El esqueleto Ricardo III
Hay días en los que una noticia parece nublar y excitar a todos los medios a partes iguales. Ocurrió este pasado lunes y apareció en El País, El Mundo, La Vanguardia, Abc, The Guardian, The New York Times, todas las agencias y muchos más medios que por cuestión de extensión y de no hartar al lector no citaremos aquí. Atención: un grupo de científicos británicos hallaron los restos óseos del rey Ricardo III, monarca que reinó en Inglaterra entre 1483 y 1485, y que murió a los 32 años de edad. Su esqueleto, eso sí, no se encontraba en un lugar demasiado noble, sino en lo que hoy es un aparcamiento del centro de Leicester. Como apuntaba la crónica de El País, no queda claro si esto es lo que tal insigne hubiera deseado para su eterno descanso, a pesar de que en ese espacio se hallaba en la era del monarca la iglesia de Greyfriars.
¿Cuál es la razón para esta extraordinaria cobertura mediática? Porque hasta la BBC se encargó de retransmitir la rueda de prensa por streaming. Las explicaciones que dio Richard Buckley, director del departamento de arqueología de la universidad de Leicester y uno de los responsables de la excavación, sugerían que había mucho trabajo detrás de este descubrimiento (habrá que ver cuáles han sido también los esfuerzos económicos). Además, todo plumilla resaltaba con esa sabiduría de Trivial tan periodística que este rey había sido uno de esos monarcas malísimos (mató a sus dos sobrinos) retratados por Shakespeare en el drama Ricardo III. Después de él, que era un York, el diluvio, o más bien, la casa Tudor.
Las crónicas también apuntaban a una de las grandes disputas sobre el hallazgo: ¿dónde serán enterrados tales tibias, peronés y calavera? Finalmente será la catedral de Leicester la que se lleve el gato al agua (y haga la jugada redonda). Pero en España no nos quejemos, que ya tenemos el brazo incorrupto de Santa Teresa.
0