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“La historia ha dejado olvidadas a muchas geólogas”

La geóloga Guiomar Calvo.

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

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Pioneras en geología es el título del libro galardonado con el premio Prisma Casa de las Ciencias de divulgación científica, un trabajo que hace un recorrido por el papel de las mujeres en esta disciplina, desde la Edad Media hasta el siglo XX. Su autora, Guiomar Calvo (Soria, 1985), imparte clases de Didáctica de las Ciencias Experimentales en la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación y especialista en ecoeficiencia industrial.

¿Por qué se planteó dedicarse a estudiar a las mujeres pioneras de la geología?

Estudié Geología en la Universidad de Zaragoza. Siempre me había llamado mucho la atención la falta de referentes femeninos en esta ciencia. Vi que había una laguna. En castellano, apenas hay información de todas estas mujeres, que han aportado tantísimas cosas. Decidí que era el momento de llenar ese vacío con este proyecto. 

Dice que faltan referentes femeninos. ¿Es porque, realmente, apenas ha habido mujeres geólogas o porque se les había olvidado?

Sí hay algunas mujeres; cuando se habla de geología, se suelen destacar dos o tres nombres principalmente. Por ejemplo, Mary Anning, que descubrió fósiles en Reino Unido; Marie Tharp, que ayudó a elaborar la teoría de la tectónica de placas por sus descubrimientos de las dorsales oceánicas; o Inge Lehmann, que da nombre a una de las discontinuidades del interior de la tierra. Lo que sucede es que hay muchísimas mujeres que, efectivamente, la historia ha dejado olvidadas. Hay que pensar que las mujeres tardaron mucho en tener acceso a estudios universitarios. Eso también se ha notado a la hora de su producción en el campo de la geología y en cualquier otro. Pero, en geología, sí hay muchísimas mujeres; se pueden rastrear algunas relativamente relevantes hasta el siglo XVII y XVIII que han pasado totalmente desapercibidas. 

¿Podríamos decir incluso que en geología hay más mujeres que en otras ciencias?

No, realmente creo que no. La verdad es que siempre se ha considerado una rama de la ciencia bastante exclusiva para los hombres. Además, tiene un problema que otras ciencias, como la física o la química, no han tenido: para estudiar geología, hay que ir al campo. Esto requiere un cierto esfuerzo físico. Además, están todos los problemas asociados a las mujeres yendo al campo solas; no estaba bien visto. Creo que en otras ciencias las mujeres han tenido más facilidades que en la geología. Por eso, en proporción, en física y en química ha habido más científicas. 

¿Qué barreras cree que pesaban más: las sociales o ese esfuerzo físico que dice que requiere la geología?

Pesaban más las sociales, sobre todo, en cuanto a que, en el siglo XVIII, incluso en el XIX, la mujer tenía que quedarse en casa, cuidar a los hijos, no tenían acceso a estudios universitarios... Era muy difícil que pudieran sentir interés por la geología, incluso por cualquier otra rama de la ciencia o de otras especialidades. También estaba el problema de que se solía menospreciar el trabajo que hubiera hecho una mujer frente al que podía hacer cualquier hombre. De hecho, algunas se encontraron con el problema de que hacían aportaciones que no eran tomadas en serio por sus compañeros hombres.

A pesar de esto, en su trabajo ha recuperado 52 figuras de mujeres geólogas. ¿Cuál sería la primera geóloga conocida?

Cuando hablamos de mujeres geólogas, hay que diferenciar las que han podido estudiar Geología, con estudios superiores, que son ya bastantes recientes, del resto. Entre las primeras mujeres que podemos relacionar con la geología, sin estudios superiores, pero que han formado parte de la disciplina, una de las primeras es la francesa Martine de Bertereau, que vivió durante el siglo XVII. Junto a su marido, se dedicó a explorar el continente europeo, especialmente Francia, para buscar yacimientos minerales. De hecho, ella escribió varios libros explicando las técnicas que utilizaban para esta búsqueda, cuáles encontraron... Todo esto surgió como un encargo de Luis XIII, que quería aumentar la riqueza mineral del país y explotar estos yacimientos. Aunque fuera acompañada por su marido, era ella la que publicaba todos los hallazgos y la que hacía hincapié en cómo se podían extraer estos minerales. El problema es que, precisamente por ser mujer, se tuvo que enfrentar incluso a acusaciones de brujería en algunos lugares; una acusación bastante seria en aquel momento, especialmente para las mujeres, porque podía tener unas consecuencias nefastas. Se llegó a plantear quién era ella para darle recomendaciones al rey de dónde abrir nuevas minas; una mujer no podía saber tanto.

¿Hubo más ejemplos de mujeres que entraron en la geología por el vínculo con sus maridos geólogos o con otros hombres de su entorno?

Sí, en el texto que ha ganado el premio, Pioneras en geología, hay un apartado específico que traba sobre las mujeres que tenían maridos o familiares que eran geólogos o estaban interesados en la geología. Incluso hubo mujeres que animaron a sus maridos a interesarse por la geología: ellas tenían la afición, pero consiguieron inculcársela a sus maridos para poder dedicar su vida a esta disciplina. Efectivamente, al principio, en el siglo XVIII o XIX, eso era bastante habitual.

Estos hombres les sirvieron a las pioneras de la geología como puerta de acceso a la ciencia, pero ¿les obligaron a permanecer a la sombra de ellos? ¿Hubo casos de hombres que se apropiaron de los méritos de estas geólogas?

Sí, eso pasó, indudablemente. Hay varios casos en los que se sabe que la esposa de algún geólogo se dedicaba a ilustrar los libros, pero en esos libros no ha quedado constancia de quién hizo las ilustraciones. En algún caso, el geólogo llega a escribir en los agradecimientos que agradece el trabajo de su mujer, que me ha hecho los dibujos, a pesar de que no son muy buenos, pero que es lo que hay. Hay incluso detalles de ese calibre en algunas de las obras. 

¡Vaya agradecimiento!

Desde luego (ríe).

¿También hubo pioneras en la geología aragonesas?

Sí, hay un capítulo dedicado a las mujeres que han hecho sus pequeños pinitos en la geología en España. En los siglos XVIII y XIX, abundan más las geólogas angloparlantes, tanto estadounidenses como británicas; hay de alguna nacionalidad más, como de Rusia... España tardó un poco más en despegar. La primera mujer con la que podemos relacionar la geología es Teresa Madasú, que nació en Zaragoza. Más que dedicarse a la geología como tal, su labor fue la de ilustrar obras de paleontólogos famosos, como Lucas Mallada. En una obra de Lucas Mallada de varios tomos para recuperar el patrimonio fósil que se podía encontrar en España, Teresa Madasú llevó a cabo la gran mayoría de las ilustraciones. 

Hoy en día, ¿sigue siendo la Geología un ámbito con más presencia masculina?

Hay más paridad entre los estudiantes de la carrera de Geología o en otras similares, como Ingeniería de Minas. Hay mujeres entre los profesores titulares; en algún área puede haber incluso más mujeres que hombres. Pero, conforme se va ascendiendo en la escala de la universidad, entre figuras como catedráticos tienden a predominar los hombres. Ocurre como en tantas otras ciencias; la Geología no es una excepción.

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