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Custodia y gobierno compartido
Quien cree merecer las cosas actúa desde la exigencia, no desde la responsabilidad, y menos desde la reflexión y la autocrítica.
En eso la actitud del PP recuerda mucho a los grupos de padres que tras la separación exigen que se imponga la custodia compartida sobre sus hijos e hijas, cuando durante la convivencia no han asumido las responsabilidades de ser padres en los cuidados del día a día. Y claro, cuando hay convivencia creen que todo está bien, pero cuando esta acaba ni su relación con los hijos e hijas es tan buena como pensaban desde el punto de vista afectivo, ni en los juzgados entienden que, a raíz de los elementos objetivos que muestran el papel desempeñado por padres y madres, son ellos los más idóneos para asumir la responsabilidad de una custodia en solitario o de forma compartida. Basta con recordar el Barómetro del CIS de abril de 2014, en el que se indica que las mujeres dedican cada día un 97,3% más de tiempo a realizar tareas domésticas y un 25,8% más al cuidado de hijos e hijas, y los hombres a cambio tienen un 34,4% más de tiempo de ocio.
Al PP le pasa ahora algo parecido. Durante la “convivencia” con la mayoría absoluta se ha negado a dialogar y a pactar con el PSOE y con el resto de la oposición, y ha dedicado su tiempo a sacar adelante unas políticas cargadas de ideología, valores y creencias que sólo son defendidas por una parte de la sociedad, algunas de ellas ni siquiera todo el sector social de sus votantes, como se ha visto con relación al aborto, al matrimonio entre parejas del mismo sexo, la reforma laboral o la ley de educación. A pesar de ello, ha sido capaz de imponer su criterio a toda la sociedad sin más argumento que el uso del poder y el concepto de superioridad moral en quienes tomaban las decisiones, pues como acabamos de comentar, ni siquiera era una superioridad matemática desde el punto de vista social, al no ser compartida por todas las personas que los votaron.
Y ahora, cuando la “convivencia” con la “mayoría suficiente” se ha roto, exige la “custodia compartida” a los partidos que ha negado y desconsiderado, para de ese modo poder continuar mandando sobre la política con sus ideas y valores. El argumento es muy similar al que utilizan los padres que exigen la “custodia compartida impuesta”, y lo elevan a lo trascendente cuando dicen que lo hacen “por el bien de sus hijos”, (los mismos que durante la convivencia “descuidaron” en la atención y lo afectivo por otros temas, sin duda importantes), y echan la culpa a las mujeres de todo lo que les pasa tras esa separación, entre otras cosas de dejar a sus hijos e hijas sin padre, y a los padres sin hijas e hijos.
El PP dice que hay que compartir su proyecto “por el bien de la nación”, y responsabilizan de todo a los partidos olvidados durante su gobierno, a los que no dudan en culpar de dejar a la nación sin Gobierno, presupuestos, relaciones internacionales…
¿Acaso no era bueno para la nación pactar la reforma laboral o la ley de educación, o entender que no toda la sociedad, por extraño que les parezca, comparte sus ideas, valores y creencias?
¿Acaso no era bueno para la sociedad tener un Gobierno cuando Rajoy rechazó la posibilidad de formarlo tras el 20D, y Pedro Sánchez la asumió? ¿Es que en una democracia parlamentaria sólo puede formar Gobierno el partido más votado, aunque se niegue a hacerlo? ¿Si tan importante es que el PSOE apoye ahora el pacto PP-Ciudadanos, por qué no lo era que el PP apoyara entonces el pacto PSOE-Ciudadanos, cuando reconocen que el contenido es muy similar?
Quien parte de la idea de la superioridad moral lo único que hace es buscar razones para exigir que se cumpla y se respete esa superioridad, el cómo se lleve a cabo sólo depende de las circunstancias, hoy lo es en forma de “Gobierno compartido” como antes lo fue en “solitario”.
Es algo parecido a lo que sucede con los padres que creen merecerse la custodia por el hecho biológico de la paternidad, bien sea de forma individual o compartida, pero en ningún caso que la ejerza la madre en solitario, pues para quien cree merecerlo todo tan importante es que ellos manden como que no lo haga quienes piensan que no lo merecen.
Y no es casualidad, cuando se habla de gestionar posiciones de poder las justificaciones comienzan por los argumentos morales basados en la importancia de que sus ideas y valores formen parte de la realidad, pero rápidamente llegan a lo material para intentar gestionar unos Presupuestos Generales del Estado, cuando hablamos de Gobierno, o controlar las cuestiones económicas derivadas del cuidado de los hijos e hijas tras la separación.
Al final todo se reduce a controlar “la casa y el dinero”, bien sea de la nación o del contexto doméstico.