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Los 925 gatos domésticos seguidos con GPS para analizar el impacto de estas mascotas en la fauna local

Gato doméstico marcado con GPS para el estudio de ciencia ciudadana.

Laura Rodríguez

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Se sabe que los gatos domésticos matan más de 10.000 millones de aves y mamíferos en Estados Unidos cada año, y su introducción en algunas islas ha provocado la extinción de 33 especies en todo el mundo. Sin embargo, hay pocos datos sobre cómo estos animales domésticos influyen en la vida silvestre a su alrededor.

Por ello, los investigadores de la Universidad Estatal y el Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte se propusieron averiguar, con la ayuda de un grupo de ciudadanos en seis países distintos, los movimientos de los gatos cuando salían a la calle para ver qué impacto tenían en su entorno. El resultado es un nuevo estudio que muestra cómo las mascotas felinas tienen una huella notable en nuestro entorno, impactando hasta diez veces más en la fauna local que sus parientes salvajes.

A través del proyecto Cat Tracker, los voluntarios, que provenían sobre todo de Australia, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Reino Unido, pusieron pequeños GPS a 925 gatos para anotar sus desplazamientos y apuntaron las presas que sus pequeñas mascotas les traían a casa tras sus excursiones. Los científicos estimaron que, de media, los gatos domésticos mataban entre 4,5 a 11,6 animales al mes en comparación con los 390 ratones que pueden cazar los gatos salvajes, pero lo realizan en un área tan reducida que su conmoción en la vida silvestre resulta mucho mayor.

“Al recibir comida en casa, los gatos caseros capturan al día menos presas que los depredadores salvajes”, dijo en un comunicado uno de los autores del estudio, Roland Kays, “pero lo hacen en un área muy concentrada. Si a eso le unes la densidad artificial de los animales domésticos en algunas zonas, el riesgo para los pájaros y los pequeños mamíferos es aún peor”.

De los gatos que rastrearon, casi todos apenas se alejaban unas cuantas manzanas de sus hogares, mucho menos de lo que habían esperado. Los gatos mayores, los machos y los que residían en lugares urbanos eran los más perezosos pero en realidad solo tres mascotas de toda la muestra se aventuraron más allá de un kilómetro cuadrado: Penny, un gato al que le gustaba irse de paseo por los espacios naturales; Blue, que se metía en las granjas más lejanas; y Max, una mascota británica que visitó un par de veces un pueblo cercano durante el estudio.

A pesar de que la investigación señala que sus datos, en cierta medida, son positivos al haber encontrado que los gatos caseros no tienen gran impacto en las áreas naturales, los científicos señalan que hay que tomarse en serio los daños que provocan en las especies amenazadas que conviven en zonas urbanas o en los barrios periféricos alrededor de las ciudades.

“Como el impacto negativo de los gatos es tan local, estamos acabando con los aspectos positivos de la vida silvestre a nuestro alrededor, ya sea el efecto beneficioso de los lagartos para evitar las plagas como escuchar el canto de los pájaros”, dijo otro de los autores, Rob Dunn. “Los humanos disfrutan la biodiversidad pero, dejando a nuestros gatos en la calle, hemos construido un mundo donde estos placeres son cada vez más difíciles de encontrar”.

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