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Gente de derecha abierta, ¿qué haréis?

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, conversa con el líder de Vox, Santiago Abascal, en los actos del último 12 de octubre. 

María Iglesias

7 de julio de 2023 22:30 h

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Algunos, quizá muchos, neguéis ya de partida el título de mi artículo. Estáis seguros, desde convicciones progresistas, de que la historia, sobre todo la de España, prueba que el electorado de derecha no es de espíritu abierto sino recalcitrante y retrógrado. Y, por supuesto, monolítico. “Ellos son una piña”, “Ellos votan a una”. Yo misma, siendo sincera, tengo los dos bloques, izquierda y derecha, en mi cabeza. Pero, a la vez, me aferro a creer en la existencia de “gente de derecha democrática”, “de derecha civilizada”. Etiquetas que supongo molestarían a quienes designan. Por eso, para no ofender sino cuidar nuestra convivencia, elijo lo de “derecha abierta” para referirme a personas de derecha que son modernas, cosmopolitas, empáticas e intelectualmente inquietas.

De nuevo me anticipo al probable gesto de negar con la cabeza de muchas y muchos lectores de izquierda que estaréis mascullando: “No te engañes”, “No seas naif”, “No los hay”. Pero en esto, lo siento, no estaremos de acuerdo. Aunque a los españoles nos cueste asumirlo, la vida no es una dicotomía de “O te convenzo o te desprecio”. Y si estoy tan segura de que hay mujeres y hombres de derecha que son inteligentes, fraternos y de mente despierta es porque conozco a algunos, son amigos a los que quiero, mucho, y obviamente no van a ser ellos los únicos.

Una mirada desprejuiciada a nuestras familias, amigos y conocidos, vecinos y otras familias del cole de los niños nos lleva a reconocer a personas, parejas, grupos, gente que, aunque admiran el capitalismo que yo entiendo culpable de la injusticia sistémica del planeta, son real y visceralmente contrarios a la homofobia, al racismo, al machismo y al matonismo verbal (vinculado al ascenso de delitos de odio) que en España ha propulsado la irrupción de Vox dentro de una corriente de trumpismo mundial.

Me refiero -y ya estaréis pensando en caras y nombres de gente cercana, algunos que quizás lean esto, abiertos a afrontar la pluralidad de criterio- a parientes y conciudadanos nuestros que aman viajar, abrirse a otras culturas y ritos, que disfrutan conociendo al distinto, conversando, que se deleitan con músicas, libros y películas diversas y se asquean de toda censura, insulto, menosprecio, discriminación racista, homófoba o machista. Que discuten con su suegro el domingo cuando frente a la pantalla de Trece TV el hombre suelta un improperio o cuando en la mesa que le asignan en un banquete de boda otro invitado larga fiesta de “los maricones”.

Hablo de mujeres y hombres que tienen clarísima la igualdad de derechos que unas y otros merecemos y lo mucho que queda para hacerla efectiva. Que no es ya que toleren, sino que nos quieren a amigas rojeras como yo, gais y lesbianas, de rasgos orientales o piel negra y están para nosotros, como nosotros para ellos, a la hora de compartir los zarpazos de la vida y de generar ocasiones de alegría en paseos campestres o playeros, barbacoas, conciertos, cines, cenitas y copeteo.

Profesionales que calibran el valor del conocimiento científico, porque muchos trabajan con rigor, ellos mismos, en áreas científicas y aman la naturaleza y son conscientes de la urgencia de protegerla para sus hijas e hijos. Horrorizados con las formas y el fondo de Trump, Bolsonaro, el Brexit, Orban, Meloni, Abascal… y Ayuso. Que saben que perorar de Bildu, ETA y el independentismo catalán es el recurso facilón de meter miedo azuzando espantajos cuando la convivencia entre autonomías españolas está siendo ahora mucho más armónica que nunca.

¿Qué España quieren los demócratas de derecha?

Sé que a ellos, primero la deriva autodestructiva de Cs y ahora que el PP de Feijóo asuma el ultraderechismo de Vox los tiene tristes y asqueados. La cuestión que me planteo es: ¿cómo vais a vehicular esa tristeza y repulsión para evitar que, no en un hipotético futuro sino en este tiempo que viviremos juntos, las mujeres, las gentes LGTBIQ+, las personas marcadas como “racializadas”, los de izquierda y ecologistas, la propia naturaleza veamos atacados nuestros derechos, libertades y pervivencia?

¿Qué haréis para indicar al PP vuestro rechazo a esta deriva que, en cambio,  sí resisten sus homólogos franceses y alemanes aferrados a valores democráticos?

Yo creo de corazón que a quienes no hace tanto votaban a Ciudadanos les gusta más la actual sociedad plural, diversa y colorida creada en la España imperfecta de idas y vueltas, errores y aciertos de la democracia que la casposa, con olor a naftalina y en blanco y negro de la larga dictadura franquista donde la mitad del país éramos perseguidos, violentados, exiliados o exterminados. Estoy segura de que para vosotros mismos, liberales cultos, leídos y viajados, sólo pensar en volver a vivir encerrados en esa atmósfera viciada se os hace irrespirable.

Pues bien, esta columna es para compartir que, en mi opinión, vosotros, la “derecha avanzada”, tenéis un papel trascendental que jugar, una responsabilidad histórica, clave. Que se ciñe a ¿qué haréis en las elecciones generales del 23J?

Es una verdad histórica que la izquierda es mucho más autocrítica y pasó factura al PSOE de González por los GAL y la corrupción y, luego, al gobierno socialista de Zapatero le montó el 15M del “¡No nos representan! contra su sumisión a los recortes de la Troika. Pero ya hubo, en este país, en esos años de vértigo entre la dictadura y la democracia que llamamos Transición, una derecha con principios que se posicionó con la convivencia y el avance dándole la espalda al pistolerismo cuartelero. Sería emocionante que también hoy la derecha abierta dejara clara su postura, quizá, se me ocurre, con la abstención o, mejor, depositando en las urnas votos en blanco.

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