Puerto Real, la 'villa roja' gaditana donde ganó el PP 'ma non troppo'

Por primera vez en la historia, el Partido Popular ganó unas elecciones en Puerto Real, Cádiz, donde todavía resuenan la memoria de aquella coplas en homenaje a Emilio El Moro que, con su mijita de testosterona, cantase Carlos Cano hace 40 años: “Guardias, no tiréis pelotas, que pa pelotas Puerto Real”. Hoy, una izquierda dividida facilitó esa victoria pírrica, porque los votos conjuntos de Adelante Andalucía o de Por Andalucía le habrían amargado la alegría electoral a los conservadores. Por no hablar del PSOE, que solo se dejó en las urnas 50 votos respecto a los comicios de hace casi cuatro años.

“Pero es rarísimo que gane el PP en Puerto Real, es la primera vez que pasa –admite Juan José Iglesias, uno de sus hijos más preclaros y catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Sevilla–. Un amigo andalucista se lo veía venir, pero yo no. Hay muchas explicaciones, desde la tendencia general, al miedo a Vox. Creo que mucha gente ha votado en Puerto Real al PP como a Macron en Francia, con la nariz tapada. En el fondo, hemos de reconocer que a nivel andaluz mucha gente de izquierda hemos respirado con que el PP pueda gobernar sin la ultraderecha”.

Tampoco tiene una opinión clara respecto al cambio de tendencia local Rafael Lara, uno de los fundadores de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, residente también en Puerto Real: “La verdad es que no hemos analizado de forma serena qué es lo que ha ocurrido, pero creo que forma parte del auge del voto de la derecha y de la extrema derecha, como en otros lugares de Andalucía”.

Ciudad obrera

Ciudad obrera en gran medida, apenas a diez kilómetros de la capital gaditana, crecida al rebufo de la industria naval, con proyectos que naufragaron como Delphi, donde ahora se proyecta una controvertida Sport City del Cádiz C.F. y otras industrias en tenguerengue como la nave local de Airbus. En el aire, el futuro de los terrenos del parque tecnológico de Las Aletas, que pasó a mejor vida de la mano de la Junta de Andalucía cuando la gobernaba el PSOE y que, ahora, la Junta del PP quiere recuperar para una nueva iniciativa, pintorescamente denominada Lógica.

“30 años llevo yo viviendo en Puerto Real, desde el 92, el año de la Expo –asegura el gaditano Antonio Martín, una leyenda viva del carnaval, autor de algunas de las mejores comparsas del último medio siglo--. Una vez dije que Puerto Real era como un barrio cercano de Cádiz. Estaba Maribel Peinado de alcaldesa y se mosqueó conmigo. Yo lo quise decir de una manera entrañable, porque me gustan los barrios, empezando por el de La Viña. Me vine aquí con la idea de que era una forma de seguir en Cádiz”.

Allí creció su hijo Antonio, pero nació en la capital gaditana –“mi mujer Amparo quiso darle a luz en la Residencia, como nuestros otros hijos”--: “Yo he hecho mi vida aquí. Antes, venía todos los días a Airbus cuando quitaron la Aeronáutica del barrio de Puntales, en Cádiz. Mi padre hizo su vida laboral en Matagorda, aquí también. Veníamos los fines de semana. Puerto Real lo llevo impregnado en las venas y eso no impide que siga tirando para Cádiz; cada vez que cojo el coche, enfilo para el puente. Me vine de Cádiz por la vivienda, eran casas baratas, unifamiliares, yo tenía aquí el trabajo. Teníamos un piso por La Laguna e hicimos el trueque por una casa adosada aquí. Lo comido por lo servido, pero mi hija Amparo está buscando un partido por La Viña”.

Una industria naval a cuenta gotas

Antes de que llegara la fugitiva General Motors, el alma industrial de Puerto Real era el astillero, que ahora lo regenta Navantia y que acaba de conocer, después de las elecciones, que tendrá carga de trabajo para dos años, entre 2023 y 2025, alrededor de 380.000 horas. Se trata de un encargo de Ocean Winds para parques eólicos off shore. La empresa ha confirmado con Navantia un acuerdo de reserva de capacidad en Matagorda para construir dos cimentaciones tipo jacket y pilotes asociados para las subestaciones de dos parques eólicos marinos en Francia. Trabajo a cuenta gotas: de eso viven los astilleros de la Bahía de Cádiz desde comienzos del siglo XX.

El proyecto estrella que afrontarán en breve estos astilleros es el de un contrato de la Armada para la construcción del BAM-IS (Buque de Acción Marítima de Intervención Subacuática), con un presupuesto aproximado a 200 millones de euros, pero cuyos empleos no empezarán a hacerse efectivos hasta comienzos del año próximo, pendientes aún de las obras de ingeniería necesarias. De ahí que, mientras Juan Espadas sacaba pecho por este proyecto antes de las elecciones, María José García Pelayo, diputada popular por Cádiz, le reclame luego al Gobierno central que anticipe dichas tareas.

A pesar del agitado conflicto del convenio en astilleros, que marcó finales de 2021, esa ha sido una época hasta cierto punto bonancible en las factorías navales de la Bahía: un millón y medio de horas de trabajo a lo largo del ejercicio, con ocho cruceros reparándose al mismo tiempo, en septiembre del pasado año, entre Cádiz y Puerto Real. Para este año, se esperan casi 700.000 horas, de las que la mitad corresponderían a reparaciones de grandes cruceros. El año pasado, se repararon 18, entre el medio centenar de barcos que pasaron por dichos calafates metálicos. Además, hasta 2028, sigue en vigor el contrato de reparación y mantenimiento de los destructores de la Clase Arleigh-Burke de la marina estadounidense que tienen como puerto de operaciones la Base Naval de Rota. Y que, según el acuerdo entre Pedro Sánchez y Joe Biden, podría aumentar su parque naval.

Antonio Martín y los suyos viven en la calle Amargura, una larga avenida que va desde los antiguos pisos del Sindicato vertical, hasta las afueras de Puerto Real, no muy lejos de donde La Curiosidad de Mario Barreiro obtuvo una estrella Michelin en su restaurante de la calle Chipiona.

Martín tampoco tiene una idea clara de este pequeño terremoto electoral en su ciudad adoptiva: “Como la mayor parte de la gente. Pongo la tele y veo que van a bajar las pensiones, los sueldos y echo en falta a políticos que digan que como la cosa está tan mal, vamos a bajarnos los sueldos”, afirma Martín, que confiesa haber votado a Teresa Rodríguez.

“La gente vota de cabreo. Muchos se abstienen, beneficiando a la derecha. Y eso ha hecho mucho daño. Cuando le oí a Serrat decir que la gente estaba esperando a que vuelvan a salir aquellos que nos han hecho la vida imposible, pensando que nos la van a arreglar algún día, estuve de acuerdo con él. Creo que muchos han votado por lo menos malo, según sus convicciones”.

Empate técnico PP-PSOE

Del total de votos contabilizados el pasado 19J, 18.458, con un importante número de abstenciones –14.999--,4.773 votos fueron a parar al PP, con un 26,13 por ciento del electorado. Sin embargo, el PSOE aguantó el tirón, con el 25,58 por ciento de los votantes y 4.674 sufragios, apenas 51 menos que en las autonómicas de hace cuatro años. Si a eso se suma el reparto del resto de la tarta electoral entre Adelante Andalucía, con 3.569 (19,54), la formación de Teresa Rodríguez, y los 2.243 de Por Andalucía (12,28), Puerto Real sigue siendo la aldea roja de Asterix. En las últimas autonómicas, cuando estas dos formaciones progresistas acudieron a las elecciones bajo el paraguas común de Adelante Andalucía, se las llevaron de calle en Puerto Real, con el 34% de los votos. De haber ido juntas ahora, tan sólo habrían bajado al 32% y habrían vuelto a ganar. Pero no fueron juntas.

si bien Vox solo ha crecido hasta sumar 1.284 sufragios, un 7,03 por ciento, Ciudadanos cae hasta 624 (un 3,42), casi 2.000 votos menos que la vez anterior, pero las diluidas siglas de Moreno han cuadruplicado los votos andaluces de 2018 en esta Villa

¿Qué ha ocurrido para que el Partido Popular, sin embargo, esté exultante con estos resultados? Que si bien Vox solo ha crecido hasta sumar 1.284 sufragios, un 7,03 por ciento, Ciudadanos cae hasta 624 (un 3,42), casi 2.000 votos menos que la vez anterior, pero las diluidas siglas de Moreno han cuadruplicado los votos andaluces de 2018 en esta Villa, donde el partido de las gaviotas o charranes ni siquiera tiene representación municipal. Antes, en las urnas verdiblancas, solía arrasar el PSOE y, por primera vez en la historia, el PP ha alcanzado la mayoría, pero con tan sólo 99 votos más que los socialistas. Sin embargo, las comparaciones marcan la diferencia: los populares han crecido en 18 puntos, con 3.426 votos más que en la última contienda electoral al Parlamento de Andalucía.

Para Quino Muñoz, secretario de organización del PSOE de Puerto Real, se trata de un claro “empate técnico” con el PP: “El PSOE ha sido la fuerza de izquierdas más votada en Puerto Real, bastante lejos de la segunda en el mismo espectro ideológico”, subraya.

“El resultado –reconocía sin embargo-- ha sido malo, la participación pudo haber sido mayor y no se supo movilizar al electorado de izquierdas, pero es evidente que Puerto Real es mayoritariamente de izquierdas con un PSOE que lidera la confianza en este arco político en nuestro pueblo”.

Desde la perspectiva de Jesús Ortiz, del comité de empresa de Airbus, la muerte lenta del centro de dicha empresa en Puerto Real (el único que va a cerrar en toda España) no ha tenido que ver en estos resultados: “Ha sido más bien la inercia del voto hacia el PP que se ha visto en toda Andalucía”.

“No creo que la crisis de Airbus haya repercutido sobre el sentido del voto de la población de Puerto Real, pero yo no soy un analista ni mucho menos”, asegura Ortiz, que también forma parte de la plantilla de dicha instalación industrial, cuya plantilla terminará conformando el futuro centro de Airbus en Cádiz, pero en El Puerto de Santa María.

La plantilla se mantiene hasta cierto punto optimista respecto a tiempos pasados: “Ahora mismo, estamos en esa transición, a partir de los acuerdos que se firmaron en su día y que supondrá nuestra unificación, de aquí a 2025, en una sola planta, en El Puerto”.

Airbus

Se trata de los acuerdos firmados por Ministerio de Industria, sindicatos y Airbus, que incluyó la garantía del mantenimiento del empleo, realizar prospecciones en el desarrollo de tecnologías, con partners privados tan potentes como Navantia o Cepsa, que permitan a esta empresa situarse aquí en un nuevo polo vinculado a la industria 4.0. Aunque los trabajadores hayan salvado –y no es poco—los muebles de sus empleos, la desaparición de dicho centro repercutirá negativamente en el mapa industrial del municipio.

Alrededor de 380 empleados conforman su plantilla: “Después de todo lo que hemos pasado, estamos mucho mejor. Entendiendo un poco lo que hemos vivido, toda esa incertidumbre acumulada, ahora todo el mundo necesitamos mirar al futuro. Queremos consolidar el proyecto Cádiz para Airbus, porque entendemos que hay trabajo para mucho tiempo, ya sea aquí o, como finalmente ocurrirá, en El Puerto. Es muy diferente a como estábamos hace un año o un año y medio”.

Después de todo lo que hemos pasado, estamos mucho mejor. Entendiendo un poco lo que hemos vivido, toda esa incertidumbre acumulada, ahora todo el mundo necesitamos mirar al futuro

Especialmente feliz por los resultados del 19J, se mostró en la noche electoral Vicente Fernández, al frente del PP de Puerto Real. Sobre todo, porque él figuraba en la candidatura autonómica. El único problema estriba en que no llegó a resultar elegido porque la nota de corte de las urnas le dejó fuera del antiguo Hospital sevillano de las Cinco Llagas. Así que, a la manera de Juan Sin Tierra, Fernández tendrá que afrontar la lucha por las municipales sin escaño parlamentario y sin representación aún en la Corporación, donde sus siglas no lograron entrar tampoco tres años atrás.

El liderazgo de la izquierda

El Gobierno municipal lo preside la alcaldesa socialista Elena Amaya, que parece consolidarse en dicho cargo, al que llegó mediante un acuerdo con la coalición Andaluces Levantaos, que parte de Andalucía por Sí, AxSí, también de capa caída en la Villa: de los 720 votos de 2018, ha pasado ahora a 320, a pesar de que cuenta con cuatro concejales en el pleno local que, sumados por ahora a los siete del PSOE, dan mayoría absoluta sobrada. Suficiente, al menos, para haber arrebatado la alcaldía en 2019 al bloque de izquierdas de Adelante Puerto Real y a su anterior alcalde, Antonio Romero, que fue entonces el partido más votado, con ocho ediles.

“La alcaldesa parece bastante consolidada –considera el historiador Juan José Iglesias, cuyo padre fue un veterano militante del Partido Socialista--. Los cuatro años de izquierda alternativa no dieron mucho fruto y parecía como que solo celebraban asambleas a las que cada vez iba yendo menos gente”.

Por eso, quizá el PP arremete ahora desde los medios de comunicación y desde las redes sociales contra la alcaldesa, quizá porque considere que, tras los resultados del 19J, tienen una oportunidad de tumbarla, aunque difícilmente sumen para desbancar a la izquierda en general de la alcaldía.

“En todo caso, pueden arrastrar los votos de Ciudadanos, ese partido que crearon de prisa y corriendo pero más de prisa y corriendo se ha desinflado. Yo creo, sin embargo, que Puerto Real acusa una cierta falta de liderazgo de la izquierda, desde los tiempos de Barroso. Ahora, se dice que se está animando una candidatura de izquierdas encabezada por Antonio Noria, quien fue su segundo de abordo en los últimos tiempos”.

El papel de Barroso

Barroso es José Antonio Barroso, que logró ser alcalde en las filas del Partido del Trabajo de España, al que un gobernador tardofranquista sacó del calabozo en septiembre de 1976 para darle el pésame por la muerte de Mao: “Es que no sabía a quién dárselo –me contó que le dijo--. Aunque no comparta sus ideas, es mucho mérito haberle dado de comer arroz a tantos chinos”.

José Antonio Barroso Toledo, que fue alcalde de Puerto Real entre 1979 y 1995 y desde 1999 hasta 2011, transformó en gran medida la vida urbana de la Villa, sin descuidar una entretenida agenda internacional que le llevaba desde los campamentos saharauis hasta Cuba, donde se le recibía con honores de Jefe de Estado y en donde el mismísimo Fidel Castro le casó en segundas nupcias. Ahora, está en la reserva, pero sigue representando a una izquierda local forjada en la lucha contra la reconversión naval de la Bahía, que continúa ahí y que sigue votando o saliendo a la calle cuando se hace imprescindible: “En Puerto Real se vive felizmente, como tú sabes –asegura el comparsista Antonio Martín--. Sabemos de qué pie cojea cada cual. Como mi amigo Juan Diaz de la CNT. Yo, en el colegio, canté más el Cara al Sol que los Duros Antiguos. Nos lo hacían cantar a diario. Cuando salí de allí y llegué a la Aeronáutica, me desvirgué políticamente. Vi las broncas, le tirábamos los hierros a la policía cuando el coro de La Guillotina cantaba que le tirábamos flores a los antidisturbios pero con macetas, para que llegaran con rapidez. A mí, Juan Díaz me abrió los ojos cuando lo vi subido en un banco y dando un discurso a los trabajadores. Me convenció para acompañarle en la primera lista de la CNT en las elecciones sindicales y salimos elegidos por primera vez en la historia. Ahora, recuerdo todo esto cuando pongo la tele y veo que ha subido esto y lo otro, la luz y la gasolina… Esto, ¿quién lo sube, quién lo mide? Esto, ¿qué es lo que es? Yo creo que los sindicatos, que entonces movían la historia y que se dicen de izquierdas, tampoco hacen ahora política de izquierdas, no se lanzan a la calle como entonces. Entonces, no éramos violentos, nos inducían a la violencia. Como cuando en el último conflicto por el convenio trajeron una tanqueta de la policía. Si los políticos no se quitan un puto duro del sueldo, digo yo que no van a ser paganinis los currantes”.

Aunque esté retirado, seguro que Antonio Martín está ingeniando alguna letra sobre esto: “Si los políticos no se quitan un puto duro del sueldo, digo yo que no van a ser paganinis los currantes”. Parece como si tarareara esa última frase.

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