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El doctorado que penaliza: la Universidad de Málaga paga menos a los investigadores cuando terminan su tesis

Rectorado de la UMA

Néstor Cenizo

A Diego Martín terminar su tesis doctoral en la Universidad de Málaga le ha salido caro. Hasta que la presentó, a finales de septiembre, cobraba 1.799 euros brutos al mes. Pero fue presentarla, cambiar su situación contractual y pasar a cobrar 1.200 euros brutos, ligeramente por encima del salario mínimo interprofesional. Seiscientos euros menos, a pesar de que la lógica indica que quien ha completado su formación con el mayor grado académico posible está más formado, y puede aspirar a que se le reconozca con un salario mejor.

El caso de Diego Martín no es único, sino que responde a un desajuste en la escala de salarios. La Universidad de Málaga (UMA) está pagando menos a investigadores post-doctorales contratados bajo su plan propio que lo que la norma fija para los contratados pre-doctorales de cuarto año. Es decir, paga menos a quien es doctor que a quien está preparando la tesis.

Paradójicamente, esta anomalía es el resultado de aplicar las mejoras del Estatuto del Personal Investigador en Formación (EPIF), introducidas por un Decreto del Gobierno, que ha supuesto que algunos investigadores predoctorales cobren hasta el 53% más. De una nómina de 921 euros netos en doce pagas, menos del salario mínimo interprofesional, a cobrar unos 1.350 euros.

Sin embargo, la aplicación del EPIF ha dejado al descubierto la precariedad de los ya doctorados. Estos investigadores que ya han presentado su tesis cobran 1.500 euros brutos durante dos años (1+1) cuando son contratados bajo el plan propio de la UMA. Es menos que el mínimo fijado por el EPIF para los predoctorales de cuarto año.

Además, la UMA ni siquiera firma contratos predoctorales de cuatro años, como recoge el EPIF, sino que ofrece contratos predoctorales de hasta tres años (1+2), y después concede una “ayuda puente” de seis meses de 1.200 euros brutos.

Esto se traduce en una escala de salarios en la que el mérito académico y la experiencia, en lugar de sumar, restan. Bajo el plan propio de la Universidad de Málaga, la ayuda predoctoral (por obligación del EPIF) es de 1.343 al mes los dos primeros años, de 1.439 euros el tercer año, y después se reduce a 1.200 euros durante seis meses, en lugar de lo previsto en el EPIF para un predoctoral de cuarto año (1.799 euros al mes). Después, el contratado post-doctoral cobra 1.500 euros.

Seguir trabajando sin cobrar

Para J.A. Conde, que participa en un proyecto de investigación vinculado a la Facultad de Medicina con una ayuda post doctoral, la “discriminación salarial” de los postdoctorados “genera insatisfacción personal”.

Diego Martín, que cobraba 1.800 euros al mes porque disfrutaba de la ayuda FPU del Ministerio de Educación, ha pasado a cobrar 1.200 de la ayuda puente después de convertirse en doctor. Ahora cobra menos que quienes están en su primer año de investigación predoctoral. Martín es pedagogo y participa en tres proyectos de investigación, además de impartir dos asignaturas. Como todos, es un contrato a tiempo completo.

Su ayuda puente terminará en marzo, y difícilmente le dará a tiempo a concluir sus proyectos. Su única opción será optar a alguna plaza de profesor sustituto o a alguna de las seis ayudas postdoctorales que convoque la UMA. Es el mínimo que contempla el plan propio, y las que sistemáticamente se han ofrecido en las últimas convocatorias. “Si no me llaman de la bolsa de sustitutos ni consigo la beca postdoc seguramente seguiré trabajando abril y mayo sin cobrar, porque no voy a dejar los proyectos a medias”, comenta.

Sin plan de estabilización

Esta situación de incertidumbre se repite cuando expiran los contratos post-doctorales. María López hizo su tesis en el Departamento de Ecología y Geología, continuó su investigación en universidades extranjeras y regresó a Málaga en una convocatoria de ayuda post-doctoral extraordinaria planteada, teóricamente, para reincorporar el talento emigrado.

Dos años después de volver, dice que no sabe qué hará cuando expire su actual contrato. No existen planes para dar estabilidad al empleo de estos doctores retornados: “Hace siete años que terminé la tesis y me han concedido la ayuda de excelencia. Y después de eso, te encuentras esta situación. Hablamos de personas que tenemos 35-40 años, con familia, hijos…”.

El problema también es de eficiencia. Cuando venza el contrato, el proyecto de investigación de María López quedará varado. “O eso, o sigues haciéndolo gratis, por amor propio. Es un clásico: que la gente consuma su paro haciendo la tesis doctoral”. Durante años, la Universidad invierte en un proyecto que se trunca abruptamente y, en muchos casos, sin resultado tangible. “Es una pena porque no se devuelve lo que se ha invertido en nuestra formación”, lamenta López.

Las próximas elecciones a rector

Coincidiendo con las próximas elecciones a rector, los investigadores de la UMA han conformado una asamblea y están pidiendo a José Ángel Narváez, candidato a la reelección, que se comprometa a sustituir la ayuda puente por un cuarto año de contrato predoctoral con las condiciones del EPIF. Es la misma petición de Doctorandes en Lluita, un grupo de investigadores precarios de Cataluña que ha denunciado a la Generalitat por convocar ayudas predoctorales de tres años, en lugar de cuatro como contempla el EPIF.

Los investigadores de la UMA también piden que la ayuda postdoctoral ascienda como mínimo a 1935 euros brutos al mes, que es la cantidad que la propia universidad ofreció en 2015, en una convocatoria extraordinaria de contratos post-doctorales. La universidad alega que esta cuantía no partió de ella, sino que fue fijada por la Junta de Andalucía, que financiaba la convocatoria.

Este jueves los investigadores mantuvieron un encuentro con el rector. Según asistentes a la reunión, Narváez les aseguró que garantizará el cuarto año de ayuda predoctoral a partir de enero y que reevaluaría el plan propio, incluyendo la escala salarial. Sin embargo, enfrió las pretensiones de un aumento salarial hasta los 1.935 euros. Los representantes de los investigadores salieron de la reunión “desconcertados”.

Aunque prometió una respuesta el jueves, la UMA contestó a las preguntas de este medio el viernes por la mañana, después de la publicación de este artículo. Así, la UMA explica que el desajuste se debe a que los actuales contratos posdoctorales se presupuestaron antes de la entrada en vigor del EPIF, y señala que está estudiando si es posible actualizar los salarios, en función de la “disponibilidad económica”.

La intención es “equiparar todos los contratos con los mismos emolumentos”, pero esto “dependerá del presupuesto disponible (aún en negociación) y de la actualización del Plan Propio”, dice la institución. La universidad niega que penalice a sus doctorados, porque “en el Plan Propio la cuantía económica de los contratos posdoctorales es superior a la de los predoctorales”. Sin embargo, esto obvia que las cuantías de las ayudas predoctorales del Plan Propio ya han sido actualizadas tras la aplicación del EPIF.

“Si queremos una universidad pública digna tiene que tener unas condiciones dignas para los trabajadores y trabajadoras ”, explica Gonzalo Maldonado, portavoz de la asamblea, que resume así sus reivindicaciones: “Se está pidiendo que un cambio legislativo [el EPIF] tenga resonancia en el resto de colectivos. ¿En qué cabeza cabe que presentes tu tesis y eso haga que tu sueldo disminuya?”.

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