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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
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Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

Dos 'match point' en materia de migración

Las fuerzas de seguridad mexicanas cortan el paso a migrantes centroamericanos en su frontera sur.

María Iglesias

La primavera cuajada de elecciones, tras la irrupción de Vox en Andalucía al final de 2018, ha centrado todo. Lo urgente justificaba aparcar temas esenciales. Entre las generales del 28A y las municipales, autonómicas y europeas del 26M pasó un mes trepidante. Pero va medio más y parece que estaremos sin Gobierno hasta mediados de julio. Como si no hubiera prisa. Y el gran tema fuera si unificar la selectividad. Total, en Berlín y la frontera EEUU-México solo acaban de anotarse dos puntos clave en un desafío mayor que cualquier grand slam: el de la convivencia global.      

La amenaza de Trump de imponer aranceles a las exportaciones de México si no frena la caravana de migrantes centroamericanos ha forzado la cesión del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador pese a que este es, desde diciembre de 2018, la esperanza progresista latinoamericana. El chantaje ha sido efectivo. Y ante la perspectiva de que este lunes 10 se subiera el 5% a todas las mercancías mexicanas en EEUU y progresivamente hasta el 25%, el ejecutivo mexicano ha sellado un pacto que implica desplegar miles de militares en la frontera con Guatemala, aceptar 8.000 deportados desde EEUU y acelerar la repatriación a sus países de origen de ellos y de quienes en México sueñan seguir a El Dorado.

Discurso antiinmigrante

De forma más silenciosa, como si nos pillara aún más lejos y no en el mismísimo corazón geográfico y financiero europeo, este viernes 7 se aprobó en Berlín un vergonzante paquete de siete leyes migratorias de triple objetivo: acelerar las deportaciones de migrantes, endurecer sus encierros previos a la repatriación (hasta en cárceles de delincuentes comunes) y seleccionar a admitidos o rechazados en función solo de la necesidad de mano de obra del mercado.

Aún no se cumplen cuatro años del verano de 2015 en que la canciller Angela Merkel decidió suspender el tratado de Dublín para que todo exiliado y/o migrante en vez de tener que pedir asilo y refugio en el primer país europeo que pisase pudiera seguir y solicitarlo en Alemania. Aquel año un millón de huidos de Oriente Próximo y Medio, en su mayoría de la guerra siria, fueron acogidos en el país de 83 millones de habitantes, mientras el resto de la UE, con sus 400 millones, no asumía a 160.000.

¿Qué ha pasado en estos cuatro años? ¿Será que el millón de extranjeros ha desbordado el mercado laboral alemán y disparado el paro? Al contrario, según explica el propio preámbulo de la ley migratoria aprobada en el Bundestag: el paro nunca había estado tan bajo desde la reunificación alemana. Es más, ¡hay 1,2 millones de puestos vacantes!

La vergüenza es que, frente a esta realidad, la coalición de partidos conservadores CDU y CSU e incluso el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) se han dejado arrastrar por el discurso antiinmigrante que desde 2015 tunea del antisemitismo de los años 40 como herramienta de la extrema derecha para pasar de cáncer a metástasis. Frente a la oposición tajante de Los Verdes y el partido La Izquierda, los socialistas alemanes siguen la senda a la irrelevancia del socialismo francés, sin entender por qué.

¿En España, el bloque progresista que acaba de lograr más respaldo social tiene estrategia para remar a contracorriente del colapso? ¿En alianza con quiénes? Pocos líderes han vivido tan en carne propia como Pedro Sánchez la importancia del relato. Aquel anuncio suyo del “ahora cojo mi coche y a recorrer las agrupaciones” fue tanto o más importante que el plantarse al volante para trasmitir la conexión con las bases en las primarias donde resucitó.

Pero de momento no se oye discurso alternativo al que trenzan los testosterónicos, autoritarios y nacionalistas Trump, Putin, Xi Jinping, Erdogan, Narendra Modi, Bolsonaro y los europeos Salvini, Orban… e instigadores del Brexit radical: Johnson y Farage. ¿La cena versallesca de Sánchez con Macron es el pilar sobre el que los demócratas progresistas vamos a construir nuestra alternativa?

Conviene pensar en socios naturales, nacionales e internacionales, para el viaje donde la brújula tiene estos cuatro puntos para avanzar:

  • Paradigma feminista y derechos LGTBI+ frente al patriarcado injusto y violento.
  • Protección medioambiental contra el colapso: agua, cambio climático, basuras, partículas en suspensión, enfermedades y muertes aparejadas.
  • Reforma del sistema productivo neoliberal-radical por el que para que una elite menguante acapare más beneficios, la mayoría no puede vivir de su trabajo.
  • Defensa de los movimientos migratorios, consustancial al ser humano, enriquecedora social, cultural y económicamente como prueban, contra los prejuicios racistas, todos los datos.

El derecho migratorio es clave, no accesorio. Está siendo usado como el talón de Aquiles desde el que los reaccionarios buscan destruir el equilibrio multilateral de la ONU y la legalidad internacional post Segunda Guerra Mundial. No tengo claro de cuántas bolas de partido dependerá que quede tiempo de reaccionar.

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