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Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.

El teléfono libre de sangre y con trabajo digno

Fairphone teléfono de comercio justo

Mariana Vilnitzky

Es sabido, y ha salido en una infinidad de reportajes, que el coltan, ese mineral necesario para la fabricación de smartphones y portátiles, proviene de minas en territorios en conflicto, y donde trabajan adultos y niños en condiciones tan peligrosas que se sabe que se entra, pero no siempre que se sale.

Cualquier consumidor pensaría que no se puede hacer otra cosa que comprarlos, a pesar de esto, porque todos los móviles que se producen llevan ese material. Pero eso no es del todo cierto. Sí se puede consumir de otra forma, al menos comprando un móvil de comercio justo. La empresa social Fairphone, de Holanda, viene fabricándolo desde 2013.

“Empezamos en 2010 como un proyecto de la Waag Society, Action Aid y Schrijf-Schrijf que tenía el objetivo de llamar la atención sobre los conflictos por los minerales para la electrónica y las guerras que los rodeaban en la República Democrática del Congo”, explica la compañía. “La campaña y la investigación sobre la obtención del coltan duró tres años”.

En 2013, el proyecto se convirtió en una empresa social para diseñar, crear y producir el primer smartphone de comercio justo. Desde entoces han vendido más de 39.000 teléfonos, y no dan abasto. Para pedir un móvil hay que apuntarse a una larga lista de espera de un año.

La República Democrática del Congo es el país donde existen más reservas de este mineral. La guerra que culminó formalmente en 2003, conocida como la guerra del Coltan, se llevó la vida de 3,8 millones de personas. Pero el conflicto sigue y los grupos armados paramilitares continúan actuando.

“En 2012, Estados Unidos acordó introducir una ley de minerales anticonflicto. Para más de 6.000 compañías de electrónica, que están en una lista del Mercado de Valores de Estados Unidos, no es posible usar oro, coltan y otros minerales del Congo, sin indicar de qué minas han sido extraídos”, explican. Pero esta ley se ha convertido en un boicot de facto, porque las compañías se van. “Esto resultó en una alta tasa de desempleo en el sector de la minería y un alto grado de tráfico de minerales en los bordes del Congo”. En asociación con organizaciones que trabajan con mineras libres de conflicto, en Fairphone se trabaja desde el mismo Congo.

Pero un teléfono móvil de comercio justo no solo debe estar fabricado con materiales libres de conflicto armado, sino que toda la cadena de producción debe estar basada en el respeto a los derechos humanos de quienes producen. Los Fairphone se construyen en China, como tantos otros electrodomésticos, pero quienes trabajan en el ensamblaje tienen condiciones razonables y un salario digno.

“De hecho, no comenzamos el proyecto porque pensáramos que existía la necesidad de un móvil ético. Se trataba de algo más grande”, agregan. “El primer Fairphone era el producto simbólico que nos llevó por nuestro camino para descubrir qué hay detrás de los materiales y la producción, comprender cómo trabajan y poner los valores sociales primero. Podríamos haber elegido una tostadora o una nevera, pero el teléfono es una buena metáfora de la interconectividad y el complejo mundo de la cadena de suministro. Queremos cambiar la forma en que la gente se relaciona con el producto. Creemos que así buscarán una economía basada en valores diferentes”.

¿Es el Fairphone el primer teléfono de comercio justo? La misma empresa considera que no, porque todavía no han logrado resolver todos los asuntos relacionados con la cadena de producción que quisieran. Pero se han marcado una hoja de ruta para conseguirlo.

Mientras tanto, van produciendo. Los móviles de la lista de espera estarán listos en mayo. Ya es posible anotarse para la segunda edición de aparatos. No es necesario pagar previamente porque cuando salgan a la venta avisarán a quienes aparecen en la lista para que puedan comprarlos. Todavía no han puesto un precio. En la primera serie los móviles costaban 325 euros.

Todavía no dan abasto con la cantidad de pedidos. Esa es, para la compañía, una buena señal. En un futuro, quizá, el éxito de este tipo de productos pueda hacer pensar a las empresas que otro tipo de producción es posible y preferible.

[Este artículo pertenece a la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

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