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‘Crónicas de fuego y nieve’: aquellos jóvenes que se hicieron reporteros en la Batalla de Teruel

Portada y contraportada de 'Crónicas de fuego y nieve'

Elisa Alegre Saura

Teruel —

Dicen que la Guerra Civil española fue la “edad de oro” del periodismo de guerra, y, al margen de las grandes ciudades de Madrid y Barcelona, Teruel atrajo a los reporteros como ningún otro lugar en aquellos belicosos días, a pesar del extraordinario temporal de frío y nieve, y los riesgos que a algunos cronistas llevaron a la tumba. Robert Capa –quizá el más famoso de todos ellos con permiso de Ernest Hemingway– es el autor de las fotografías que ilustran la portada del libro Crónicas de fuego y nieve, un recorrido por la vida de aquellos jóvenes que se hicieron reporteros en la Batalla de Teruel, compartiendo el frío y las penas con los milicianos que, como en esa imagen, miran al horizonte entre las ruinas de la guerra y comparten cigarros y sonrisas con quienes contarían sus andanzas de la guerra.

Esta es una de las muchas fotografías que recoge el autor, Vicente Aupí, en esta publicación de Dobleuve Comunicación, que cuenta la historia de la Batalla de Teruel bajo el punto de vista de los ojos extranjeros, esos que con sus crónicas llevaron aquellos días las historias de este rincón del sur de Europa a los principales periódicos de Europa: The New York Times, The Times, The Daily Telegraph, Daily Mail, Paris-Soir, o Ce soir entre muchos otros ofrecían el detalle de la contienda gracias a las penurias de sus reporteros que aprendían a contar la guerra en el frío invierno turolense.

Firmarían desde Teruel sus crónicas, reporteros como Herbert L. Matthews, Henry Buckley, Sefton Delmer o Mathieu Corman, entre muchos otros.

Tres de ellos murieron precisamente en Caudé, a pocos kilómetros de Teruel, durante la Nochevieja de 1937, hace justo 80 años. Richard Sheepshanks, Edward J. Neil y Bradis Johnson cuando les alcanzó la metralla de un obús. “Hubo una conmmoción extraordinaria”, explica el autor de aquel suceso, que tuvo su reflejo en los periódicos extranjeros y que, quizás entonces, hizo que, “por primera vez de una forma tan manifiesta, se dieran cuenta del riesgo que corrían los corresponsales”.

Hemingway y Capa, tres días para ir de Barcelona a Teruel

¿Qué movía a los reporteros a viajar hasta una ciudad como Teruel, remota desde Madrid o Barcelona, y prácticamente incomunicada por la nieve en el invierno entre 1937 y 1938? Aupí lo tiene claro. Los reporteros se dieron cuenta de que la Batalla de Teruel era decisiva para la guerra, y eso explica, por ejemplo, que Matthews y Capa emprendieran un viaje de tres días desde Barcelona a Teruel, luchando contra la ventisca, para demostrar, como sospechaban, que el anuncio de Franco de que había reconquistado Teruel era falso.

Testimonios, crónicas y fotografías construyen en el libro esta visión desde el punto de vista extranjero de la contienda, pero el autor también profundiza en lo que considera el laberinto diplomático y militar en el que “la Guerra Civil Española tejió el traje con el que se vistió Europa durante la Segunda Guerra Mundial”.

Para él, “en Teruel se decidió la suerte de la Guerra Civil”, en una Europa que miraba de reojo a España porque “estaba abocada a la Guerra Mundial”.

Como recuerda el autor, en la Batalla de Teruel tuvieron un destacado papel las tropas fascistas extranjeras. En el libro incluye y analiza documentos confidenciales del Tercer Reich que, explica, “acreditan la trascendencia mundial de la Batalla de Teruel”, ya que Hitler confiaba en el otoño de 1937 en una rápida victoria franquista. Recuerda que la ofensiva republicana en Teruel consiguió aplazarla, y forzó a los estrategas nazis a “cambiar el guion e intensificar su apoyo al bando sublevado”.

El relato que construye el libro se completa con las aportaciones de otros dos escritores: Ramón Buckley, autor del prólogo, y Carlos García Santa Cecilia, que aporta la introducción.

Aupí, periodista y escritor, es también autor de la obra El General Invierno y la Batalla de Teruel, en la que aborda el impacto de los extraordinarios temporales de frío y nieve del invierno de 1937 y 1938 para la contienda.

Ni el fuego de las armas ni el frío de un extraordinario temporal invernal callaron las crónicas de unos reporteros que, subraya Aupí, recordarían después la contienda como “la mejor época de su vida como profesionales del periodismo”. Y como ejemplo, la experiencia del padre de Ramón Buckley, hijo del corresponsal Henry Buckley, que suele recordar como su padre le contaba que la Nochebuena que pasó en Teruel con los republicanos, cantando con la rondalla y luego tapado con unas mantas en un coche fue la mejor de su vida.

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