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Vox mide su fuerza en los feudos del PP en Almería

Los invernaderos rodean El Ejido y son su principal sustento económico en el Poniente de Almería.

Néstor Cenizo

La irrupción de Vox en los principales municipios del Poniente almeriense en las pasadas elecciones andaluzas fue la constatación de que el elefante está en la habitación. De repente, todos hablaron de ello: en la comarca del plástico, nutrida de la riqueza que generan los invernaderos que trabajan los inmigrantes, se ha hecho fuerte un partido que cree que la inmigración es uno de los grandes problemas del país.

No hay provincia donde el partido ultranacionalista se haya mostrado con más potencia que en Almería, donde en las generales del 28 de abril mejoró sus resultados en las andaluzas, logrando sus mejores resultados: el 19,15% de los votos, 2,3 puntos porcentuales más que el 16,79% que obtuvo en las autonómicas. 62.529 almerienses votaron a Vox en las generales, y ahora falta saber cómo se traduce ese voto en unos comicios municipales, donde el PP pone en juego un extraordinario poder.

Hasta ahora, el PP de Amat lo controla todo en Almería, a pesar de las recurrentes sospechas de corrupción, que se eternizan en los juzgados de instrucción sin que se hayan materializado hasta ahora en acusaciones, mucho menos en condenas. En los últimos cuatro años, el PP ha gobernado en Almería capital, Roquetas de Mar, El Ejido, Níjar, Adra, Huércal-Overa, Huércal de Almería, Berja, Vera… De los 20 más habitados, gobierna en 17 y en la Diputación Provincial, donde el pasado enero Amat dio paso a su protegido, Javier Aureliano García, ahora también diputado en el Congreso.

Este dominio absoluto está en cuestión, porque hace apenas un mes Vox ganó en El Ejido (30,03%, muy por encima del 22,71% del PP), Níjar (28,44%, por el 27,86 del PSOE) o el pequeño municipio de Balanegra (33,66%). También obtuvo buenos resultados en Adra (24,6%) o Roquetas de Mar (23,44%, segundo a cuatro décimas del PSOE).

El partido de Abascal divide el voto de la derecha, con un doble efecto: por un lado, minimiza el enorme poder local que hasta ahora ha tenido el PP de Gabriel Amat, al que le ha surgido a la derecha un rival con un discurso muy duro con la inmigración, al que el PP hasta ahora no había recurrido en Almería; por otro, puede abrir la vía a pactos alternativos, porque con Vox y el PP repartiéndose el electorado más a la derecha, Ciudadanos puede ser redundante en los acuerdos post-electorales, o abrirse a explorar pactos a su izquierda para rentabilizar su apoyo.

Sin embargo, falta por saber cómo se trasladan estos resultados a unas elecciones municipales. El próximo 26 de mayo, Vox presentará listas únicamente en veinte municipios de la provincia, con lo que es casi imposible que repita su resultado en las generales. Además, el discurso genérico del partido ultra puede quedar diluido en unos comicios locales, en los que influye notablemente el grado de conocimiento del candidato. En este sentido, la decisión de la dirección nacional de Vox de imponer las candidaturas ha generado conflictos con los afiliados de algunos municipios, lo que podría lastrar sus resultados.

El PSOE busca consolidar su victoria en las generales

A la amenaza por su derecha, el PP debe sumar el ascenso del PSOE por su izquierda. El pasado 26 de abril los socialistas superaron en 25.000 votos a los populares, que pasaron del 43,09% de los votos en las elecciones generales de 2016 al 22,51%. De 131.000 votos a algo más de 73.000. De tres a dos escaños. El PP fue segundo, a bastante distancia del PSOE y apenas 11.000 votos por encima de Vox.

Si consolida en los municipios su buen resultado en las generales, el PSOE podría aprovechar la escisión del voto tradicional al PP y situarse como primera fuerza en Almería, Roquetas de Mar o Níjar. Sin embargo, es probable que el PSOE no pueda aspirar a otra cosa que a gobernar con acuerdos puntuales con Ciudadanos, a la vista de la debilidad de los apoyos a IU y Podemos en gran parte de los municipios almerienses.

En ese escenario de traslación de los resultados de las generales a las municipales, el partido naranja podría ser innecesario en los pactos de la derecha (de modo que al PP le bastase con el apoyo de Vox); facilitar la reedición del pacto para la Junta de Andalucía (PP-Ciudadanos-Vox) en algunos municipios, pero como tercera fuerza; o explorar un pacto alternativo con el PSOE, que hoy parece improbable a la vista de la dinámica política nacional y autonómica, donde rige el pacto PP-Ciudadanos-Vox para la Junta de Andalucía.

La política de pactos es particularmente incierta en Almería capital. En 2015, el candidato de Ciudadanos anunció un viernes a mediodía que apoyaría al PSOE, y votó al candidato del PP el sábado por la mañana. Órdenes de Madrid, dijeron. Durante estos cuatro, Miguel Cazorla ha apoyado a los populares, hasta que los concejales de Ciudadanos votaron en contra de los últimos presupuestos. La desconfianza abre la puerta a otras opciones.

También se presenta abierta la composición post-electoral en Roquetas de Mar, donde el cuádruple empate de las generales (PSOE, Vox, PP y Ciudadanos, por este orden, en una diferencia de cuatro puntos porcentuales) permite divisar un escenario en el que a Ciudadanos le convenga decantarse a la izquierda.

En El Ejido, por el contrario, la gran duda está en si Vox conserva su primer puesto y, en tal caso, cuál será la actitud del PP y los demás partidos ante la posibilidad de un alcalde de Vox en el municipio de los disturbios racistas del año 2000. ¿Apoyará el PP a un alcalde de Vox? ¿Sumarán PP y Ciudadanos? Si no suman, ¿se incorporará el PSOE para evitar un gobierno de Vox? Será entonces cuando se compruebe la verdadera dimensión de un elefante que hace tiempo que está en la habitación.

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