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Edelweiss, la flor de la montaña

Edelweiss

Por Pepe Carrascosa

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Si existe una flor con la que nos identificamos, y que elegimos como símbolo, todos aquellos que, de una manera u otra, mantenemos un vínculo con las montañas es, sin duda, la Edelweiss, también conocida como flor de las nieves. Su nombre en griego es Leontopodium Alpinum, que significa “Pie de León de los Alpes”, con lo que siendo asociada a Alpes, se nos hace difícil creer que sea originaria del Himalaya y Siberia.

Lo cierto es que, técnicamente, no es una flor, sino muchos flósculos diminutos que se agrupan en cabezuelas amarillas llamadas capítulos y rodeados de hojas gruesas en forma de estrella, cubiertas de pelusa y de una fibra vegetal que la protege de las heladas y las radiaciones ultravioleta del sol, con un aspecto de color blanco y amarillento. Es una pequeña flor, de entre 3 y 8 cm, que crece agrupada en praderas y roquedos de altura a partir de los 1.500 metros, aunque se han localizado ejemplares a más de 3.000 metros en los Alpes suizos. En España podemos encontrarla en el Pirineo y en Sierra Nevada, habiendo desaparecido de muchas otras zonas, por lo cual ha sido protegida, prohibiendo su recolección. Su floración se produce en verano, entre los meses de julio y septiembre.

Convertida en icono, ha sido acuñada en la moneda de dos céntimos austriaca, impresa en multitud de prendas deportivas, y es símbolo de aerolíneas, además de haber sido bordada en emblemas a modo de insignia de las tropas de montaña alemanas y austriacas, o como símbolo de valor y coraje. También ha aparecido en el cómic de Astérix, buscando esta flor como antídoto para un veneno, y ha inspirado temas musicales o incluso relatos literarios, llegando a ser símbolo controvertido del nacionalismo en Alemania y Austria, como flor favorita de Adolf Hitler, pero protagonizando a la vez el emblema del movimiento de resistencia al nazismo conocido como “Los Piratas del Edelweiss”.

Tampoco faltan alrededor de esta flor las leyendas…“Una noche, una estrella le confesó a la luna que sentía envidia de todo aquello que vivía en la tierra, queriendo abandonar el firmamento para convertirse en flor. La luna triste y enfadada, como venganza, la envío a las altas montañas, transformándose la estrella en una de las flores más bellas, pero teniendo la soledad de las alturas como compañera”. O, por ejemplo, la de que los hombres que pretendían demostrar su amor y que debían subir a las cumbres, conseguir una y entregarla a su amada.

En la actualidad, y después de varios años de numerosos ensayos, la Edelweiss es cultivada en una plantación del cantón de Valais, a los pies de más de cincuenta montañas de más de 4.000 metros de altitud, entre las que destacamos el Cervino o el pico Dufour, al suroeste de Suiza.

Se emplea para elaborar productos de cosmética, como por ejemplo para combatir arrugas, y se llega a producir decenas de toneladas anuales, siendo también apreciada por sus propiedades medicinales, pues se le atribuyen antioxidantes, propiedades diuréticas y antiinflamatorias, por lo que es empleada para el tratamiento de afecciones estomacales y problemas digestivos.

¡Larga vida a esta bonita flor!

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