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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Peor de lo que creía

Enrique Tordesillas

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En una democracia, el poder institucional es un instrumento necesario para cambiar las cosas, pero si solo te centras en obtener el poder, te puedes olvidar de lo que querías cambiar, has aceptado tantos compromisos que resulta imposible llevar adelante tus propuestas electorales o has incurrido en tantas contradicciones que eres irreconocible para tu electorado. Algo de esto, en exceso, hemos visto estos últimos días. Ha sido peor de lo que creía.

Estaba claro que las direcciones estatales de los partidos políticos iban a ejercer un gran control sobre los pactos electorales -el terreno de juego es todo el Estado y el intercambio de “favores” iba a ser un factor nada despreciable en las negociaciones- pero el resultado de las elecciones de alcaldes y alcaldesas ha hecho chirriar todos los engranajes democráticos. Proponer para la alcaldía a quien representa a 3 concejales de 25, o la nueva figura de alcalde por dos años -como si las personas y los programas fuesen intercambiables- no es la mejor manera de respetar la voluntad de los electores.

Ferraz ha intentado utilizar a los socialistas navarros como pieza de cambio para conseguir la abstención de los dos diputados de Navarra Suma en la investidura de Sánchez. Por su parte, PP y Ciudadanos se han dedicado a repartirse los sillones, junto con Vox, sin tener en cuenta ni la situación de las ciudades ni, en alguna ocasión, la voluntad de las personas designadas para las alcaldías.

Las argumentaciones del PP y PSOE se han intercambiado, el primero se ha convertido en el adalid de la “coalición de perdedores”, mientras que los socialistas reclaman el “derecho” a que gobierne la lista más votada. Ciudadanos, por su parte, ha pasado de llegar a la política para renovar y regenerarla, a apoyar a los populares en el Gobierno de Castilla y León – en el que llevan más de treinta años-, a pactar sin tapujos con Vox – en Andalucía ya firman documentos juntos- o a volver con la matraca de que los socialistas venden Navarra a los independentistas vascos.

Mientras tanto, en Aragón, vistas las dificultades de que Ciudadanos entre a formar parte del Gobierno, se avanza en un posible acuerdo con la izquierda que permita, al menos, la investidura de Lambán. La izquierda está en buena disposición, Podemos, CHA e IU votaron a la representación del PSOE en la mesa de las Cortes, pero el PAR sigue rechazando cualquier vinculación con Podemos y votó en blanco en la elección de la representante de la formación morada. Y la participación de Podemos es necesaria para la formación de un Gobierno alternativo al de la derecha.

Con todo, el principal escollo lo veo en el acuerdo suscrito por PSOE y PAR, ya que algunos de sus objetivos, como unir las estaciones de esquí o mantener la presión fiscal por debajo de la media española, difícilmente pueden ser asumidos por la izquierda,

La unión de las estaciones es uno de esos macroproyectos, como Gran Scala, a los que socialistas y aragonesistas son tan aficionados y que probablemente, como éste, nunca se llegue a hacer. Pero denota la apuesta por un modelo de desarrollo caduco, insostenible desde el punto de vista ecológico y, teniendo en cuenta el ascenso de temperaturas y la previsible escasez de nieve, probablemente también económico, incluso sin cuantificar el coste del desastre ecológico.

En cuanto a la fiscalidad, se puede considerar tal o cual impuesto mal estructurado, excesivo, incluso injusto; se puede pensar en modificar o suprimir este o aquel; pero marcarse como objetivo una presión fiscal inferior a la media es lo mismo que decir que vamos a tener unos servicios públicos peores que los de la media española.

Lo curioso es que los firmantes del acuerdo contemplan en su programa, entre otras cosas, un impulso a la educación 0-3 años, una apuesta por la escuela rural, reducir las listas de espera sanitarias, acabar con la lista de espera de dependencia en 2020…, una serie de medidas que incrementan el gasto. ¿De dónde piensan sacar los recursos? ¿Acaso de una mejora del sistema de financiación autonómico? Si es así, ¿no saldrán los recursos de la recaudación fiscal? Claro que en este caso el malo sería el Gobierno de Madrid que sube los impuestos y no el de Aragón que los baja. ¿Para cuándo la corresponsabilidad fiscal?

Podemos, CHA e IU tienen una gran responsabilidad, deben ser flexibles para evitar el gobierno de la derecha, pero más responsabilidad tienen el PSOE y el PAR, y si quieren gobernar con el apoyo de la izquierda aragonesa no le pueden pedir que renuncie a sus principios, a utilizar los impuestos para financiar unos buenos servicios públicos, para atender a los colectivos más necesitados y para paliar las desigualdades que genera el mercado.

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