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La vanidad del hombre invisible

Begoña Huertas

Resulta difícil mantener durante mucho tiempo el anonimato porque es fácil ceder a la vanidad de mostrarse, y lo cierto es que a la larga nadie se resiste al reconocimiento de los otros.

El más secreto de todos los servicios secretos, el MI6, el Servicio de Inteligencia Secreto Británico, en un acto sin precedentes, invitó a un pintor a “pasar un año con ellos” y retratar –es decir, mostrar, hacer visible–, “desde dentro”, el mundo de la clandestinidad y el espionaje.

Esto sucedió con ocasión del centenario del MI6 en 2009, y el pintor elegido fue el artista londinense James Hart Dyke, que realizó su trabajo bajo un control estricto y el juramento de guardar secreto absoluto. Las pinturas resultantes se expusieron y vendieron después en una prestigiosa galería del Mayfair de Londres bajo el título A year with MI6.

Leyendo en la Red comentarios sobre este insólito hecho, veo que se insistió mucho –tanto entre los agentes “retratados” como en las críticas sobre la exposición– en que el resultado reflejaba las horas aburridas del trabajo de espionaje y mostraba por tanto la realidad cotidiana más prosaica, en consecuencia la más real, desmitificando de esta forma el mundo de de las misiones trepidantes y de aventuras en destinos exóticos que tanto la literatura como el cine habían contribuido a crear.

Desde mi punto de vista, sin embargo, las pinturas de Hart Dyke mantienen esa tensión dramática y peliculera. No lo digo en sentido negativo, porque de hecho me gustan, pero lo cierto es que muestran un mundo desdibujado que precisamente potencia la atracción por lo semioculto, por lo clandestino.

Antes de la exposición abierta al público, se presentó una muestra privada en los cuarteles del MI6. Waiting in the hotel room fue la pintura preferida de los trabajadores del servicio secreto. No es difícil imaginar por qué. Ellos argumentaron que se reconocían en esa escena, en las horas de espera transcurridas en un hotel… Sí, vale, pero reconocerán que el cuadro es “puro Bond”. Insistían en hablar del reflejo veraz de un mundo cotidiano y alejado del glamour, pero sin embargo el cuadro más valorado es el de un hombre, con un traje que le sienta como un guante, que mira por la ventana mientras a su espalda reposan sobre una mesa dos copas, una botella y una hielera. La habitación no es un cuchitril de mala muerte y él tiene buen tipo, prácticamente tiene la silueta –sí– del agente 007.

Aunque su razón de ser sea precisamente el anonimato, la vida en la clandestinidad, aunque su esencia no sea otra sino desaparecer, pasar desapercibido, el Servicio de Inteligencia Secreto Británico utilizó esta imagen –el cuadro Waiting in the hotel room– para su campaña de reclutamiento.

Los cuadros que James Hart Dyke realizó para este encargo reproducen formas borrosas, aguadas, en ellos las personas llevan trajes que se confunden con el fondo y este aparece vago, indefinido. En ese mundo de sombras y medias verdades, la intriga, la literatura, está asegurada. Un reflejo realista de un señor –¿grueso?– con una bolsa de supermercado, por ejemplo, esperando en un semáforo para cruzar la calle en un escenario de líneas precisas a plena luz del día… no sería lo mismo. Yo en estas pinturas no veo la claridad –insustancial, banal, sí– de lo cotidiano, por el contrario todo es difuso, impreciso. Son pinturas un poco siniestras, y es lo que tienen de excitantes.

Tampoco estas imágenes rompen estereotipos. Los hombres, trajeados y con buena planta, conspiran. Las mujeres, de aspecto algo más normal, aparecen solas o confundidas entre la gente de la calle.

¿Por qué el MI6 eligió a este pintor? James Hart Dyke, entre 1999 y 2008 había acompañado como artista oficial al príncipe de Gales en sus giras por Extremo Oriente, Oriente Próximo, África y el golfo Pérsico. Sí, James Hart Dyke viene a ser como un pintor de cámara, un pintor de corte, el Velázquez del siglo XXI para la Casa Real británica. Incluso le han encargado también, recientemente, los diseños de los menús de algunas de las cenas ofrecidas en el Palacio de Buckingham. Si James Bond al servicio de su Majestad no existe, al menos la Reina sabe que cuenta con este otro James, James Hart.

Aquí tienes su página web, donde se pueden ver más muestras de su trabajo para el MI6, ese servicio supersecreto que no pudo resistirse a la vanidad de mostrarse: James Hart Dyke official website.

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