Mikel Santiago: “La memoria tiene la virtud de purgar los malos recuerdos”

El escritor Mikel Santiago, autor de 'La chica del lago', cree que “tanto la memoria individual como la colectiva tienen la virtud de limpiar y purgar los malos recuerdos, de idealizar el pasado y de convertirlo en una visión reconfortante”. La primera escena de esta historia, según comparte, es “muy densa”. Quería aglutinar mucha información y colocar al lector, desde el inicio, en la expectativa correcta de la historia.

La nueva obra de Santiago (Portugalete, 1975) se abre con la entrega de un sobre negro que contiene una fotografía del diario de una adolescente fallecida en extrañas circunstancias y cuya historia inspira la novela más conocida de Quintana.

El pulso narrativo comienza con esta escritora de éxito subida al escenario, momento en el que el lector accede de inmediato a su pensamiento más íntimo al ella sentirse “una impostora, alguien que no debería estar ahí”.

Desde ese momento de exposición, se revela que su primera novela está basada en un hecho real ocurrido en su pueblo natal, una muerte que se presentó como un accidente, aunque “siempre estuvo rodeada de sospechas”.

“El objetivo era hacer muchas cosas a la vez: presentar al personaje y plantear el misterio casi de un plumazo”, explica, sobre una persona del público que “inquieta a la protagonista”.

Esa intención se consolida poco después, durante la firma de libros, cuando aparece Joaquín, un chico de su infancia, y le entrega el sobre negro. Es ahí donde el lector entiende que ese objeto está vinculado con la chica que murió en 1999 y con algo que parecía haber desaparecido para siempre, su diario.

A partir de entonces, la historia se convierte también en una reflexión sobre la memoria y su fragilidad. “Es una manera de dejar de sobrevivir y de intentar dejar atrás los errores, las cosas que ya no se pueden arreglar, culpabilidades y conflictos”, señala, además de asegurar que la violencia a veces consiste en “obligar a recordar”.

La autora de éxito de su libro se encuentra en un momento vital “especialmente frágil”, ya que acaba de romper una relación, su padre ha muerto hace apenas un mes y el éxito la ha despersonalizado. “Se siente apabullada, impostora, desconectada de sí misma. Y necesita algo real y auténtico”, apunta Santiago.

La novela profundiza también en los secretos y la intimidad, más que en los silencios, a raíz del diario de Alba. “Un diario es una palabra escrita para no ser leída, y es un elemento poderosísimo”, sostiene.

Al estar escrito para uno mismo, sin “impostura”, “tiene muy pocas posibilidades de ser mentira y son conexiones auténticas con las personas”. De hecho, cuando esa información cae en manos equivocadas, adquiere “el poder de conocer los secretos de otro y de controlarlo”.

En paralelo, el libro reflexiona sobre la identidad y la impostura en un mundo saturado de imágenes y proyecciones: “Desde la llegada de las redes ya no es algo exclusivo de famosos o ricos. Todos participamos en ese juego de inventarnos identidades”, apunta Santiago.

Quintana, que sufre una despersonalización progresiva, se confunde con el personaje que representa y se desconecta de sí misma. “Te adscribes mucho al personaje, a la fachada y te desconectas de ti mismo. La gente adulta que está muy atrapada en sus trabajos han dejado las cosas que le hacían feliz porque lo más importante ha pasado a ser ese trabajo, ese éxito profesional. Y eso no termina bien”, agrega.

Para Mikel Santiago, los lugares “son personajes y tienen su propia psicología”, ya que “el entorno condiciona a quienes lo habitan”.

Según cuenta, como “hombre de costa”, uno de sus “mayores retos” al escribir el libro fue entender qué significa el agua para quienes viven junto a un pantano, qué “representa un agua controlada, quieta, y precisamente eso parece revelador, casi una psicología propia de ese territorio y de su gente”.

Asimismo, el viento, la lluvia o las tormentas actúan, condicionan decisiones y marcan el ritmo de la historia. “Me interesa mucho la inmersión sensorial del lector”, indica, y esa experiencia se construye, en gran medida, a través de lo meteorológico.

En cuanto al futuro de este universo narrativo, el autor reconoce que “crear una ambientación tan potente siempre genera la tentación de volver a ella”.

Por esto mismo, todavía no sabe si el de 'La chica del lago' será el escenario de su próxima historia. “Hay muchas historias posibles allí y también en otros lugares”, concluye, por lo que queda abierta la puerta a nuevas capas, nuevos secretos y nuevas revelaciones.