Con el Códice han topado
No hay mejor defensa que un buen ataque, y si no que se lo digan a José Manuel Fernández Castiñeiras, el autor confeso del robo del Códice Calixtino en la catedral de Santiago. Después de más de año y medio de idas y venidas, esta semana asistimos a un nuevo capítulo de la trama de hurto, chantaje, misterio y cierto toque rancio, a qué negarlo.
El lunes nos enteramos de que José Manuel Fernández presentó un escrito de quince páginas (nada menos) acusando a los responsables de la Catedral de dos buenas perlas: robo de dinero del sacro templo y prácticas sexuales no lícitas.
En sus declaraciones, el ya famoso electricista ha tirado del repertorio de testigo victimista, con frases como “La gente nunca se enterará de la tristura que yo siento y he sentido durante años al contemplar, por haberlo visto cuando iba a rezar, cuando iba a tomar un café, o cuando me lo contaban los propios protagonistas en la confianza, que ni la pobreza ni la castidad existe en algunas personas que se les supone”, o “Metían la mano en la bolsa y sacaban dinero, eso lo vi yo”. El efecto hilarante casi gana a la indignación lógica que podemos sentir al leer esto. La Iglesia se lo está llevando crudo últimamente, esperamos ansiosos la próxima entrega de esta historia del McGuffin Calixtino.
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