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Un verano de inquietudes para el comedor social gaditano Amigas al Sur

Una de las cocineras que colabora con 'Amigas del Sur' en Cádiz.

Francisco J. Jiménez

Son las doce del mediodía y ya hay mucha actividad en el Comedor Social Amigas al Sur, en pleno barrio del Cerro del Moro de Cádiz. Son varios los vecinos que acuden para ayudar porque es día de reparto de alimentos y toca arrimar el hombro. 

Gracias a una donación privada han esquivado el cierre del comedor en el mes de julio, pero no está nada claro que vaya a seguir adelante cuando concluya el verano. Todo apunta a que el Ayuntamiento pondrá de su parte para garantizar un final de año sin sobresaltos e incluso disponer de un presupuesto asegurado, pero hasta que no quede firmado, nada es seguro. Hace un año contaron con 10.500 euros del equipo de Gobierno municipal, que cumplió lo prometido antes de las elecciones.

La idea es no seguir viviendo de parches, pero son conscientes de que están inmersos en una lucha contra los elementos. Desde el pasado 15 de septiembre, las personas que dan vida a este comedor viven en una constante montaña rusa de incertidumbre. “Llevamos cuatro años funcionado gracias a gente solidaria. A veces nos ayuda el Banco de Alimentos, la Cruz Roja… De las administraciones sólo nos llegó algo el verano pasado, pero fue por el cambio de Gobierno en el Ayuntamiento. De los anteriores nunca hemos tenido ninguna ayuda. De Teresa Rodríguez tuvimos una donación de 4.000 euros. Fue para la infraestructura de la cocina, que ahora es industrial y así se trabaja mejor”, explica Pepa Fernández, presidenta de la entidad.

Por suerte, muchos particulares siguen aportando dinero y eso hará que muchas personas puedan comer durante el verano con cierta normalidad. El problema vendrá después... “El mes de julio y también agosto los tenemos controlados gracias a las aportaciones y lo que podemos sacar gracias a algunos festivales que hemos organizado. Además, estamos esperando la respuesta del Ayuntamiento. Le vamos a presentar un proyecto porque no sólo queremos comida, sino también la seguridad de los que colaboramos. Necesitamos hacer una cooperativa legal para tener afianzados todos los meses del año, que haya una aportación mensual y que no tengamos que estar mendigando”, explica Pepa en su humilde despacho.

Fuera se van agolpando los vecinos que quieren acceder a la comida que se reparte. Los viernes se recogen los desayunos de toda la semana (leche, cola cao, pan, mediasnoches, embutido...) y, puntualmente, hay alimentos donados que también están a disposición de las familias más necesitadas de la zona. Para tener acceso a ello hay que estar dentro de un marco concreto: que la vida laboral sea mala, que estén empadronados en Cádiz, que los menores tengan el libro de familia legalizado... Un mínimo de burocracia para evitar la picaresca.

Cuatro años de comedor

El comedor lleva cuatro años funcionando, pero la actividad en el barrio se inició hace una década cuando la Asociación Amigas al Sur empezó a organizar unos talleres de costura junto con la Asociación de Educadores Nuestro Barrio. De ahí salió un grupo amigas, un taller de autoayuda, un trabajo contra la violencia de género… y llegó un día en el que vieron que el taller de costura no era suficiente para atender las necesidades del barrio. Hacía falta comida y algunas vecinas empezaron a pedir y a moverse. Desde entonces las cosas no han cambiado mucho. La Asociación mantiene el nombre y el sitio, pero necesita ayuda para asentarse al nivel de la ayuda que presta.

A diario son unas 180 las personas que acuden al comedor. A veces hay garbanzos, otros días habichuelas, pero hay que disponer de dinero constantemente para que la comida tenga sus condimentos, para que funcione la bombona de butano, para que haya una lejía con la que fregar la cocina… Y, además, hay que hacer un cuadrante de comidas para todo el mes y tener claro lo que se necesita cada día. En este caso, la cocinera está preparando pasta con tomate, salchichas en salsa, ensalada y de postre, latas de melocotón.

El objetivo a medio plazo es que la gente del barrio no sólo encuentre un sustento físico en Amigas al Sur, sino algo más. “La idea es que haya talleres para que la gentes se forme. Creamos el programa Amigas íntegras para formar la alfabetización y la comercialización de unas pulseras solidarias. Ahora las chicas que vinieron al taller están en otros sitios y abriéndose camino solas”, explica orgullosa la presidenta.

Los vecinos interrumpen a Pepa para hacerle mil consultas. Es el alma de la Asociación y cuenta con el apoyo y con el agradecimiento de su gente, a pesar de que a otros niveles no cuente con tanto respaldo. “Los políticos han desconfiando de nosotros. Una concejala de PP en un pleno dudó de Amigas del Sur. Habló de nuestra labor como la que supuestamente hacemos y la gente se le echó encima. Basta con venir aquí y ver lo que hay”. Se acerca la hora del amuerzo. La cola se va haciendo más grande, hay reparto de comida y el comedor social sigue en marcha. De momento.

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