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El calor y la sequía ponen en peligro la supervivencia de las abejas: “Están produciendo entre un 70% y un 80% menos de miel”

Abejas en una colmena

Candela Canales

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Este verano Aragón ha superado en 10 grados la temperatura promedio de los últimos 15 años. Esto afecta a la reserva hídrica y a las actividades del sector primario, también a la apicultura. Según cuenta Raúl Otín, apicultor en el Hostal de Ipiés, en la provincia de Huesca, este verano ha sido “bastante más seco y cálido” que los anteriores ya que “por esta zona apenas ha llovido, por lo que no hay agua ni en los barrancos ni en el monte”, explica. Además, resalta que el calor empezó muy pronto y eso provocó que la flor se secase.

También en la provincia de Huesca, en Almudévar, Luis y Mario Callejas explican que esta sequía “extrema” provoca “una falta de recursos vegetales necesarios para el desarrollo de las abejas”. Estos apicultores, padre e hijo, aseguran también que “aparecen otros insectos que acaban causando deficiencias nutricionales, enfermedades y pérdida de colonias enteras de abejas y descenso de población”.  

Además, Otín asegura que las abejas no han enjambrado, lo cual indica que no se encontraban lo bastante fuertes para ello. Este apicultor calcula que sus pérdidas en la producción de miel son en torno a un 70% u 80% respecto a los años anteriores. 

Las altas temperaturas también causan que se derritan los cuadros de cera de las colmenas, “generando el caos, ya que una gran parte de la colonia muere al impregnarse con miel y cera. Para intentar evitar eso se intenta poner las colmenas en lugares más sombríos o en nuestro caso les ponemos unas chapas encima de las propias colmenas para hacerles un poco de sombra”, expone Callejas. 

En cuanto a las posibles formas de hacer frente al calor, Otín explica que hay apicultores que trasladan las colmenas en función del clima y la floración, pero comenta que en su caso no se lo plantean porque no están preparadas para ello, tienen que ser unas colmenas específicas. “Si los veranos continúan siendo como este habrá que ponerles bebederos cerca para que puedan hidratarse y posiblemente haya que alimentarlas mucho antes que otros años”. 

Una de las principales herramientas de trabajo de los apicultores es el humo, que se genera en un ahumador y que, en este año tan seco con riesgo extremo de incendios, puede ser peligroso. Callejas explica que en algunas comunidades “no han dejado usar el ahumador en los meses de verano impidiendo la correcta gestión de las colmenas por parte de los apicultores”. 

Los retos de la apicultura 

Además de todo ello, los apicultores de Almudévar y su veterinario, Rodrigo Aliod, explican los problemas a los que se siguen enfrentando año tras año. Por un lado la varroa, un ácaro que debilita las abejas y que “cada vez es más difícil de controlar”, también la “falta de cultivos agrícolas aptos para la apicultura en zonas donde la agricultura ha limitado mucho la flora silvestre”. 

Además, resaltan los problemas añadidos como “la enorme cantidad de abejarucos que hay actualmente y que impiden volar a las abejas para desarrollar su actividad”, el uso de pesticidas y de nuevas semillas que pueden no resultar buenas para las abejas y las nuevas enfermedades “que complican la viabilidad de los enjambres, virus, avispas invasoras, incendios y un montón de problemas que se han ido sumando año tras año y que no sólo no se han ido solucionando, sino que además han ido complicando cada vez más”, concluyen. 

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