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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

La Luna es poca cosa; exigimos Venus

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.

José María Izquierdo

18 de septiembre de 2023 22:42 h

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¡Qué espectáculo bochornoso han montado ante toda la ciudadanía los dirigentes del PP! ¡Qué vergüenza! Es terrible ver al inane Alberto Núñez Feijóo, cual leve vilano, volar por los aires ante los soplidos del pretencioso grumete que se alistó en la tripulación de aquel barco pirata de las Azores que pilotaba el pendenciero capitán George W. Bush, parche en el ojo, pata de palo, loro en el hombro, junto a su fiel contramaestre Tony Blair. Esa populista manifestación-mitin-aquelarre del domingo próximo en Madrid, dos días antes de su solemne comparecencia ante el Congreso, alfombras rojas ornadas con grandes flores por los amos y señores de la Comunidad, la reina del vermú y el alcalde sumiso, escenifica de manera ostentosa la absoluta desorientación del líder popular, febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra, que ya se sabe que al Ojo le pierden los boleros y los tangos. Y Vox, allí, al fondo, riéndose a carcajadas: ya has pasado por el aro, chiquitín.

Pero no se equivoquen, que esta derecha montaraz y falsaria no da puntada sin hilo. El objetivo de todas estas acciones es triple: desde antes del minuto cero, deslegitimar al gobierno de Sánchez en el caso de que llegue a darse tal supuesto, crispar al máximo la vida política y estrangular cualquier intento de funcionamiento racional de la democracia. Paso tras paso ya han llegado algunos dirigentes del partido y un buen hatajo de sus más feroces espadachines al descansillo de la escalera que querían alcanzar, el Rey en primer lugar. Insistirán una y otra vez para ampararse bajo el manto regio: cualquier cesión que haga Sánchez a los independentistas será una bofetada al monarca, insulto que no podemos aceptar los españoles de bien, todos monárquicos hasta las cachas, como es natural. Y dos, las togas. Les ningunean, les gritan. ¡No se dejen avasallar! Y ahí aparece, desahogado como pocos, el presidente del Supremo a marcar territorio, como hacen los felinos con sus micciones.  

Ejemplo de campaña perfectamente orquestada: el uso de las lenguas oficiales en Congreso y Senado. Nadie dijo mu en primera instancia, pero a alguien se le iluminó una llamita en el cerebro y se dijo, cuate, aquí hay tomate. Y en la busca y rebusca, poquito a poco, con una estudiada campaña de marketing, costosa pero que alguien habrá pagado, se han incorporado cerezas al ramillete, desde los intelectuales a la violeta, algunos ya al servicio descarado de la reacción más zafia, a muy serios y vetustos socialistas reclutados para la última batalla de sus vidas: guerra –nunca mejor dicho– a los infieles, catalanes y sanchistas en primera línea. Que un día dices bona nit en el Congreso y al siguiente España se ha roto en mil pedazos.  

Está muy seguro Sánchez, o así pretende vendernos, de que conseguirá gobernar otros cuatro años. Pero no parece ser un camino tranquilo el que va a tener que transitar a partir de que el Rey, si es que llega a darse esa circunstancia, le encargue buscar la investidura como presidente del Gobierno. Ahí están, para demostrarlo, una izquierda dividida y unos nacionalistas divididos. O sea, que Sánchez tendrá que trabajar a varias bandas, que de nada le servirá hacer dos únicos grupos. 

Y esta división entre los integrantes de los dos bloques ha traído, además, una competencia interna entre ellos que está llevando sus propuestas en medio de la negociación con el poder central, siempre hay que exigir más que el otro, a límites difícilmente soportables. Tiene que demostrar ERC ante la ciudadanía independentista que ellos mantienen en su ideario los máximos grados de pureza ideológica para lograr que no los tilden de vendidos, el mayor insulto proveniente de los inmaculados representantes de la sagrada patria. Así que elévese el precio a Sánchez para mostrar cuán dignos somos. 

¿Eso queréis?, dicen en Junts, pues nosotros exigimos amnistía, autodeterminación y que Suecia, Finlandia o quienes osen oponerse al catalán en Europa sean barridos de la faz de la tierra. ¡Vaya eurodiputado Puigdemont, que pretende ignorar los mecanismos de esa Europa a la que tantas veces ha recurrido! Nos reservamos, además, el derecho a plantear la independencia del opresor Estado español cuando nos pete. Y no aceptamos ni la más mínima demora. Todo eso lo queremos en una maleta que deberemos abrir antes de la investidura. Vamos, vamos, de prisita, que aquí no estamos para perder el tiempo en elaboraciones de leyes y otras tonterías por el estilo. ¡Qué menos debemos obtener, que esas pequeñeces son el justo y proporcionado pago de nuestros numerosísimos votos y del impresionante apoyo popular: esto es, siete escaños, siete! Incluso un histórico como Xavier Trias se permite, groseramente, culpar del 23-F a los socialistas. Vale todo. Y si el PNV nos echa una mano, tanto mejor. De nada sirve, al menos en esta loca carrera de las declaraciones, el aviso de una Yolanda Díaz que ya les ha advertido, en público y se supone que en privado, que en esa primera fase ERC y Junts deberán renunciar a la unilateralidad. Cuando menos y para empezar a hablar.

Pero es que en la izquierda tenemos un panorama similar. A la gresca Sumar y Podemos, nada descubrimos en esta humilde columna, que ellos mismos lo gritan a los cuatro vientos, sus movimientos ante la investidura aparentan seguir el mismo camino emprendido por los nacionalistas: la Luna es poco, quiero Venus. ¿Un ministerio con nombre y apellidos, Irene Montero, es la única persona que aceptamos al frente de ese ministerio que es nuestro, que nadie ose quitarnos? ¿Qué se puede discutir ante tamaña exigencia, un sillón y una voluminosa cartera grabados con las iniciales I.M., entre otras propuestas que costarán millones y más millones? 

Puede ocurrir, fíjense ustedes, que Feijóo y Abascal no encuentren cinco votos en esa prospección miserable que han emprendido entre los socialistas históricos, los buenos socialistas, los socialistas honestos, los socialistas de bien, pero a lo peor los descubren entre lo más granado de Podemos, aquí estamos nosotros, camisa blanca de nuestra esperanza, a la hoguera los revisionistas, que nadie dude de nuestro acendrado izquierdismo, más vale morir con honra que vivir de rodillas, que dijo Sansón cuando mandó a hacer puñetas las columnas del templo.

Todo esto sucede, como ustedes saben muy bien, cuando ni tan siquiera el inane Feijóo ha pronunciado su discurso de presidenciable o de líder de la oposición, elijan ustedes, el Rey no ha pronunciado nueva palabra y Sánchez y el PSOE callan como momias sobre sus planes reales, no sobre sus intenciones, que hartos nos tienen de tanto machacarlas, ese respeto a la Constitución repetido hasta la abrumadora saciedad.

Con todo lo dicho, el Ojo no va a hablar hoy de las dificultades políticas y jurídicas de una hipotética amnistía ni va a mencionar la repetición de elecciones. Véanse por los interesados en estas cuestiones artículos anteriores. Pero tampoco se confíen: volveremos a tratar esos mismos asuntos en las próximas semanas. Hay tiempo. No se pongan nerviosos, que les noto muy alterados.  

Adenda: Chile. Allende. Víctor Jara. La Moneda bombardeada. Pinochet. El horror. La muerte. Las torturas. Las desapariciones. Lean ustedes un titular de Abc de la semana pasada: “Cincuenta años del fracaso de la vía chilena al socialismo”. ¿Verdad que tenemos una prensa de la caverna absolutamente repugnante? 

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El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

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