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Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.

El lado positivo de la lucha por el clima

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Elvira Carles, directora de la Fundación Privada Empresa y Clima

La opinión pública, especialmente ONG y muchos medios de comunicación, fueron muy críticos con el resultado de la Conferencia del Cambio Climático COP24 que se celebró el pasado diciembre en Katowice (Polonia), y se hicieron eco, en especial, del veto impuesto por cuatro países [EE UU, Rusia, Kuwait y Arabia Saudí] al informe del panel internacional de expertos sobre el cambio climático (IPCC), que llamaba a una mayor ambición. Nadie dijo que esta batalla fuera a ser sencilla, y menos cuando las decisiones se toman por aclamación. En mi opinión y experiencia —he tenido la suerte de asistir a las últimas 10 cumbres del clima—, creo que los avances fueron importantes, sobre todo en lo que concierne a las normas de aplicación del futuro Acuerdo de París, así como en materia de transparencia y en financiación. A continuación, expongo los puntos más relevantes de la COP24.

¿De dónde veníamos? Hace dos años, en la COP22 de 2016, cerca de 200 países firmaron el Acuerdo de París contra el cambio climático, que entrará en vigor el 1 de enero de 2021. Hay que tener en cuenta que, mientras que para desarrollar el articulado y las herramientas del Protocolo de Kioto hicieron falta ocho años, en el caso del Acuerdo de París nos comprometimos a hacer lo mismo en tan solo dos años (antes del fin de 2018). La urgencia por los efectos del cambio climático así lo ha requerido.

Otra cosa es qué se esperaba de Katowice. Desde el primer día de la conferencia, se delimitaron dos ejes fundamentales de negociación: por un lado, avanzar en un rulebook, o una hoja de ruta con las normas de aplicación para cumplir el acuerdo, que tienen fecha de inicio, pero no de final y que deben cumplir todos los países; por el otro, dar una respuesta en la lucha contra el cambio climático “ambiciosa, ambiciosa, ambiciosa”, en palabras del Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres. Y esa ambición iba muy ligada al compromiso de ser lo bastante audaces para actuar para que la temperatura no supere 1,5 grados en las próximas décadas, como planteaba el citado último informe del IPCC.

En cuanto al rulebook, el reglamento ha tenido un progreso muy importante durante esta conferencia, y países clave como China se han puesto a la cabeza en su cumplimento y, más aún, se han comprometido a cumplir las reglas comunes en su reducción de emisiones, así como a reportar sobre ellas de forma transparente. Todos los países participaron activamente en las negociaciones para avanzar en ello. Incluso EE UU, pese a ser contrario al informe del panel de expertos.

Tranparencia

Otro de los hitos de Katowice fue que se establece por primera vez un sistema común de seguimiento para que podamos medir de una forma transparente todos los avances en mitigación, adaptación y financiación del cambio climático de todos los países. Gracias al reglamento del Acuerdo de París, este marco de transparencia permite a todos los países informar de sus progresos mediante unas directrices comunes a todos, pero con alguna tolerancia para los países en desarrollo que lo necesiten en función de sus capacidades.

La información deberá incluir un inventario de emisiones y de absorciones de gases con efecto invernadero (siguiendo una métrica común y las guías del panel de expertos); un seguimiento de los avances en mitigación según las contribuciones, Determinadas Nacionales (NDC), y cada país las deberá remitir a Naciones Unidas mediante un sistema de indicadores y contabilidad, y en tercer lugar, información también de los impactos del cambio climático, de las vulnerabilidades de cada país, de las medidas de adaptación implementadas, de la información sobre los riesgos asociados a las pérdidas y daños que ser producidos por el cambio climático.

Es importante el hecho de que por primera vez todos los países deberán informar de las donaciones que hayan dado o recibido, según sean países donantes o receptores de financiación, con independencia de su grado de desarrollo. Todo este marco de transparencia tendrá revisiones técnicas periódicas para mejorar y fortalecer las capacidades de los países en desarrollo, también sobre el proceso multilateral, de manera que todos los países deberán presentar públicamente cada dos años un informe de transparencia.

Como en toda COP, la financiación es otro tema crítico. La hoja de ruta especifica todas las obligaciones de información sobre financiación climática de los países desarrollados para con los países en desarrollo. Esta información debe ser cualitativa y cuantitativa y se deberá comunicar cada dos años a partir del 2020 teniendo como base una serie de elementos sobre los que informar (programas, sectores, países, regiones, cómo evitar la doble contabilidad, acciones de capacitación y de transferencia de tecnología y los planes para aumentar y movilizar la financiación, siempre al alza).

Países vulnerables

La COP24 ha prometido un Fondo de Adaptación de 129 millones de dólares, mientras el llamado Fondo para los Países Menos Adelantados contará con 28,2 millones de dólares más. Por su parte, el Fondo Verde para el Clima acumula ya 10.300 millones de dólares.

No obstante, los países más vulnerables solicitaron una partida de ayudas exclusivas para cubrir los daños provocados por el cambio climático. El Acuerdo de París sí especifica una categoría concreta a este respecto, cosa que no hace de forma específica el nuevo texto aprobado en Katowice. El Banco Mundial ha anunciado una inversión de 200.000 millones de dólares para combatir el cambio climático entre los años 2021 y 2025, cifra que duplica la cantidad del periodo anterior.

La COP celebrada en Polonia se alargó 36 horas más por un motivo: el bloqueo de dos países. Brasil se mostró disconforme sobre cómo computaba la ayuda del pulmón verde brasileño, la Amazonia, para reducir las emisiones globales de CO2. Turquía, por su parte, pidió pasar a ser considerado un país en desarrollo y receptor de ayudas, en lugar de donante. Sobre la primera cuestión, o cómo se miden las emisiones de carbono, el mecanismo encierra diversas trampas. El balance final no es el real, y ello se ha intentado regular con un estándar que evite duplicidades y dobles contabilidades. Este tema se retomará en la próxima COP25, que se celebrará en Chile.

Por lo que respecta a los aspectos negativos, hay que señalar por lo menos dos elementos. Uno, el que acabamos de comentar: la contabilidad no resuelta para el carbono; el otro, la falta de un acuerdo sobre el último informe del panel de internacional de científicos, según el cual si se quiere limitar el incremento de la temperatura del planeta a 1,5 grados, se deben reducir a la mitad las emisiones mundiales para 2030. Cuatro países —EE UU, Rusia, Arabia Saudí y Kuwait—, “tomaron nota” del resultado de informe, frente a la “satisfacción” del resto. De momento, estos cuatro países no van a dejar de lado su apuesta por los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón). Este es un tema pendiente que se negociará más adelante.

Como conclusión, quisiera señalar que se ha avanzado mucho en el reglamento para desarrollar el Acuerdo de París. Y esto es muy importante. Como muestra de que hemos progresado, recordemos la valoración final de Xie Zhenhua, jefe de la delegación china, responsable de la lucha de su país contra el cambio climático y uno de los arquitectos del Acuerdo de París. Xie consideró los avances como “una victoria del multilateralismo” ya que “el cambio climático es el reto más importante al que se enfrenta la humanidad, del que ningún país queda exento ya que es un destino compartido”.

[Este artículo ha sido publicado en el número 66 de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

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