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El cooperativismo, antídoto contra la precariedad juvenil
Para nadie es novedad que la crisis ha golpeado a la juventud más que a otros grupos de edad. Según la última Encuesta de Población Activa (EPA), la tasa de paro de los jóvenes entre 16 y 24 años años se situó en el 42,9% al cierre de 2016.
Hay muy pocos cooperativistas de esa edad. Por eso, las organizaciones del movimiento cooperativo quieren ponerles de manifiesto que sí hay una salida, que las cooperativas pueden ser una opción y que se puede sacar adelante un proyecto en comun frente a las dificultades de un mercado laboral caracterizado no sólo por el altísimo desempleo, sino por la precariedad. En este contexto, las cooperativas están lanzando campañas y trabajando con las instituciones para que el cooperativismo pueda verse como una opción válida para ganarse la vida.
“Empezamos muy jóvenes, pero ahora ya tenemos treinta y dos años”, cuenta Ana Gil Pallarés, socia de la cooperativa de diseño Joan Rojeski, de Castellón. “Acabábamos de terminar de estudiar hacía poco. Somos cuatro socios y nos gusta trabajar de forma no jerárquica. Alguien nos habló del cooperativismo, nos informamos en la federación de cooperativas de trabajo valenciana [Fevecta], nos convencieron y estamos encantados”.
En Castellón, el mundo del diseño está muy vinculado a la cerámica, y para estos jóvenes el sueño era montar un estudio de diseño de producto. “En general, cuando sales de la carrera, tener tu propio estudio es un ideal”, señala Gil. “En el momento que empezamos, en 2010, era complicado encontrar un trabajo. Y no fue fácil. Los inicios, debido a la crisis, fueron complicados, pero como tampoco habíamos estado mucho en el mundo laboral, no sabíamos cómo era. Nos surgió la idea como una utopía y ha funcionado”.
Parte del éxito de la cooperativa Joan Rojeski fue pensar más allá de las fronteras, en un mundo donde los clientes no sólo deben ser españoles. Hicieron un esfuerzo por hacer una versión en inglés de su página web en inglés y ya tienen un contrato del exterior.
El momento en que las personas se acercan a las cooperativas no suele coincidir con la franja de edad en la que hay más parados; se sitúa más entre personas de 30 o 40 años. “Es cuando se han enfrentado al mercado laboral y están cansadas de hallar una y otra vez trabajos de muchísima precariedad”, explica una técnica que se encarga cotidianamente de trabajar con gente interesada en formar una cooperativa.
“Ahora mismo, el cooperativismo tiene dos retos”, agrega Juan Antonio Pedreño, presidente de la Confederación Española de Cooperativas de Trabajo Asociado (Coceta). “El primero es dar visibilidad a la incorporación de jóvenes al empresariado cooperativo. Existen apoyos para la entrada de nuevos socios cooperativistas jóvenes. El segundo es dar visibilidad a cómo los jóvenes están abordando proyectos cooperativos en sectores emergentes e innovadores. La sociedad tiene que conocer y observar la empresa cooperativa como una empresa ideal para desarrollar su desarrollo de vida profesional. Son empresas que apuestan por el beneficio colectivo, por el interés común y que está comprometida con el desarrollo de su entorno social”.
Cerveza artesana
“Nuestra cooperativa surgió como una opción ante el maltrato y los trabajos precarios que podíamos conseguir”, explica Yeray Castro, de la cooperativa de cervezas artesanas Vega, de Motril (Granada). Los socios rondan la treintena y se decidieron por la cooperativa después de las movilizaciones del 15M. “El proyecto lo empezamos hace cuatro años. Estábamos en un centro social autogestionado, y comenzamos a debatir sobre el tema de economía local, de los productos naturales, de cercanía, y de allí salió el tema del cooperativismo”.
Las cooperativas pueden ser una solución, pero no por el hecho de ser cooperativas está asegurado el éxito. Hay que abrir mercado para los productos que se venden. “Creemos que lo conseguiremos, aunque no es fácil. Todavía no podemos vivir de esto y ahora mismo podemos decir que nos autoexplotamos. Alguna gente ha tenido que irse de la cooperativa porque hay que dedicarle mucho tiempo. Pero es una apuesta que hacemos porque sabemos que en unos dos años, a nuestro ritmo de crecimiento, lo podremos conseguir”, resume Castro.
Desde el punto de vista de la visibilidad, en los últimos diez años ha habido un cambio abismal en lo que respecta al cooperativismo. Los periodistas y los políticos, especialmente los que rondan los 40 años, ya no miran de modo extraño cuando se les habla de economía social y de cooperativismo. La crisis, el estallido del 15M y el auge de la economía colaborativa (más allá de sus largas distancias con la economía social) han puesto al sector en un lugar hasta ahora desconocido.
En España, la relación de la juventud con el cooperativismo está muy relacionada con un mercado laboral que paga poco, exige muchas horas y no ofrece proyección de futuro. La situación se da también en otros lugares. En los países cercanos a la desaparecida Unión Soviética, la relación del cooperativismo con la juventud tiene que ver con lo mismo, con la precariedad laboral, pero también con el aliciente que tienen los jóvenes al comprender que trabajar en equipo, por el procomún, no tiene que ver con la burocracia de los viejos tiempos comunistas.
[Este artículo ha sido publicado en el número de marzo de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]
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