Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.
Una nueva grieta en la estabilidad del Gobierno
La vida política española se ha convertido en una montaña rusa, y ya no hay semana sin sobresalto. El de este lunes es de los mayores y más graves que se recuerdan: el Gobierno ha revelado que los teléfonos móviles del presidente, Pedro Sánchez, y de la ministra de Defensa, Margarita Robles, fueron espiados hace menos de un año con el programa Pegasus y que los piratas extrajeron 2,6 gigas de datos del primero y 9 gigas del segundo. El fallo de seguridad es clamoroso y las preguntas, numerosas. ¿Quién está detrás, qué buscaba, qué se llevó? ¿Cuándo exactamente detectó el Ejecutivo el pirateo? ¿Ha estado el CNI lo suficientemente diligente en el cumplimiento de sus funciones? ¿Tienen algo, mucho o todo que ver estos espionajes con los que se han conocido hace unas semanas, también con el programa Pegasus, a docenas de líderes independentistas catalanes, incluido el president de la Generalitat, Pere Aragonés?
La novedad de este lunes no solo no refuerza la unidad interna del Gobierno entre los dos socios de coalición, PSOE y Unidas Podemos, ni incrementa la confianza de los principales apoyos parlamentarios del Ejecutivo, sino que incluso la deteriora aún más. Apenas una horas después de que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, revelara el espionaje a los móviles del presidente y de la titular de Defensa, la vicepresidenta Yolanda Díaz publicaba en su cuenta de Twitter un comentario en el que mostraba su “solidaridad con las personas espiadas y el presidente del Gobierno” y en el que reclamaba que la investigación “vaya hasta el final”, “se depuren de manera ágil y efectiva responsabilidades”, garantice el Ejecutivo “la seguridad” y se le den a la “ciudadanía” las “respuestas” que “merece”. Y todo ello, sin mencionar Díaz a Robles, su compañera en el Consejo de Ministros. El recado no puede ser más claro. Pablo Echenique pedía hace unos días que rodaran cabezas, Díaz es mucho menos tremendista, pero no menos contundente. En el independentismo catalán, mientras tanto, se hablaba de “cortina de humo”. El CNI, por acción –si hubiera espiado ilegalmente– o por omisión –si no ha sido capaz de detectar a tiempo que el presidente estaba siendo espiado–, y su máxima responsable política, la titular de Defensa, están en el foco de todas las miradas.
Este lunes este asunto, la pasada semana la votación en el Congreso de las medidas anticrisis, la anterior el espionaje a los independentistas catalanes, poco antes el cambio de posición oficial española sobre el Sáhara, aún antes la convalidación parlamentaria de la reforma laboral... El Gobierno, que al final del verano pasado se esperaba un curso oficial 21-22 tranquilo y fructífero tras superar sin mucho coste reputacional los indultos a los líderes independentistas catalanes y sobre todo completar con éxito la vacunación masiva de la población frente a la pandemia, no gana para sustos, y muchos de ellos enormes: la crisis de la energía de otoño pasado, después el primer arreón de la inflación, más tarde la invasión de Ucrania por Rusia y la guerra subsiguiente, la segunda alza de los precios, la nueva incertidumbre económica... Cada susto, además, genera nuevas grietas o bien entre los socios del Gobierno o bien de este con sus socios parlamentarios.
El miedo al auge electoral del nuevo PP de Feijóo más el de Vox, este último reforzado tras su reciente entrada en el Gobierno de Castilla y León, son por ahora el pegamento que hace que las grietas internas del Gobierno central de coalición y las de este con sus socios parlamentarios no acaben por ahora en ruptura o quiebra súbita. A todos les conviene ganar tiempo, al menos hasta ver qué dicen las urnas el próximo 19 de junio en Andalucía y especialmente en un año, en mayo de 2023, en las elecciones locales en toda España y en las autonómicas en la mayor parte de las comunidades. Ganar tiempo, rebajar las tensiones y confiar en que la economía repunte, por efecto de los fondos europeos, es ahora la clave. La economía está ahora entre claroscuros: el empleo sigue creciendo y mejorando su calidad, la afiliación a la Seguridad Social bate récords, el sector turístico repunta con fuerza, pero al tiempo la crisis de la energía y de los precios está lejos de remitir, la pérdida de poder adquisitivo de gran parte de la población se acentúa, el crecimiento se ralentiza...
Ganar tiempo y confiar en que la inflación se rebaje y el maná de los fondos europeos cuaje por completo es la clave. ¿Pero aguantará el pegamento del miedo a la derecha y la ultraderecha tantas sacudidas? ¿De qué intensidad será la próxima?
Sobre este blog
Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.
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