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Las donaciones del futuro

Juan Manuel Gil

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En el fondo no es suficiente con escribir los libros de poemas, las novelas y los ensayos. Bueno, sí es suficiente, entiéndanme. Lo que quiero decir es que los escritores, aquellos que quieran diversificar su perdurabilidad en el tiempo, van a tener que prestar atención a pequeños detalles que al final no resultan ser tan pequeños. Hay que cuidarse de no cometer algunos errores garrafales, porque luego el asunto romántico de la escritura puede quedar algo descafeinado. Me explico.

La Biblioteca Nacional de España viene aceptando donaciones especiales de autores de contrastada solvencia literaria. Estos entregan obras manuscritas, a ser posible con correcciones, borrones y notas en los márgenes, con la intención de que el patrimonio bibliográfico de nuestra Biblioteca sea cada vez más rico y potente. Algunos de los autores que han hecho su particular donación son Joan Margarit, Antonio Altarriba, Jesús Marchamalo, Joaquim Aubert o Antonio Muñoz Molina. Y el que acaba de hacerlo hace unos días es Luis Mateo Díez.

Este autor leonés ha donado tres textos fundamentales de su producción. En primer lugar, el manuscrito de La fuente de la edad –Premio de la Crítica y Premio Nacional de Literatura- y la pluma con que empezó y acabó esta novela. En segundo lugar, el manuscrito y la primera copia con correcciones de El Expediente del náufrago. Y en último lugar, la copia mecanoescrita de Fantasmas del invierno y el cuaderno en el que apuntó todos los detalles previos a su escritura.

Todo esto de las donaciones puede que no nos lleve a ningún lado. O puede que al menos nos enfrente a algunas preguntas un tanto espinosas que el mundo de la literatura intenta ocultar bajo la alfombra: ¿qué donarán los autores de esas primeras novelas que se están escribiendo ahora? ¿Tendrán que ceder generosamente aquel viejo portátil con el que teclearon sus primeras obras? ¿Bastará con hacer entrega de ese pendrive que almacenó cada palabra? O, por el contrario, ¿transcribirán sus novelas a mano, improvisarán cuadernos de anotaciones previas y donarán plumas que nunca utilizaron, para parecer vetustos y auténticos? ¿No os da la sensación de que todo está cambiando demasiado rápido? ¿Y de que nos estamos haciendo viejos?

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