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Adelantos y coincidencias electorales
Algún gurú de los partidos presumirá de que la gente no duerme ante la tesitura de si habrá o no adelanto electoral este otoño o invierno. No solo en España, sino también en Andalucía. Creo que pocos o ninguno que no deseen estar en unas listas sufrirían por ello de vigilia en las noches veraniegas.
La mayoría está en cómo disfrutar sus vacaciones a pierna suelta o en los pocos días que le quedan para empezarlas. Unas vacaciones necesarias, sobre todo de la clase política. Me refiero a la necesidad de los ciudadanos de descansar de algunos representantes tan ruidosos, aunque no todo el ruido descanse. El ruido grosero de la política no se tomará vacaciones, por desgracia.
Sobre el adelanto electoral: Alberto Núñez Feijóo ha adoctrinado a los suyos del PP para que se pongan en modo electoral, como si no lo hubiera mencionado desde que se frustró su anhelo de llegar a la Moncloa en 2023. Hace justo dos años. Dos años en los que no ha hecho otra cosa que pedir adelanto electoral. Con tanto ahínco como Pedro Sánchez pone en desbaratarle los planes una y otra vez. El presidente del Gobierno, en cuya mano está el botón de las elecciones, dice que aguantará la legislatura de cuatro años.
Hasta ahora, la consigna exitosa de Aznar de “el que pueda hacer que haga” no ha minado la moral de Pedro Sánchez. En estos dos años, el mensaje ha triunfado llevándose por delante a los máximos soportes internos de Sánchez, con el honor trillado de parte de su familia, incluido su suegro fallecido. El ruido grosero de la política no ha escatimado falta de escrúpulos. Pedro resiste: No hay arma más resiliente que la confianza en uno mismo. Demacrado, delgadísimo y con una cara aristada que da pena (con maquillaje o sin él), el presidente ahí sigue, en pie.
En otros tiempos, los políticos apenas cogían vacaciones en los agostos anteriores a comicios electorales. Cuando llenaban la agenda de apariciones en cualquier lugar y con cualquier excusa, aunque fuera en bañador o en los cacharritos de las ferias, los periodistas ya intuían que podía haber adelanto. Eran otros tiempos. Es muy posible que Feijóo salga en casi todos los telediarios de agosto, y tampoco eso significará que haya adelanto. No es novedad. Otra cosa sería si Pedro Sánchez prescinde de La Mareta y se pasea por toda España en mangas de camisa. Habría que mosquearse.
La misma observación sirve para Juan Manuel Moreno. Las elecciones andaluzas tocan dentro de un año, en junio de 2026, pero el presidente andaluz, que gobierna con mayoría absoluta, lleva tonteando varias semanas con un posible adelanto. Nadie se lo pide. Lo que menos interesa al PSOE andaluz ahora mismo son elecciones. María Jesús Montero no tiene las prisas de Feijóo. Nadie en el PSOE está por quitarle el sitio. Las encuestas tampoco apuntan nada bueno para los socialistas andaluces, que parecen no salir del hoyo opositor. Montero tiene tanta confianza en sí misma como Sánchez, pero en la oposición no cuenta.
Moreno dice, como Pedro Sánchez, que aguantará la legislatura, que en su caso es de apenas un año. Luego añade que se lo replantearía si Sánchez convoca elecciones meses antes, que es desde octubre a mayo. En este ‘sí pero no’ hay letra pequeña. A ver: Moreno participa cada vez que Feijóo se lo pide en el coro de voces del PP para exigir a Sánchez un adelanto. Si está de acuerdo con ello, quiere decir que también lo está en acelerar él las andaluzas.
Moreno, que no desaprovecha ocasión de imitar a Manuel Chaves, está apuntando a la estrategia de hacer coincidir las andaluzas y generales para apoyar a su partido y a Feijóo, como el socialista hizo en su día con José Luis Rodríguez Zapatero en los comicios generales de 2004 y 2008. La cuestión es si lo que expresa Moreno con su jueguecito del ‘no pero sí’ es más un deseo que un temor, o viceversa.
A Feijóo le vendría de perlas, pero hay dudas de si también a Moreno. En las elecciones andaluzas de 2022, el PSOE no llegó al millón de votos por primera vez (883.707), mientras que un año después en las generales subió hasta 1.467.501 sufragios, varios miles más que en 2019. El voto del PP tragándose a Cs en las dos citas con las urnas fue parecido (1.582.412 en 2022 y 1.596.044 en 2023). La erosión de Pedro Sánchez no hizo mella en el voto socialista en Andalucía, lo que según analistas fue una de las causas de que Feijóo no llegase a la Moncloa.
Los gurús del PP ya están haciendo cábalas sobre posibles resultados en caso de coincidencia de los comicios, sin que estos pongan en peligro la mayoría absoluta de Moreno. En este sentido, es interesante el ascenso a la dirección nacional del PP del hombre de las estadísticas y los números del PP andaluz, José Ramón Carmona, como secretario de Evolución Demoscópica.
Todo ello si la apuesta de Feijóo de que Sánchez no aguantará un año más se cumple, o si el presidente del Gobierno sigue aguándole la fiesta al dirigente del PP con su resistencia y su moral a prueba de bombas. Quizás Moreno, como sostiene la socialista María Márquez, no está especulando con la fecha de sus elecciones, sino deshojando la margarita de Pedro Sánchez. ¿Con temor o con deseo? He ahí la cuestión.
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