En Felanitix, un pueblo mallorquín, una comitiva de cargos del Partido Popular local acusó ante los tribunales a un grupo de jóvenes por desórdenes y faltas de respeto a la autoridad, según informa el Diario de Mallorca. El asunto viene de lejos ya que se encuadra en unas fiestas populares de verano que se celebran en el pueblo y en las que se combina el jolgorio y la protesta. La comitiva estaba ante la iglesia de San Agustín y los jóvenes, al parecer, se prodigaron en desmanes contra los políticos. Al final, la cosa se despachó con multas por un total de 55.000 euros para diez chicos. Con el fin de ayudar a solventar esa cifra, un grupo de artistas de las islas ha donado obras que se subastaron el fin de semana pasado. El más conocido de todos los plásticos es Miquel Barceló, quien entregó una acuarela cuyo valor de mercado es de 35.000 euros. Puede que a más de uno la actitud de Barceló le parezca naíf o kitsch, como son catalogadas muchas iniciativas espontáneas contra el estado de las cosas. Tal vez a los maximalistas críticos les parezca más coherente la iniciativa de Damien Hirst, quien este año, en una operación de marketing sin precedentes en el mercado del arte, presentó de manera simultánea en una red de galerías diseminadas por distintas ciudades del mundo un homérico conjunto de obras suyas. Al igual que las bolsas de Tokyo, Nueva York o Milán, las galerías de arte abren puntualmente para mantener lo más alta posible la cotización de la obra de Hirst. Por cierto, el 15 de septiembre de 2008, en una subasta de su obra en Sotheby’s, Hirst recabó 140 millones de euros. Ese mismo día, el colapso de Lehman Brothers inauguró el hundimiento de los mercados y una crisis que parece no tener fin. La misma que acorrala a los políticos del PP en el portal de una iglesia y que les lleva a pedir justicia. Una justicia que acaba cobrando sus reclamos con obras de arte. Al final tendrán razón los maximalistas: todo queda dentro del mercado.