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Sapere aude
Atrevámonos a saber. A saber sobre todo cómo es el pueblo cuando vota. Creo que se le ha despreciado, convirtiéndolo tan solo en el sujeto pasivo de las aspiraciones de los partidos que competían. Pero no; hay un pueblo valeroso, que sabe y ha dicho no al fascismo. No a la vuelta al régimen del 39. A esa desconsideración de la voluntad popular ha contribuido sobre todas las cosas una demoscopia desbocada y podrida que hoy no rinde cuentas.
Todos creen que han ganado, pero en realidad ha ganado la sociedad que, además, les va a dar un pequeño respiro para que formen gobierno, como crean que interpretan la voluntad popular que mayoritariamente ha dicho no a la involución. Es un milagro que más del 70% haya ido a votar en las condiciones de desánimo planteadas, enfangando el campo de juego democrático, soportando las mentiras y las mayores agresiones a la democracia por medios de comunicación y empresas demoscópicas al servicio de una estrategia que se planteó ya desde el mismo momento en que se formó el Gobierno de coalición progresista.
La gente hoy respira, dormirá a pata suelta. Respira nuestro ya veterano texto constitucional, respira la UE y los aliados democráticos de España. Respiran las libertades, la cultura, la economía, las diversidades personales, ideológicas, territoriales, el pluralismo.
Del ganador en escaños y quizá presidente temporal del PP, no se espera otra cosa que no saber lo que le ha pasado y no entender que estamos en una democracia parlamentaria
Quien quiera que asuma los resultados electorales y pretenda gobernar, debe tener en cuenta la amenaza frustrada y los pilares que la han sustentado y, cómo no, la penetración que ya existe por los pactos en comunidades autónomas y ayuntamientos.
Del ganador en escaños y quizá presidente temporal del PP, no se espera otra cosa que no saber lo que le ha pasado y no entender que estamos en una democracia parlamentaria. Su discurso final ha sido lamentable, fruto de un hombre acabado. Ni se sabe la Constitución y sus procedimientos. No sabe que una mayoría parlamentaria es tan legítima hoy como ayer para gobernar España.
El que gobierne, si es una coalición progresista, ya sabe lo que quema la amenaza radical y también lo inconveniente de la debilidad en asumir sus propias políticas. De ahí la urgencia en enfrentar con energía las amenazas aún en vigor. El Gobierno, desde hoy en funciones, no debe olvidar las sucesiones de golpes blandos institucionales que ha soportado y con él, la democracia y los ciudadanos. Solo dejaré como ejemplo el lamentable y a la vez peligroso ejemplo del Tribunal Constitucional y el CGPJ.
Superada la amenaza, la democracia exige temple pero también decisiones. Desde la autocrítica también. Con el fracaso del PP y el bloque radical de extrema derecha no solo acaba el proyecto de Alberto Núñez Feijóo, acaba una manera de hacer política, esperamos. Pero es dudoso que la coalición de intereses que ha acosado al Gobierno de Coalición se desmorone. Por eso, como empezaba, hay que atreverse a saber, a conocer la verdadera y permanente amenaza para la democracia que representa la extrema derecha.
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