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Corporación Tecnológica de Andalucía: la vacuna de la I+D+i para una economía en crisis

Corporación Tecnológica de Andalucía

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Hablar de la Andalucía innovadora, de tierra de oportunidades, de nuevo modelo productivo, puede sonar vacío en medio de la desolación que dejan las cifras de caída del PIB por la pandemia, pero si podemos encontrar razones para el optimismo, es en la trayectoria de Corporación Tecnológica de Andalucía (CTA). Los 15 años que cumple una fundación que daba sus primeros pasos casi a las puertas de la crisis de 2008 y que madura cuando se abren las de otra, la que deja la COVID-19, revitalizan esta alianza para impulsar la I+D+i.

Quizá por ello “resiliencia” es una de las palabras que emplea su presidente, Francisco Mochón, cuando habla del reto que afronta el tejido productivo. Igual que la Junta de Andalucía pide que el Gobierno de la Nación le permita gestionar la parte de los 140.000 millones de euros de fondos europeos que corresponderían a la comunidad autónoma, él reclama a su vez que las autonomías colaboren estrechamente con entidades como CTA por su “conocimiento y capacidad tractora”. Por un lado, como interlocutores con las empresas y con capacidad para movilizar proyectos transversales y, por otro, por su experiencia en la gestión de fondos europeos. Solo en los últimos tres años ha captado más de ocho millones de euros de estos fondos europeos.

Y es que el aval de CTA se mide en sus números tras estos tres lustros: más de 165 empresas integran una corporación que ha impulsado más de 4.000 proyectos de I+D+i y ha movilizado más de 520 millones de euros, con 175 en incentivos y cerca de 95 subcontratados a grupos de investigación. No se entiende el Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación (Paidi), o sea, el principal instrumento de programación, coordinación, dinamización y evaluación de la política de I+D+I de Andalucía, sin CTA.

La inesperada pandemia de la COVID-19 “ha sido un duro golpe a la etapa de recuperación económica que estábamos viviendo tras la crisis de 2008”, en palabras de Francisco Mochón, quien entiende que la reactivación esta vez “requerirá un gran esfuerzo compartido entre el sector público y el privado y la innovación será un elemento decisivo”. De hecho, CTA da también sentido real a un compromiso no siempre bien logrado, y es la colaboración público privada. Es más, integra las fuerzas de todos los agentes del sistema de innovación: administraciones, empresas y universidades. De ello resultan nuevos productos y servicios, patentes, startups y líneas de negocio, marcos de colaboración…

En la misma línea, apunta que “la mejor vía” para avanzar hacia un modelo productivo más resistente frente a turbulencias del contexto económico es apostar por la tecnología, el conocimiento y la digitalización. “España sufrió más que otros países la crisis de 2008 por su excesiva dependencia de sectores económicos como la construcción o el turismo. Es preciso desarrollar motores alternativos con capacidad de generar más valor añadido y creo que estamos en ese camino. La innovación es la mejor herramienta para incorporar a todos los sectores, desde el industrial al agroalimentario, las nuevas tecnologías y el nuevo conocimiento que permiten evolucionar y ser más competitivos y productivos”, subraya, a la vez que recuerda que han colaborado con “cientos de empresas de todos los sectores y tamaños, desde grandes corporaciones hasta incipientes 'startups', para ser más competitivas y generar más negocio”. Todo ello, reitera, porque “CTA es un aliado estratégico para innovar y también una interfaz para la colaboración público privada, por lo que consideramos que podemos ser muy útiles en este gran desafío”, asevera.

¿Qué hace CTA?

Pues básicamente ayuda a las empresas a planificar una estrategia completa de innovación: desde la identificación de sus necesidades de I+D+i a la formulación de los proyectos o la búsqueda de socios y la financiación necesarias para llevarlos a cabo. Tiene su propio programa de incentivos, pero también es clave en la búsqueda de la internacionalización, la vigilancia tecnológica e incluso ventajas fiscales por I+D+i.

Más recientemente se ha ido consolidando su posicionamiento internacional, donde se ha convertido “en un socio de referencia en proyectos de innovación”, con una veintena de iniciativas en marcha. De hecho, CTA figura entre las 15 primeras entidades andaluzas destacadas en el programa de la Comisión Europea para la innovación y la investigación Horizonte 2020 y es, de hecho, la entidad privada de Andalucía con mayor participación en este marco. “Colaboramos ya con 250 entidades de 35 países diferentes. Reconocidos institutos tecnológicos, prestigiosas universidades de toda Europa, empresas punteras en tecnología y otros organismos catalizadores de decenas de países han trabajado codo con codo con nuestros técnicos”, expresa.

Para la nueva etapa, marcada por una incertidumbre para la que CTA propone como vacuna la I+D+i, insiste en esta línea: “Me gustaría que CTA sea una herramienta útil, un aliado estratégico en innovación para empresas, administraciones”, a la vez que se muestra convencido de su capacidad de conectar la iniciativa privada con el impulso público. “El mayor reto es seguir ofreciendo a nuestros patronos una propuesta de valor que les anime a continuar vinculados a CTA. Queremos ser el mejor aliado en I+D+i”, concluye.

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