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POESÍA

Otero Seco: los poemas del último hombre que entrevistó a Lorca y el primero que noveló la Guerra Civil

Fotografía cedida por la editorial Libros de la Herida/ F.Buendía de Antonio Otero Seco. EFE

Alejandro Luque

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Se le ha comparado con Manuel Chaves Nogales por su condición de periodista comprometido, pero también por el hecho de haber permanecido ignorado durante décadas. A Antonio Otero Seco, nacido en la localidad pacense de Cabeza del Buey en 1905, le tocaron tiempos turbios que vivir, los mismos que plasmó en infinidad de artículos. Sin embargo, será recordado sobre todo por haber sido el último entrevistador de Federico García Lorca, el 3 de julio de 1936 para Mundo Gráfico. Ahora, también su propia poesía trata de rescatarlo del olvido, y lo hace ahora de la mano de la editorial Libros de la Herida, que reúne por primera vez su lírica completa en Poemas de ausencia y lejanía.

“Llegamos al libro y a la figura de Otero Seco a través de Eduard Pons, uno de sus traductores”, recuerda David Eloy Rodríguez, editor de Libros de la Herida. “Empezamos a saber de su repercusión en Francia, donde es muy querido y respetado, como prueba el hecho de que France Culture le haya dedicado recientemente una serie de podcasts. Comprobamos que era un grandísimo escritor, y no dudamos de que debía ser reivindicado cuanto antes”.

Escritor precoz, republicano y masón, Otero Seco se foguea en varios periódicos extremeños antes de marcharse a Madrid a estudiar Filosofía y Letras. En la capital frecuentará las tertulias de Pombo y del café Granja El Henar mientras firma en numerosas publicaciones. Sobre su poesía, David Eloy Rodríguez comenta que “se trata de un autor muy cordial, muy comunicativo, que quiere expresarse y ser comprendido con inmediatez. Comienza con tanteos del imaginario vanguardista, muy influenciado por Gómez de la Serna, para ir adoptando poco a poco una vocación existencialista”.

En la trinchera

Cuando estalla la Guerra Civil sigue escribiendo para la prensa republicana bajo el pseudónimo Antonio de la Serena. Encarcelado y condenado a muerte, se le conmutó la pena por 30 años de cárcel en El Dueso, aunque fue puesto en libertad en 1942 y pasó a la clandestinidad fingiendo ser representante comercial. En ese tiempo escribe también obras teatrales en verso como La eterna enamorada o El Rey de Oros antes de ser de nuevo detenido y torturado. Resiste sin delatar a sus compañeros y logra escapar gracias a un guarda sobornado, y se marcha definitivamente al exilio francés en marzo de 1947, disfrazado de cura y bajo identidad falsa.

Entre sus temas destacan los viajes, los recuerdos familiares y los homenajes a sus referentes poéticos, como Antonio Machado, Miguel Hernández o Federico García Lorca. “Y por supuesto el exilio, del que será un referente paradigmático”, señala Rodríguez. “El hecho de haber sido el último entrevistador de Lorca también lo convierte en objeto de atención, sobre todo porque se trata de una conversación fabulosa. El entrevistado daba mucho juego, pero además saber lo que iba a pasar poco después le da un valor añadido al texto”.  

En cuanto a su memoria de la guerra, Libros de la Herida rescatará el próximo invierno otro de los títulos emblemáticos de Otero Seco, Gavroche en el parapeto (trincheras de España) (1937), escrita junto al comandante republicano Elías Palma, onubense por más señas, y considerada la primera novela sobre la Guerra Civil española, el diario apócrifo de un oficial en el que el escritor incorpora algunas de sus crónicas para Mundo Gráfico, incluido el relato de la rebelión en Sevilla que escribiera para la misma cabecera un amigo huido, Antonio Salgado.

“Parece increíble que no hubiera conocido una reedición ese documento de un testigo privilegiado del conflicto, capaz de escribir crónicas de una viveza inigualable”, afirma Rodríguez.

Adaptaciones musicales

Esta obra, añade el editor, lo hermana una vez más a Chaves Nogales, “porque todo lo que escriben está transido por el espíritu periodístico. Las suyas eran miradas que sabían hacer una viñeta de cualquier hecho, y ese talento se traslada en todo su esplendor a la novela. Otero Seco, como Chaves Nogales, también estuvo allí”.

Tras marchar a Francia, en la Universidad de Rennes empezaría a trabajar como profesor, y narró su experiencia en las cárceles franquistas en Les Temps Modernes, la revista de Jean-Paul Sartre. Tres años después de su fallecimiento a causa del cáncer, el 29 de diciembre de 1970, se publicó un libro en su honor titulado Hommage à Antonio Otero Seco (Rennes, 1973) en que colaboraron Ramón J. Sender, Victoria Kent, Jesús Izcaray, Luis Amado Blanco y escritores del interior que mantuvieron correspondencia con Otero, quien contribuyó a la difusión de su obra en Francia: Camilo José Cela, Ana María Matute, Ángel María de Lera, Carmen Conde, José Corrales Egea, Francisco García Pavón y Miguel Delibes.

Libros de la Herida asegura que la edición de la poesía completa de Otero Seco no habría sido posible sin la colaboración de la familia del escritor, llena de gente talentosa, desde su hijo Antonio, pintor, a sus nietas Mariana, directora de cine, e Isabel, actriz de cierto predicamento en Francia. Todos han tratado de mantener viva la llama de la memoria de este escritor singular, al que la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, a la que perteneció como alumno, le dedicó el año pasado un emocionado homenaje.

Como nota a subrayar, a raíz de la publicación de Ausencia y lejanía han sido varias las adaptaciones musicales que se han hecho de sus poemas, desde la del poema París realizada por Daniel Mata y Fiona Aráez a la de Marisma, a cargo de la acordeonista Virginia Moreno. “Todo ello demuestra la actualidad de los textos, más allá de su valor como testimonio. Ahora falta que la literatura española lo reivindique, porque la francesa ya lo ha hecho. Intentaremos subsanar ese error”.   

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