no ha muerto
Para finales de febrero, el teatro de La Abadía de Madrid y el Goethe Institut pondrán en marcha el ciclo Lieber Fassbinder. El anarquista romántico, que contará con conferencias e incluso con música alemana de los años sesenta y ochenta. En estas jornadas también se encuadra la representación de la obra El café, de Rainer Werner Fassbinder, escrita a los 24 años de edad y en la que critica los desmanes del sistema político y de la burguesía europea de los setenta. El dramaturgo la concibió en el Antiteater de Múnich, una especie de comuna teatral creada en 1969 y en la que se llegaron a realizar hasta cinco películas y cinco obras de teatro al año. Sólo había diez actores y el planteamiento era claro: ni puesta en escena, ni vestuario ni nada. No había concesiones a la compasión. Se desmenuzaba una realidad en la que la crueldad tenía todo el poder.
Dan Jemmet es el director que ha trasladado El café a La Abadía bajo el subtítulo La comedia del dinero. Un acierto en una época en la que hay tanto billete sobrecogido. Y si bien Fassbinder partió de Goldoni, Jemmet ahora trastoca al alemán pero sin perder la idiosincrasia original. De hecho, hay mucho de “antiteater” en esta producción, puesto que debido a los recortes, los actores de la obra (José Luis Alcobendas, Jesús Barranco y Lino Ferreira, entre ellos) han decidido sacar el proyecto adelante sometiendo su sueldo a lo que se saque en taquilla. Así está el teatro, aunque el ministro Wert sólo vea patios de butacas llenos.
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