De la Casa Blanca a Hollywood

De los discursos de Barack Obama se ha dicho que tienen un estilo que evoca a Walt Whitman, a Martin Luther King, incluso a Abraham Lincoln. También se ha citado numerosas veces al poeta Robert Hass, que inspiró su famoso “Yes, we can”. No obstante, las referencias literarias y políticas hay que buscarlas en la pluma de quien ha escrito la mayoría de textos leídos por el presidente de EE.UU.: Jon Favreau, un joven que tenía 23 años cuando se acercó por primera vez a Obama para hacerle algunas objeciones a sus discursos. Desde entonces han pasado siete años. Una relación fructífera, puesto que ha convertido al presidente en uno de los mejores oradores políticos y a Favreau en un extraordinario domador de la retórica. Sin embargo, ahora, según acaba de desvelar el diario Los Angeles Times, Favreau quiere volar en solitario y hacerlo nada más y nada menos que en la cuna de las historias: Hollywood. Se acabaron las reglas de la política. Ahora toca jugar (y ganar dinero).

No parece difícil que Favreau se integre bien en la meca del cine. “Cuando aterrizó en la Casa Blanca hace cuatro años se convirtió en el más reconocible de todo el personal que trabajaba para Obama. Siempre llevaba puestas sus gafas de sol estilo aviador, un corte de pelo alborotado y deslumbraba a los medios de comunicación con sus bufonerías. La revista People le designó como una de las personas más guapas del mundo”, escribe Christi Parsons en su crónica para L.A. Times. Pero a pesar de la indumentaria y la conducta nadie criticó nunca el estilo literario de Favreau, al que se le tildaba de serio y responsable con su trabajo. De hecho, uno de sus grandes éxitos fue el discurso que escribió para Obama cuando este tuvo que defender su reforma sanitaria (la famosa “Obamacare”) ante el Congreso.

“El tiempo que ha pasado en la Casa Blanca le vendrá bien. Él puede escribir comedia, drama, historia, suspense. Domina toda la gama de estilos”, afirma David Plouffe, consejero del presidente. Tal cuestión sólo nos puede provocar cierta envidia de este jovencito storyteller. Escuchados tales discursos y comparados con los que cada día oímos de nuestros políticos, uno realmente no sabe de dónde han sacado a ciertos asesores. Tal vez de una película de Ozores. Pero de las malas.