Una generación que se apaga
Siempre es un poco feo, o al menos de una recurrencia un tanto indecorosa, utilizar a los difuntos para sacarse una noticia de la manga. Aunque claro, también se puede mirar desde la óptica del homenaje. Lo que ocurre es que la semana pasada fue escandalosamente negra, y si después del martes todo el mundo la recuerda por el paso a mejor vida de Hugo Chávez (y la consiguiente vorágine mediática), no fue menos sorprendente enterarse el domingo de que Pepe Sancho también moría.
Sin embargo, el mismo día que el laureadísimo actor falleció, recibimos la noticia de otra muerte, por lo visto un poco secundaria: la de Tony Ronald. Al cantante, como a Hugo Chávez y a Pepe Sancho, también se lo llevó un cáncer, la enfermedad que en este siglo está cortando abruptamente tantas vidas.
A las nuevas generaciones el nombre de Tony Ronald apenas les sonará. En tal caso, y como mucho, recordarán el estribillo de la famosísima Help, ¡ayúdame!, oída de fondo en alguna de esas Nochebuenas en las que TVE recupera imágenes en blanco y negro para recordar la dorada época yeyé junto a la que nació. A pesar de todo, el cantante –holandés de nacimiento– fue una de esas personas entregadas a la sorpresa de una vocación temprana, y así, además de ser por derecho propio uno de los grandes nombres de los sesenta españoles, dedicó parte de su carrera a la producción musical de grupos como Dyango, Los Amaya o Los Diablos. Gracias a él, un país gris como era España por aquel entonces, se abrió al pop internacional, y quienes lo hayan visto, no podrán olvidar cómo interpretaba arrebolado por la pasión Unchained Melody.
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