El riesgo económico del nuevo 'boom' del gas en el mundo
No se trata solo del carbón y del petróleo, cuyos riesgos financieros ya se conocen muy bien: quien tenga inversiones en estas industrias arriesga su dinero, pues los objetivos mundiales para combatir la crisis climática ya están obligando a no usar estas energías fósiles. No es casualidad que cientos de inversores institucionales (desde aseguradoras del peso de Zurich al Fondo Soberano de Noruega o la Iglesia) estén retirando su dinero de estos sectores.
Sin embargo, poco se conoce del impacto económico del gas, considerado el menos contaminante de los combustibles fósiles, pues emite hasta un 40% menos de CO que el carbón. Ahora, el grupo de investigadores de Global Energy Monitor, dedicado a rastrear infraestructuras de energías fósiles por todo el mundo, da cuenta del nuevo boom del gas y cifra en 1,3 billones de dólares los activos que quedarán varados, sin utilizar, por la inversión masiva en nuevas infraestructuras de gas natural licuado en decenas de países.
El problema es el metano, principal componente del gas natural y responsable del 25% del calentamiento global, según las últimas actualizaciones del Panel Intergubernamental de Expertos contra el Cambio Climático (IPPC). Ahora mismo, como muestran estos investigadores en su estudio, hay 202 proyectos de nuevas infraestructuras de gas en todo el mundo, de los cuales 116 son para exportar gas y 86 para importarlo. Esta apuesta masiva necesita más transporte por barco, elevando el riesgo de fugas de metano, las cuales se habían subestimado.
El propio Departamento de Energía de Estados Unidos tuvo que corregir sus cifras el año pasado tras un nuevo análisis de toda la cadena de suministro del gas a la luz del boom del fracking: el índice de fugas de metano era del 2,3% para toda la producción de este combustible fósil, un 60% más que el inventario de la Agencia de Protección Ambiental (EPA).
“La expansión del gas natural licuado se está dando increíblemente rápido, tanto como descubrir que el metano es mucho peor de lo que se conocía. Todavía hoy hay un debate sobre si el gas natural es un puente hacia las renovables, algo que es completamente contrario a los hechos”, ha comentado Ted Nace, director ejecutivo de Global Energy Monitor y coautor del estudio.
Históricamente, la mayor parte del gas en el mundo se ha transportado por gasoducto entre regiones, con una pequeña parte (5,5%) llevada por barco como gas natural licuado, según estos investigadores. Sin embargo, desde el año 2000, la cuota de gas natural licuado en el sistema global se ha duplicado, hasta alcanzar 432.000 millones de metros cúbicos en 2018 de la producción global (11%).
“Esto se debe a que la industria del gas está buscando reestructurarse y pasar de estar compuesta por un grupo de mercados regionales a ser un sistema global integrado”, concluyen los investigadores. Y es precisamente este análisis global de toda la cadena de suministro del gas el que lleva a estos analistas a concluir que el impacto ambiental del gas natural licuado es equivalente al del carbón, la energía más sucia de las que existen actualmente.