La Fundación CAI culmina su desvinculación de Ibercaja

La Fundación CAI, la entidad de la antigua caja de ahorros de origen católico que operó durante alrededor de un siglo en Aragón, ha quedado definitivamente desvinculada del negocio financiero, una actividad de la que comenzó a quedar al margen con la absorción en 2014 del Grupo Caja3 por Ibercaja, en cuyo consejo de administración dejó de tener representación hace unos meses.

El Gobierno de Aragón ha inscrito en el Registro de Fundaciones la fusión de la Fundación CAI, que queda operativa de acuerdo con unos nuevos estatutos, con la CAI-ASC (Acción Social Cristiana), tal y como ambas entidades habían acordado a finales de noviembre del año pasado, al tiempo que cancela los asientos registrales referentes a esta última.

A partir de ahora, la Fundación CAI seguirá teniendo como finalidad “fomentar y sostener obras sociales”, “impulsar el desarrollo económico, social y cultural de Aragón” y “desarrollar acciones dirigidas a favorecer la asistencia e inclusión social de personas vulnerables o en riesgo de exclusión”, aunque en este último caso con el matiz confesional de que debe hacerlo “siguiendo el espíritu de la doctrina social de la iglesia católica”.

Un millón de euros y un delegado del arzobispado

La nueva entidad, que nace con un valor de balance de 1.201.012,10 euros, traslada su sede del antiguo domicilio de la CAI en el paseo Independencia al Centro Joaquín Roncal, en los números 5 y 7 de la calle San Braulio de Zaragoza, que es donde venía desarrollando el grueso de sus actividades culturales.

Tendrá como presidente a Juan Álvarez y como vicepresidentes a José Miguel Echarri Porta y José Luis Casao, mientras que Juan María Pemán, que presidió la CAI en su última etapa como entidad independiente y que la representó en el consejo de Ibercaja hasta finales de agosto del año pasado, cesa como secretario no patrono.

Por último, Daniel Aparicio actuará como consiliario o delegado del arzobispado de Zaragoza “con funciones de asesoramiento y apoyo al presidente y al patronato”, lo que le habilita para asistir a sus reuniones “a petición propia o por invitación” de Álvarez.

El final de un proceso

La fusión de las fundaciones supone el final del proceso iniciado la pasada década coincidiendo con la reestructuración del sector bancario español, que llevó a unirse a tres entidades con fuertes vínculos con la iglesia católica como eran, además de la Caja de Ahorros de la Inmaculada, la General de Ahorros de Badajoz y la Círculo de Badajoz.

La fusión fría de las tres dio lugar al Grupo Caja3, que acabo siendo absorbido por Ibercaja en 2014. Se trata de una de las pocas operaciones en las que el Frob, el organismo creado por el Gobierno para pilotar el costoso proceso de fusiones y saneamiento, recuperó el dinero invertido en el proyecto, que superaba los 400 millones de euros.

Ibercaja comenzó hace dos semanas a negociar con los representantes de su plantilla un ERE de 550 despidos, aunque pretende cubrir su grueso con prejubilaciones, que conllevará el cierre de 140 sucursales mientras afronta los meses previos a otra de sus decisiones trascendentales de los últimos años: salir a bolsa o dotar un fondo de contingencia que le permita seguir subsistiendo como el décimo banco del país por tamaño, tras los seis del Íbex35, Abanca, Unicaja y Liberbank.