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Lambán y Echenique: una pareja mal avenida en Aragón

Pablo Echenique y Javier Lambán.

Óscar F. Civieta

Zaragoza —

Ahora son los presupuestos. Antes la Presidencia de las Cortes de Aragón. En su momento el decálogo de investidura. Y siempre la política nacional. La relación entre PSOE (como equipo de gobierno autonómico) y Podemos en Aragón vive en una discrepancia de la que solo salen para volver a caer. En el caso de las cuentas de la Comunidad, el PSOE quiere sentarse a negociarlas antes de enfrentarse al Parlamento; Podemos prefiere saltarse este paso. Conclusión: mediados de enero y sin presupuestos.

El pasado miércoles los socialistas enviaron un borrador (para Podemos un simple Power Point) con el que confiaban en que los morados, finalmente, se avinieran a departir. Pero no será sencillo.

La negativa de los de Echenique va más allá de la huida de la vieja política o de rechazar los despachos “oscuros” y los intercambios de favores. A Podemos no le apetece salir en la foto demasiado cerca del PSOE. No quiere anejar su espacio con el de un partido que, consideran, no está haciendo políticas de izquierdas. Apuestan por la diferenciación, aun a riesgo de que se prorroguen los presupuestos de 2016.

Pretenden que los socialistas se enfrenten directamente a las Cortes de Aragón con “sus” cuentas. A pesar de que el margen de maniobra se limite significativamente y de que dejen de lado ese compromiso de colaboración no escrito que adquirieron cuando invistieron a Lambán.

Tampoco gusta en Podemos el tono que, en ocasiones, entienden que utiliza el PSOE cuando les responsabiliza de que la comunidad no arranque. No creen que tengan ninguna obligación de sentarse y no están dispuestos a recibir exigencias.

El PSOE les seduce. O lo intenta: “Así podrán cambiar las cosas”, “si vamos directamente al Parlamento, luego no se podrán variar partidas”. Les atraen para que trabajen desde dentro, como ya hicieran, incluso reconociendo que la inversión en Sanidad o Educación creció en los anteriores presupuestos, en parte, porque Podemos lo quiso.

Consideraban, además, que el gesto que tuvieron cuando apoyaron a Violeta Barba (Podemos) como presidenta de las Cortes de Aragón, iba a servir para allanar el camino. Y no ha sido así. En aquel momento, ambas fuerzas dejaron claro que no era ningún cambio de cromos, pero en el seno socialista se tenía la esperanza de que ese ‘detalle’ ablandara a los morados.

Todo ello ha degenerado en, otra vez, una sucesión de palabras gruesas. Lambán habla de “anomalía política difícilmente explicable”, de “hecho insólito”, de “incomprensible insolidaridad con los aragoneses que lo están pasando mal”. Echenique cree que es “inaudito que el PSOE esconda los presupuestos” y alerta de que sería un “fracaso” si Aragón no tiene cuentas.

La relación entre Lambán y Echenique

La discordancia entre ambas fuerzas se refleja, en muchas ocasiones, en la distancia que separa a Javier Lambán de Pablo Echenique. En el Gobierno apuntan que el presidente quiere reunirse con el líder de los morados. Que lo ha intentado por activa y por pasiva. No lo niegan en Podemos: en esto sí están de acuerdo. Pero la realidad es que esos encuentros no se producen y su relación se reduce al telegram y el correo electrónico. ¿Por qué? En parte por lo mismo por lo que no se sientan para hablar de presupuestos: por marcar distancia.

Pablo Echenique no está contento con la política de Lambán. Considera que se ha alejado de los preceptos de la izquierda y que no ha cumplido sus promesas con Podemos. Está decepcionado. Quiere que cambie el rumbo que, en su opinión, erróneamente ha marcado en el pasado, antes de reunirse para hablar de futuro.

Los agentes externos (1). La política nacional

El motivo de esta áspera relación no debe limitarse, lógicamente, solo a lo sucedido dentro las Cortes de la comunidad. La política nacional siempre ha tenido su cuota de protagonismo, y saltó por los aires cuando Javier Lambán apoyó sin ambages la abstención para que Rajoy fuera presidente.

Ahí comenzó a decir Echenique que, quizás, el PSOE debiera sacar los presupuestos con la derecha. Y lo sigue pensando. Pero los socialistas no han parado de afirmar que eso nunca sucederá. Incluso en la presentación del borrador –o del Power Point- lo volvieron a dejar claro. No acaban de creérselo en Podemos.

También la pelea interna de los morados alcanza a Aragón. Y muy de lleno habida cuenta del cargo que ostenta Echenique y de su cada vez más evidente predilección por Pablo Iglesias. En el PSOE, directamente, creen que si Vistalegre 2 no estuviera a la vuelta de la esquina, esto no estaría pasando.

Los agentes externos (2). El Ayuntamiento de Zaragoza

En el Consistorio de la capital aragonesa la situación se invierte. Zaragoza en Común (coalición que apoyó Podemos) gobierna con el apoyo socialista. Y aunque todos se hayan afanado en separar lo autonómico de lo municipal, lo cierto es que si uno tose, el otro se costipa. Los exabruptos que Lambán dedicó a Pedro Santisteve no gustaron nada en Podemos. Al igual que no agradan en el PSOE las críticas de ZeC a la oposición socialista. Y, sin quererlo, la cosa se va mezclando.

Dicen en el PSOE que ojalá se portara Podemos en el Ejecutivo autónomo como ellos en el Consistorio. Y contestan los morados que lo último que ansían es parecerse en algo al PSOE municipal.

Resulta paradójico, por añadidura, que Podemos haya acusado, en varias ocasiones, de “inacción” al Gobierno de Aragón. Exactamente lo mismo que le echan en cara los socialistas al equipo de gobierno del Ayuntamiento zaragozano.

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