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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

“En un zoo los elefantes no tienen la libertad de ser elefantes”

Carol Buckley y Tarra

Claudia Roca Martínez

Carol Buckley conoció a Tarra en 1974, cuando se ofreció para ser su cuidadora al vendedor que la había adquirido para aumentar la venta de sus productos. Tarra solo era un bebé elefante pero ambas crearon un vínculo indestructible. Un año después, Buckley la compró y empezaron a vivir juntas.

Carol enseñó a Tarra a patinar y viajó con ella durante casi 20 años, actuando en circos y zoológicos de Estados Unidos y Canadá. Día a día se daba cuenta de que aquella no era una vida para un elefante y decidió buscar un espacio mejor para ella, un espacio que cumpliese con todas sus necesidades. Con este objetivo, en 1995 cofundó, junto con Scott Blais, el Elephant Sanctuary, el primer refugio natural para elefantes. Hoy en día cuenta con 1.100 hectáreas y alberga, en tres secciones separadas, elefantes africanos y asiáticos.

En el 2010 Buckley fundó Elephant Aid International, con la que viaja cada año a Nepal, India, Tailandia y Sri Lanka, asesorando a los cuidadores de elefantes y construyendo para ellos espacios libres de cadenas, y el año pasado creó el Elephant Refuge North America (ERNA) en Attapulgus, Georgia, que espera empezar a albergar elefantes muy pronto.

Hace pocos días se presentó en la 24ª edición del Festival Internacional de Cine de Medio Ambiente el documental Unchained, dirigido por Álex C. Rivera y que fue premiado con el Sol de Oro Especial. Unchained sigue el trabajo de Carol y su equipo para mejorar el bienestar de los elefantes cautivos en Nepal, mostrando un enfoque gradual y pragmático para cambiar las actitudes hacia ellos fomentando la cooperación con los cuidadores, cuyas vidas dependen de los elefantes en un entorno carente de opciones.

Aprovechando su visita a Barcelona para la presentación del documental, el equipo de ZOOXXI tuvo la oportunidad de entrevistarla y de aprender más sobre los elefantes en cautividad y sobre las alternativas con las que contarán las elefantas del zoo de Barcelona en el caso de que se apruebe la Iniciativa Ciudadana impulsada por esta plataforma. Con la Iniciativa en plena tramitación dentro de la institución municipal, ZOOXXI sigue sumando apoyos a través de una campaña de Change.org para pedir al Ayuntamiento de Barcelona la aprobación del modelo que se propone.

¿Cuáles son las principales necesidades de los elefantes para su correcto desarrollo?

Lo que yo he aprendido es que hay algunas cosas que son fundamentales. La primera es la autonomía, el elefante tiene el derecho a tomar sus propias decisiones en su vida, tan simples como por dónde caminar, dónde dormir, con quién estar… La segunda es el espacio, son animales migratorios que caminan entre 50 y 80 kilómetros al día junto a sus familias. Necesitan un hábitat que sea tan interesante como el que tienen en la naturaleza, con hierbas, árboles, agua, un hábitat diverso que los mantenga activos. Y la tercera es la convivencia con individuos compatibles, parientes o familias. La gente piensa que los machos son solitarios, pero no lo son, tienen uno o dos amigos al alcanzar su edad adulta. Las hembras pasan toda su vida con un gran grupo de hembras.

¿Qué efectos tiene la cautividad en los elefantes?

La cautividad tiene efectos negativos en los elefantes. Privarlos de autonomía y arrebatarles su capacidad de decisión supone cambios de comportamiento y de actitud. El elefante puede volverse agresivo y entrar en depresión. Se ha ido, ya no está, le has sacado todo lo que tendría de forma natural, sus paseos, su comida, su clima, su migración. En cautividad, viviendo en un espacio que ni mucho menos cubre sus necesidades, se vuelven prisioneros.

Gran parte de lo que sabe hoy sobre los elefantes lo aprendió junto con Tarra, la elefanta que crió y entrenó. Llega un momento en el que se dio cuenta de que esa no era una vida adecuada para ella y decidió buscarle un sitio mejor, en un zoo o un parque, pero comprobó que tampoco era la solución. ¿Cómo fue este proceso, cómo se dio cuenta de que un zoo tampoco era una vida adecuada para un elefante? ¿Qué decisión tomó?

Tarra y yo vivíamos juntas y tuve el beneficio de experimentar su día a día. La conocí cuando era un bebé, un elefante crece como un humano, tiene una larga infancia. Pude ver su cambio de humor, de actitud, de preferencias y es lo que dictó los cambios que tomé en su vida. Me di cuenta de que Tarra se encontraba privada de todo, yo era todo lo que tenía, y no era justo. Fue entonces cuando quise conocer todas sus necesidades y crear un ambiente adecuado. No fue una decisión de un día, fue el día a día con ella, enseñándome lo que necesitaba y no tenía. He tenido ese lugar en mi mente durante 10 años, cómo sería, qué tendría, qué no, hasta que pude crear el santuario. Con el paso de los años y la llegada de otros elefantes comprendí que esta es la mejor manera de tener a los elefantes en cautividad, la más saludable para ellos.

En el zoo de Barcelona viven tres elefantas, dos de las cuales provienen de circos. Las tres presentan estereotipias más o menos acusadas que el zoo no logra corregir. ¿En un santuario podrían recuperarse completamente?

Lo primero que hay que hacer es descubrir la razón por la que un elefante tiene este comportamiento estereotipado. La ciencia nos dice que los elefantes hacen esos movimientos repetitivos para sentirse mejor, están como “drogados”: el comportamiento estereotipado libera endorfinas en su sistema, se automedican para sobrellevar el estrés. Son tan inteligentes que buscan la manera de soportarlo, pero a un nivel tan alto y constante su cerebro se ha ido, ya no piensan. Están depresivos que no es bueno para su salud. El zoo puede identificar esta fuente de estrés y solucionarlo, y el animal cambiará su comportamiento: falta de espacio, falta de estimulOS, falta de posibilidad de elegir su comida y de elegir con quién socializa…

En un santuario dejan de tener estereotipias. A pesar de que muchos comparten un pasado similar, cada elefante es diferente y sus experiencias individuales causan distintos grados de estrés y traumas. Por mi experiencia en el rescate de 24 elefantes en el santuario, si un elefante tiene acceso a un hábitat donde tiene autonomía para tomar sus decisiones, verás la reducción de su comportamiento esterotipado, hasta eliminarlo en la mayoría de los casos.

¿Qué cambios se perciben en el comportamiento de elefantes que provienen de zoos a su llegada a un santuario?

Según he podido ver, los elefantes que vienen de zoológicos han tenido pocas experiencias en su vida y al llegar se sienten inseguros y no saben lo que pasa. Lo que suele ocurrir es que uno de los elefantes del santuario se percata de la nueva presencia, va en búsqueda del novato y le da seguridad. La adaptación de un elefante lleva de cinco minutos a un mes, depende de quiénes son y de sus experiencias. Pero nunca he conocido a un elefante que no se haya beneficiado del cambio a un santuario.

¿Cuál es la filosofía que siguen en ERNA?

Autonomía, no se puede decir más claro: la autonomía lo es todo. Tienen un clima apropiado, un terreno apropiado, vegetación… Todo lo que importa a los elefantes está incluido en el diseño de un refugio que les provee de autonomía.

¿Qué quieren decir con 'cuidado compasivo' de los elefantes?

Considerar las necesidades de los elefantes. No están en la naturaleza, están en cautividad, y hay que alimentarles, darles suplementos, lo que haga falta. El cuidado compasivo se basa en no forzarles a hacer nada, sino que eres tú quien modifica el comportamiento para que se sientan cómodos. Alimentarles es fácil, pero ¿qué pasa cuando los elefantes necesitan un cuidado en sus patas o tienen un problema con sus uñas? Tradicionalmente se traería al animal hacia ti y probablemente se le encadenaría. Nosotros no lo hacemos así, vamos a donde esté el elefante, ellos ya saben cuál es tu intención. Vas, te identificas y le enseñas las herramientas. El 99% de las veces acceden, el 1% no quieren hacerlo ahora y se marchan. Les dejamos, es su decisión y siempre podemos hacerlo mañana. Al día siguiente acceden. Suelen ser tratados como seres dependientes e ignorantes que no tienen sentimientos pero no es así, son adultos, inteligentes y evolucionados.

¿Cómo se llevan a cabo los rescates de elefantes?

En mi experiencia son propietarios privados y propietarios de circos los que acceden a entregárnoslos, zoos que toman esta decisión porque los gobiernos y la sociedad presionan... Nos gusta hacerlo de manera que el propietario reconozca que es un buen cambio para el elefante y lo haga de forma colaborativa. De lo contrario, puede haber un combate en el que se identifique a uno como héroe y al otro como villano. Eso nunca funciona y es el elefante el que está en medio del conflicto.

¿Cuáles son los requisitos para poder acoger a un nuevo miembro en el santuario?

Un santuario representa lo que es natural para todos los elefantes, así que no importa cuáles sean las circunstancias de su cautividad, todos se verán beneficiados. Hay retos mayores que otros pero ninguno se queda fuera.

¿Por qué razón no se permiten visitantes?

Por la autonomía. Si el santuario permite el acceso a las personas crea la expectativa de que el visitante podrá ver al elefante, y acabará sucediendo como en los zoos, que están hechos para los visitantes y no para los animales, están hechos para que los animales puedan ser vistos en todo momento. Los visitantes querrán ver a los elefantes, acercarse, tocarlos y, puedan hacerlo o no, los elefantes se verán bombardeados por toda esa energía. Nuestro esfuerzo es por los elefantes y les evitamos todo lo que no sea beneficioso para ellos, todo lo que pueda pueda dañarles.

El santuario incluye cámaras para que las personas conozcan el comportamiento de los elefantes en tiempo real. ¿Qué tipo de interacción tienen?

Ponemos cámaras que graban las 24 horas del día, 7 días a la semana. Las personas se conectan a través de la página web a la hora que lo deseen y lo que ven es el comportamiento real, natural, de un elefante que no está influenciado por nuestra presencia. Están viendo elefantes siendo elefantes. La gente aprende mucho más de ellos de lo que aprenden en un zoo o un circo.

ZOOXXI propone enviar a aquellos animales que podamos a santuarios y reservas y esperamos que las tres elefantas sean de los primeros animales en encontrar un nuevo hogar en el que poder jubilarse. ¿Cree que al no haber elefantes de carne y hueso se pierde parte de la labor educativa de los zoos?

Teniendo elefantes y otros animales salvajes encerrados se envía a las niñas y niños una información errónea. Les decimos que está bien mantener a un animal encerrado en un espacio pequeño, que está bien dominarlos. Estoy segura de que si tuvieran toda la información y las opciones serían los primeros en decir “llevémoslos a un refugio, démosles libertad para ser elefantes”. Si viendo elefantes en cautividad los visitantes ganasen un mayor respeto y sirviera para ayudar a los elefantes en la naturaleza no estaríamos viendo esta situación en África y Asia, donde están en peligro de extinción. Hay que buscar otra manera porque esta no está funcionando.

¿Los zoos influyen en la conservación de los elefantes en libertad?

No lo creo, más bien al contrario. Decir que está bien sacarlos de la naturaleza y exhibirlos es dar un mensaje equivocado.

A modo de conclusión, ¿cuáles son las principales diferencias entre un santuario y un zoo?

La autonomía. En un santuario un elefante tiene la libertad de ser un elefante. Eso no lo tiene en el zoo.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

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