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Churros con chocolate para rematar la Nochevieja en Sevilla: “Calentitos, cabesa”

Media ración de churros y chocolate de la Chocolatería Virgen de los Reyes (Sevilla).

Javier Domínguez Reguero

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Durante las fiestas navideñas grandes churrerías contaminan estética y lumínicamente Sevilla. Se colocan en lugares estratégicos y ofrecen churros, buñuelos y demás frituras rellenas de distintos sabores. Son opciones fáciles cuando todo está cerrado. Sin embargo, hay varias churrerías tradicionales de la ciudad que abren en la mañana del 1 de enero para dar la bienvenida al año nuevo. O para terminar la Nochevieja.

Clarea el día y es complicado encontrar un taxi libre. La exigente demanda hace que las tarifas de las plataformas de servicio de transporte se disparen. Se vaga por las calles con un andar cansado. Se lleva la noche a cuestas y se saluda al primer amanecer del año con grandes expectativas y sonrisas torcidas. Entonces, se enciende el radar. Una especie de GPS biológico busca churros con chocolate. “Muchos sevillanos saben inmediatamente dónde ir”, dice Mercedes Risquete, propietaria de la Chocolatería Virgen de Luján, en Los Remedios.

La mezcla de harina, agua, sal y levadura toma el nombre de churro por su parecido con los cuernos de las ovejas churras. Según esta teoría, el producto era consumido por los pastores en sus escapadas a la montaña con sus rebaños. A falta de pan, bueno eran los churros. En la actualidad, muchas juergas, como la de Nochevieja, se rematan con una tradición que sin embargo puede jugar una mala pasada. “Son el mayor enemigo para el estómago del borracho, no os dejéis engañar”, avisa Cristina Cecilia.

“Aquí han venido algunos desahuciados y tras comerse unos calentitos con chocolate se han ido a casa a dormir como un niño chico”, cuenta Bruno José Alfonso. En la calle Parlamento de Andalucía, el quiosco de calentitos Macarena es uno de los más representativos de la ciudad. Cada primero de año abre a las 2 de la mañana y, según cuenta su dueño, todavía no han tenido problemas. Alfonso continua la saga de cuatro generaciones que iniciara José Alfonso Algaba en 1927 y seguirá “hasta que el cuerpo aguante”. El volumen de papelones de calentitos de rueda, los más demandados, es constante. Algunos clientes, que esperan estoicamente en la fila, prefieren los de papa. Y mientras, Alfonso fríe y fríe y solo espera que no llueva en Nochevieja. Esa noche se vende, y mucho, pero lejos de los números de la madrugada del Viernes Santo. “Es un 30% en comparación”, calcula.

“El Viernes Santo… eso sí que es una sentencia”, dice Natanael Gómez, hijo de Joaquín, haciendo referencia al paso de la Hermandad de la Macarena por la calle Feria. En el número 108, la familia Gómez regenta la churrería La Esperanza y también están ajetreados con las fiestas navideñas. “Esa mañana se vende un poco más porque está todo cerrado, pero es como un domingo cualquiera”, dice Joaquín Gómez. La churrería se mantuvo cerrada durante unos años en Nochevieja debido a que alguna gente iba a “formarla”. “Antes abríamos toda la noche, venían los vecinos a cantar”, recuerda Gómez que volvió a abrir su negocio el 1 de enero, pero en horario normal, desde las 8 de la mañana. “No me gusta dejar tirado a los vecinos”.

Mercedes Risquete está de acuerdo con Gómez. “El ambiente ha cambiado mucho. Antes venían familias enteras, las señoras se veían de Nochevieja en Nochevieja y ahora hay más chavalería”, dice. La Chocolatería Virgen de Luján (calle Virgen de Luján, 41) abre todos los días e inaugura el año a las 6 de la mañana. Es un local cuya estética sigue casi intacta desde 1976 y se ha convertido en una parada imprescindible para los vecinos de la zona de Los Remedios. “Un buen chocolate con churros después de una noche de parranda es el mejor complemento”, dice Risquete.

La propietaria está encantada de dar este servicio a los sevillanos aunque se queja de cómo el consistorio hispalense le impide desde hace un par de años tener sus puestos abiertos en el Real de la Feria más allá de las 3 de la madrugada. Una normativa municipal, por saturación acústica, provoca que, como dice la propietaria, “la gente esté descontenta porque no puede cumplir con la costumbre de comer churros con chocolate”.

Las ventas en Nochevieja en la Chocolatería Virgen de Luján no se acercan ni de milagro a los días de feria, pero muchas personas siguen alternando la ecuación y desayunan allí antes de acostarse. “Los sevillanos tenemos ese chip para ir en busca de chocolate con churros después de una fiesta”, dice Fernando Rubio, encargado general de la Chocolatería Virgen de los Reyes.

Este establecimiento (calle Luis Montoto, 131) da la bienvenida al año nuevo a las 7 de la mañana. Los chavales que vienen del cotillón dan paso a las familias con el transcurso de las horas. El ambiente es acogedor, hay mucha clientela fija y sólo se venden churros de rueda. El chocolate, elaborado artesanalmente, tiene gran acogida en la ciudad y es “el mejor contraste para quitarse el frío y después irse a la cama”. Por eso la mañana del 1 de enero muchas personas vienen en taxi sólo para tomárselo, como dice Rubio, o hacen el encargo a través de las distintas aplicaciones de reparto de comida a domicilio.

Llega la Nochevieja. Clarea el día y es complicado encontrar un taxi libre. Se vaga por las calles con una andar cansado. Se lleva la noche a cuestas…

- “Vamos a por unos churros con chocolate”.

- “Calentitos, cabesa”.

La tradición de fin de año continua. 

 

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